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—Creí que estarías cansada

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—Creí que estarías cansada.

—¿A ti te preocupa algo?

—¿Por qué lo dices?

—Tienes el rostro más ensombrecido que de costumbre.

—El rey me pidió ser su Mano.

—Lo harás bien, eres el único amigo que le queda. ¿O temes terminar igual que Jon Arryn?

—Soy el único que puede protegerlo de los Lannister.

—¿De su familia?

—Llegó una carta de la hermana de Catelyn.

—¿Y qué quería Lady Lysa?

—Arriesgó su vida para mandarle un mensaje a su hermana...

—Entonces es importante que aceptes.

—Ya lo hice.

—Lo sé— lo abrazó—, buen viaje.

***

—¿Por qué no fuimos con ellos?

—Las mujeres no van de cacería.

—Tú y el tío Benjen lo hacían de vez en cuando.

—Es distinto, querida... Lord Tyrion— lo reverenció.

—El Gnomo.

—Arya— la reprendió dándole un zape en la cabeza, a lo que la niña amenazó con regresárselo—. No me hagas sacar la espada— a lo que a la chiquilla le brillaron los ojos y su tía no tuvo más remedio que sonreír.

—¿Tiene espada, Lady Stark?

—Nunca salgo sin ella— la desenvainó y la mostró a su interlocutor, la chiquilla ya se había ido.

—No es propio de mujeres.

—Las reinas Visenya y Visenya II tuvieron una, ¿por qué una mortal como yo no podría, aunque sea pasear con una?

—Entonces no sabe usarla.

—Lo básico, supongo— se encogió de hombros.

—Como verá, alguien tan galante como yo, no puede portar una.

—De lo que se pierde— sonrió.

—Pero podría verla entrenar.

—¿Tiene a alguien en mente a quien pueda derribar?

—Un par de adolescentes.

—No podría desarmar al príncipe Joffrey, iría llorando con su madre sabiendo que su padre no me hará nada.

—Le gusta jugar con fuego, nada sensato de su parte.

—¿Desde cuándo las mujeres somos caracterizadas por hacer algo sensato? ¿Acaso no fue la usurpadora quien desató una guerra civil entre los Targaryen?

—Hay muchas versiones de quién es el usurpador.

—Depende del bando, tanto Aegon como Rhaenyra lo son.

—¿Qué tal desarmar al bastardo?

—¿A quién?

—A Snow.

—Se llama Jon— puntualizó incluso con la mano—, y no, él sigue siendo mejor que yo. A los hombres sí los entrenan los mejores espadachines de la región, a las doncellas no se nos permite, sino que lo hacemos a escondidas— lo vio un momento y sonrió—. Si me disculpa, debo marchar, mi cuñada me necesita.

—El niño era tan pequeño... un pichón. Vinieron a llevarse el cuerpo y Robert me abrazó. Grité y luché, pero me abrazó— la reina tragó en seco—. Ese pequeño cuerpo, se lo llevaron y nunca volví a verlo, nunca visité la cripta. Rezo a la Madre cada día y cada noche para que le regresen a su niño.

—Se lo agradezco.

—Quizá esta vez escuche— giró y dio un sobresalto al ver ahí a la hermana de Ned, quien puso cara de no entender y reverenció viendo solo hacia el suelo. La reina la rodeó y salió de ahí.

—No deberías escuchar conversaciones ajenas.

—¿Cuáles?

—No te hagas la chistosa... no ahora.

—Sé que este trabajo es de la madre y te vi hacerlo para Jon cuando niño, así que hice esto para Bran.

—Gracias.

—Quisiera ser tu relevo, mientras te aseas, ya pedí que te trajeran comida.

—No me quiero separar...

—Este pequeño no abrirá los ojos en tu ausencia, pero los abrirá, estoy segura.

—Vine a despedirme de Bran.

—Ya lo has hecho.

—Catelyn— espetó Lynara.

—Es mi hijo.

—Y hermano de Jon— frenó a su cuñada cuando intentó detenerlo—, sigue con lo tuyo, él no va a tardar.

—Ojalá pudiese estar aquí cuando despiertes, me voy al norte con el tío Benjen, me uniré a la Guardia Nocturna— se inclinó para estar más cerca—, sé que siempre hablamos de ver la Muralla juntos, pero podrás visitarme en el Castillo Negro cuando te mejores, para entonces ya conoceré todo, seré un hermano juramentado de la Guardia Nocturna, podremos caminar más allá de la Muralla, si no tienes miedo.

—Él te escucha— sonrió Lynara contiendo el llanto.

—Quiero que... te retires.

—Es de la familia, tiene tanto derecho de estar aquí como Robb o como yo.

—No te permito...

—No te estoy pidiendo permiso, Catelyn.

—Soy Lady Stark para ti.

—¿Piensas que soy la bastarda de Lyanna o qué? Este es mi hogar, al igual que el suyo y lo has hecho sentir como un extraño, cuando a ti se te recibió con los brazos abiertos— sentenció a tiempo que entraba su hermano en la habitación.

—Déjalo— Jon se puso de pie y besó la frente de su hermano, Lynara lo siguió, ya arreglaría las cosas después.

—No debiste.

—No iba a permitir que te mancillara así, me conoces, eres mi hermano tanto como Robb y Sansa.

—¿Soy tu favorito?

—Brincos dieras, bastardo— pero su sobrino la abrazó efusivamente, iban a extrañar esos momentos, de los pocos que su tía podía brindarle y no podía llevarla con ella, ansiaba que llevara a Bran en cuanto se recuperara.

—¿Te despediste de Bran? — se acercó Robb.

—No morirá, lo sé.

—Los Stark no mueren fácilmente.

—No morimos— lo jaló su tía.

—¿Mi madre?

—Fue muy amable.

—La próxima vez que te vea, estarás vestido de negro.

—Siempre ha sido mi color.

—Adiós, Snow.

—Adiós, Stark.

—Buen viaje, niño mío— Lynara lo abrazó luego de que Robb lo soltó, le dedicó una última mirada antes de verlo marchar.

—Lo cuidaré por ti.

—Iré si no lo haces.

—Siempre dices eso.

—Y siempre te sorprendo—Benjen y Lynara se abrazaron, secó las lágrimas de su jovencísima hermana y reverenció a Ned, no le permitieron acompañarlos, aunque sea un pequeño tramo.

Lynara StarkDonde viven las historias. Descúbrelo ahora