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Lynara se levantó gritando, llorando, sudando frío, con el camisón pegado a la piel por todo el tiempo que llevaba en aquel estado, Skoll lloraba a su lado, su pelaje estaba más frío que de costumbre, se recostó en el regazo de su Señora. Alys murmuraba a su amiga que todo estaría bien y nada podía calmarla, así que pidió a una de las personas de confianza que le llevara una infusión para los nervios. Caminaba de un lado a otro en espera de que hiciera efecto. Ninguna de las dos logró volver a dormir.

—Aun ni despunta el día.

—Fue una mala noche.

—¿Puedo preguntar por qué?

—Mi Señora tuvo pesadillas— suspiró pesadamente—, su hermano en prisión, su sobrino en medio de la guerra, sus sobrinas prisionera y perdida... supongo que es demasiado para ella.

—Y tiene que ver con el motivo de tu visita.

—Sí— se colgó de su cuello y sollozó—, no puedo ser fuerte por ella.

—No lo necesitas.

—Claro que sí, no puede flaquear porque debe proteger a Sansa, debe velar por los intereses de la familia en la medida de lo posible y mantener la esperanza de que algún día volverá a reunirse con toda su familia.

—¿Qué puedo hacer por ti? ¿Cómo puedo ayudarte?

—Lo de siempre— seguían abrazados, ella recargó el rostro cerca de su cuello, escuchando cómo se acompasaban sus ritmos cardiacos; él acariciaba su espalda con la yema de sus dedos—, no sé qué más hacer.

—No llegó respuesta de su última carta, ¿aun así quieres mandar otra?

—Aunque conteste con un "gracias", créeme que será un enorme impulso para ella.

—Veremos qué hacer.

—Gracias— besó su mejilla y él le limpió las lágrimas del rostro.

Lynara fue escoltada por los guardias de la reina, tomaba la mano de Sansa para darle fuerza, sabiendo que la chiquilla no la quería, en ese momento, la pelirroja le apretó el agarre entrelazando los dedos. Las condujeron al Septon De Baelor, el corazón de la castaña se aceleraba cada vez más y escuchaba sus palpitaciones en sus oídos. Ese día no había podido buscar a Arya, pues no le dieron tiempo de réplica. Incluso la buscaban en la multitud esa mañana, no había visto tampoco a Alys, cuando vieron que sacaron a Ned escoltado. Los hermanos lograron divisar a Arya junto a la estatua y la menor se dio tiempo a llorar.

No podía ir a sacarla de ahí sin llamar la atención de Cersei y que capturara a la niña, rogaba a los dioses que alguien la ayudara, que John y Benjen estuvieran por entrar a Desembarco del Rey para sacarlos a todos de ahí. Lo cual sólo logró que su rostro se desfigurara más. Ambas Stark se voltearon a ver, no hubo necesidad de decir nada, ya sospechaban lo que pasaría. La gente empujaba a su hermano, le gritaba, lo insultaba. Alys se impulsó entre la gente y llegó al lado de uno de los pocos hombres en quien Ned aun confiaba.

—¡Baelor! — los dos voltearon a la enorme estatuta del Santo que les daba la espalda.

—Por aquí— le cedió el paso a la dama de compañía.

Junto a su hermana, estaban su hija, la reina, Petyr, los guardias. Sansa parpadeaba para no llorar, estaban el maestre, Lord Varys, el rey Joffrey, todos en la tarima. La gente gritaba y abucheaba, todos miraban expectantes, dejaron a Lord Stark de Invernalia sólo, con las manos atadas, perdiendo toda la alta alcurnia que lo caracterizó. Seguro apestaba a rayos, desnutrido, con la garganta seca, débil por ser expuesto al sol luego de tantos días. Cuando abrió la boca para dirigirse a la multitud, Lynara contuvo el aliento.

—Soy Eddard Stark, Señor de Invernalia y Mano del Rey— las volteó a ver, Sansa asintió y su hermana y él se disculparon con una sola mirada—. Me presento ante ustedes para confesar mi traición... frente a los ojos de los dioses y los hombres. Traicioné la fe de mi Rey y la confianza de mi amigo Robert. Juré proteger y defender a sus hijos, pero antes de que su sangre se enfríe... comploté para asesinar a su hijo... y tomar el trono para mí— se ahogaba con las palabras, en tratar de no perder la compostura, la gente lo abucheó, incluso alguien le lanzó una piedra y un guardia tuvo que sostener a la hermana—. Que el gran Septón y Baelor el Santo den testimonio de lo que digo. Joffrey Baratheon es el único y verdadero heredero al Trono de Hierro gracias a los dioses, Señor de los Siete Reinos y Protector del Reino.

—Como pecamos, así sufrimos. Este hombre ha confesado sus crímenes frente a los ojos de los dioses y hombres. Los dioses son justos, pero el amado Baelor nos enseñó que también pueden ser misericordiosos, ¿qué hará con este traidor, Su Alteza? — la multitud habló.

—Mi madre desea que le permita a Lord Eddar se una a la Guardia de la Noche— la sangre de Lynara ardía ante la mención de la ramera—, despojado de todo título y poder, serviría al reino en exilio permanente. Y mi señora, Sansa, me ha rogado piedad por su padre... pero ellas tienen el corazón blando de las mujeres. Mientras yo sea su rey, la traición nunca quedará impune. Ser Ilyn... ¡Tráigame su cabeza!

—¡No!

—¡Mi Señor!

—¡Que alguien lo detenga!

—Hijo mío, esto es una locura.

Arya volteó a ver a toda la multitud que exclamaba extasiada. Lynara no supo en qué momento sus guardias, su gente de confianza, la sostenía para evitar que hiciera alguna locura. Sansa era retenida por un solo guardia. Las tres Stark querían actuar, incluso la menor de ellas quería usar su espada. Cuando escuchó a la ramera, Lynara quiso arrancarle la cabeza, pues todo era una artimaña suya. Arya se abría paso entre la gente, Varys suplicaba a la reina que pararan aquella locura. Ned fue obligado a ponerse de rodillas. Alys atrapó a la menor.

—¡Déjame ir! ¡Déjame ir!

—¡Cierra la boca! ¡Mírame!

—¡Alto! ¡Papá!

—¡Paren por piedad!

—¡No! ¡No!

—¡Piedad!

Sansa y Lynara forcejeaban que detuvieran aquella locura. Ned buscó entre la multitud la cabellera castaña de su protegida, no la vio ni a ella ni a su hija menor. Cersei ignoraba a Varys por estar hablando a su hijo. El Lobo, el Patriarca de los Stark, vio a la multitud, vio a su hija y a su única hermana, no hizo más que agachar la cabeza y rezar a los dioses. El tiempo se detuvo cuando la hoja cercenó su cuello y las palomas volaron, era la única mancha que quedaba en el cielo. Arya cerró los ojos.

 Arya cerró los ojos

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Lynara StarkDonde viven las historias. Descúbrelo ahora