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—¿Ya acabaron con los preparativos?

—Ni idea, Alys, Lord Eddard no ha dicho nada al respecto.

—Lady Sansa será ataviada de regalos, ¿y usted?

—Para nada, yo sólo fungiré como dama de compañía de la muchacha.

—Una dama de compañía con dama de compañía.

—No todo es perfecto, ni siquiera cuando Robert tiró los rumores que su esposa decía de mí.

—Robb mandó un cofre con sus cosas.

—Seguro venía un par de días detrás de mí.

Lynara se inclinó a abrirlo, era verdad, vestidos de colores con los emblemas de la Casa Stark, sonrió con ternura, a pesar de que Lady Catelyn no lo aprobaba, tío y sobrina pasaban mucho tiempo juntos, ella cuidaba que Jon, Robb y Theon pasaran todo el tiempo juntos y trataba de eliminar rencillas. Entre su cofre nuevo escondió la muñeca que Sansa despreció y Los Diarios de las Damas, entregó un vestido a su dama y ella sonrió a modo de agradecimiento.

—Lo usaré con honor.

—Eres una de nosotros, Snow.

—Sólo una bastarda, según asegura Lady Stark— ambas rieron ante el comentario.

—Acomoda las cosas, iré a ver a mi hermano.

—La muerte de Jon...

—Una tragedia.

—¿Le dijo algo en sus últimas horas?

—Nada importante, mi señor, pero repitió varias veces una frase. Creo que era: "La semilla es fuerte".

La sangre de dragón es espesa.

—Chiquilla, no deberías escuchar conversaciones ajenas.

—Perdone, mi señor— reverenció levemente—, sólo es algo muy repetido en mis lecturas.

—Ya no deberías leer ese libro.

—Lo dejó mi hermana— luego volteó al anciano—. ¿Significa lo que creo?

—Jovencita, cuando una mente está muriendo, delira, Lady Stark. Aún es muy joven para entender eso.

—¿Entonces no lo considera importante?

—Les dan más importancia de la que merecen, la mayoría de las veces, las últimas palabras suelen acarrear tan poco significado como las primeras.

—¿Y está seguro de que murió por causas naturales? — inquirió Ned mientras Lynara comenzaba a hojear.

—¿Y si no, por qué?

—Veneno.

—Es una idea inquietante. No, no, no. Es poco probable.

—Mas no inverosímil— atinó la castaña.

—Todos adoraban a la Mano, ¿qué hombre se atrevería a...?

—Tengo entendido que el veneno es un arma de mujer— dijo Ned.

—¿Cuál es la única mujer de la corte que tiene autoridad?

—Obviamente usted también, jovencita, porque no deja de interrumpir— a lo que ella soltó una risilla nerviosa—. De mujeres, de cobardes y de eunucos. ¿Sabían que Lord Varys es un eunuco?

—¿Quién no? Cómo una persona así terminó en el consejo del rey es un misterio.

—Ya le quitamos mucho tiempo— tomó a su hermana del brazo.

—No hay problema, mi señor, es un honor.

—¿Significa que puedo venir más seguido? — sonrió de oreja a oreja.

—Gracias, no es necesario que nos acompañe— dijo Ned y arrastró a su hermana fuera.

—Oye, me lastimas— se quejó, mas no intentó soltarse, su hermano alivió el agarre.

—Niña...

—Soy tu hermana, aunque se te olvide... mira qué hermosa— Ned y Lynara no entraron a la habitación, sino que voltearon a las escaleras donde yacía la menor de las hijas de la Mano del Rey.

—Syrio dice que un danzarín del agua puede pararse por horas sobre un dedo del pie— dijo Arya viendo a los mayores.

—Si te caes, te harás daño.

—Syrio dice que cada caída es una lección y que de cada lección se aprende.

—Todo ese conocimiento es suyo, Syrio le ayuda a moldearlo— dijo con ternura.

—Mañana perseguiré gatos.

—¿Gatos? Si lo dice Syrio...

—Dice que todo espadachín debe estudiar a los gatos.

—Por la sutileza, elegancia de los movimientos, agilidad y el nulo ruido que hacen al andar... ni siquiera se escucha su respiración— dijo Lynara y su sobrina la empujó.

—Debes ser rápido para atraparlos— dijo Arya.

—Tiene razón.

—Ahora que Bran despertó, ¿vendrá a vivir con nosotros?

—No, mi niña, debe recuperar fuerzas, es un viaje largo y cansado— se encogió de hombros.

—Quiere ser un caballero de la Guardia Real, ahora no podrá, ¿o sí?

—No— Arya se sentó en la escalera, su padre a la izquierda y su tía a la derecha—. Pero algún día podría ser señor de una fortaleza o estar en el consejo del rey. O podrá construir castillos como Brandon el Constructor.

—¿Puedo ser señor de una fortaleza? — Ned le besó la frente.

—Te casarás con un señor y gobernarás un castillo, y tus hijos serán caballeros, princesas y señores.

—No, yo no soy así— se levantó y volvió a sus ejercicios. Ned se levantó y ayudó a su hermana.

—Podrás tener autoridad, te la he dado, pero debes medir tu lengua.

—Él no le dirá nada a su alteza real.

—No lo sabes.

—Cersei no tiene la autoridad que aparenta, de no ser por Lord Tywin ella ni estaría ahí.

—Deja tu vendetta por un segundo, si la reina te escucha...

—Eddard, no. Si ella me provoca, yo la confrontaré y disfrutaré de ver su rostro romperse... ¿o esperas que permita afrenta alguna?

—Lyanna y Brandon hicieron bien su trabajo.

—Usted también, mi lord— lo reverenció mientras contenía la risa—. No me estoy burlando, te lo prometo. Yo me llevaré el libro— dijo con satisfacción—, nadie sospecharía de mí, tenlo por seguro.

—¿No cejarás?

—¿Alguna vez lo he hecho? — ambos rieron y Ned la atrajo hacia sí para envolverla en sus brazos, pocas veces tenían esos momentos.

Lynara StarkDonde viven las historias. Descúbrelo ahora