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Alys ya había mandado las cartas. Pidió a los hombres que contrató que escondieran a Gendry, lo abrazó antes de verlo partir. Corrió en búsqueda de Sansa y Arya. A la única a la que encontró fue a Sansa. La Guardia de los Leones estaba en la ciudad. Encerró a la pelirroja antes de correr en búsqueda de la pequeña, ella era la prioridad de su Señora. Empuñaba la espada que mandaron a hacer, no era tan buena como Robb o John, pero atacó a los que se acercaron mientras iba por la pequeña niña. Habían matado a su gente, secuestrado a sus sobrinas y trataba de zafarse de las enormes manos de El Perro.

—¿Por qué será que nadie confía en el eunuco?

—Te pedí un único favor y han capturado a mi padre.

—Sacamos al niño.

—¿Y Arya?

—Ha escapado.

—Tenemos que encontrarla.

—No.

—Mis niñas me necesitan.

—Tu hermano te necesita.

—No pude defenderlo...

—Hay algo más.

—¿Qué?

—Sansa sigue comprometida con Joffrey.

—Ahora tengo que ayudar a la tonta.

—Frente unido.

—Cersei podría matarla y no haría la diferencia, solo somos prisioneras para frenar el avance de Invernalia.

—Tú lo alentaste.

—¿Crees que me quedaré de brazos cruzados? Necesitamos frenar el avance, no quiero perder a Robb, John está a salvo en la Guradia de la Noche...

—¿Parezco alguien que pelea?

—No, eres alguien que manipula los hilos y espero que valgan frutos... ¿Me dejaría ver a mi hermano? Sólo eso quiero antes de ir por Tyrion y traerlo de ofrenda a Cersei para que me deje marchar.

—Esa es una guerra perdida, su cuñada lo ha dejado escapar.

—¡Maldita perra! — quiso que, la jarra que estrelló contra el suelo, fuera su cráneo.

—¿Terminaste?

—Intente buscar noticias de Benjen, si algo les pasara a mis hermanos, yo perdería la cabeza.

—No puede perderla, porque usted trabaja para mantener al bastardo de Robert a salvo. Usted intenta que el Trono de Hierro vuelva a sus legítimos... debo servirme al reino y usted debe armarse de paciencia. ¿Puede hacer eso?

—¿Qué más me queda?

—Nada en realidad, es un milagro que Cersei la haya perdonado.

—La Casa Baratheon me respalda, Invernalia se alzaría si me ponen una mano encima. ¿No se sublevó el Reino cuando mi hermana fue secuestrada?

—Cuidado con ir por esa senda.

—Vaya por mi dama, yo debo buscar a Sansa.

—Cuide su lengua.

—Robb llamará a sus abanderados.

—Ir en contra de la Reina es traición.

—Pues somos hijas de la traición.

—¡No! La Reina es gentil conmigo, sabe que amo a Joffrey y que quiero desposarlo.

—¿Aún? ¿Estás segura?

—Tía, lo amo.

—Mi deber es protegerte, yo soy la cabeza de la familia hasta que Robb y nuestra gente lleguen.

—¿A qué vendría mi hermano? Su lugar es en Invernalia.

—Para jurar lealtad al nuevo rey, sí, es el Señor de Invernalia ahora, pero todos deben respaldar su decisión, ¿no?

—Sí— Sansa sonrió y Alys se asustó al ver lo manipulable que era.

—Déjanos solas, debo hablar con Alys.

—¿Tienes miedo?

—¿Por qué?

—Te tiembla la mano.

—Así parece.

—Bien, significa que no eres estúpida.

—No estoy orgullosa, pero no me quedaré de brazos cruzados. Entregaré a Sansa a su madre y buscaré a mi pequeña Arya.

—Los cuervos han volado.

—El invierno se acerca.

Lynara StarkDonde viven las historias. Descúbrelo ahora