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—...También es el deseo de Su Alteza que su leal sirviente Janos Slynt, comandante de la Guardia de la Ciudad...

—Señor Aron— dijo Lynara y les abrió paso a ella a su sobrina y a su adama.

—... sea inmediatamente elevado al rango de señor y se le conceda el antiguo trono de Harrenhal, que sus hijos y nietos tengan este honor después de él hasta el final de los tiempos— Cersei y Joffrey sonrieron a la joven pelirroja y Lynara debía guardar la compostura—. En el lugar del traidor Eddard Stark, es el deseo de Su Alteza que Tywin Lannister, señor de Roca Casterly y guardián del oeste, sea nombrado Mano del Rey.por último, en estos tiempos de traición y confusión, es la opinión de este consejo que la vida y la seguridad del rey Joffrey sean de suma importancia.

—Señor Barristan Selmy.

—Su Alteza, estoy a sus órdenes.

—Levántese, señor Barristan, puede quitarse el yelmo— todos veían expectantes a la usurpadora, a la madre del engendro—. Ha servido al reino por mucho tiempo y fielmente. Cada hombre y mujer en los Siete Reinos debe agradecerle, pero es momento de dejar a un lado su armadura y su espada, es momento de descansar y recordar con orgullo sus muchos años de servicio.

—Su Alteza, la Guardia Real es una hermandad juramentada. Nuestros votos son de por vida. Solo la muerte puede relevarnos de nuestra sagrada misión.

—¿La muerte de quién, señor Barristan? ¿La suya o la de su rey?

—Qué insulto— murmuró Lynara torciendo los ojos.

—Dejaste morir a mi padre— se enderezó Joffrey—. Estás demasiado viejo para proteger a nadie.

—Su Alteza...

—El consejo ha determinado que el señor Jaime Lannister tomará su lugar como Lord Comandante de la Guardia Real.

—¿Vamos a jugar a qué tanto se puede humillar a un hombre?

—¡El hombre que profanó su espada con la sangre del rey que había jurado defender!

—Cuidado, señor.

—No tenemos más que gratitud por su largo servicio, buen señor— dijo Varys—. Se le dará una robusta fortaleza junto al mar, con sirvientes que se encarguen de todas sus necesidades.

—Un salón en el que morir y hombres para que me entierren— se desprendió la capa—. Soy un caballero, moriré como un caballero— la lanzó al suelo junto al yelmo, se deshizo de las mangas.

—Un caballero desnudo, aparentemente— la gente rio del comentario y tanto Selmy como los demás desenfundaron sus espadas.

—¡Aun ahora podría atravesarlos a los cinco como si cortara un pastel! — lanzó la espada y Joffrey brincó en su lugar, Lynara y Alys rieron opr lo bajo—. ¡Tómala niño! Derrítela y agrégala a las otras.

—Pero te quieres casar con él— Sansa agachó la cabeza. Selmy se fue.

—Si alguien en este salón tiene otros asuntos para presentar ante Su Alteza, que hable ahora o de lo contrario, guarde silencio.

—Su Alteza.

—Acércate, mi señora.

—Lady Sansa de la Casa Stark.

—¿Quieres presentar algún asunto ante el rey y el Consejo, Sansa? — Lynara se iba a desquiciar por el tono maternal que usaba la usurpadora. Quería golpear a su sobrina porque estaba a punto de abrir la boca y nada bueno salía de eso.

—Así es— se puso de rodillas, si se atrevía a decir que era emulando a Torrhen, la golpearía y escondería debajo de la cama hasta que se callara—. Como le plazca a Su Alteza, pido misericordia para mi padre, Lord Eddard Stark, quien fue Mano del Rey.

—La traición es una hierba tóxica, debería ser arrancada de raíz...

—Déjenla hablar, quiero escuchar lo que dice.

—Gracias, Su Alteza.

—¿Niegas el crimen de tu padre? — y luego quién lo decía. Pondría su cabeza en una pica y la colocaría afuera de su Fortaleza.

—No, mis señores. Sé que debe ser castigado, todo lo que pido es misericordia. Sé que mi señor padre debe estar arrepentido por lo que hizo, era amigo del rey Robert y lo adoraba, todos saben que lo adoraba. Nunca quiso ser Mano hasta que el rey se lo pidió, deben haberle mentido Lord Renly, lord Stannis o alguien más, ¡deben haberle mentido!

—Dijo que yo no era el rey, ¿por qué dijo eso?

—Estaba gravemente herido, el maestre Pycelle le estaba dando leche de amapola. No estaba en sus cabales, de otra manera nunca lo hubiera dicho.

—La fe de una niña, qué dulce inocencia— dijo Varys—. Y, sin embargo, dicen que la sabiduría suele venir de la boca de los infantes.

—¡La traición es traición!

—¿Algo más?

—Si tiene sentimiento alguno en su corazón por mí, por favor, concédame esta gentileza, Su Alteza.

—Tus dulces palabras me han conmovido, pero tu padre debe confesar. Debe confesar y decir que yo soy el rey... o no habrá misericordia para él.

—Lo hará.

—¿Cómo pudiste? ¡Empiezas a colmar mi paciencia! — la abofeteo nada más entrar en la cámara.

—Señora.

—Es más de lo que tú hiciste...

—¡Repítelo! — volvió a golpearla.

—¡Joffrey hará lo que yo diga!

—¿Y si no? ¿Has pensado en que no puedes ablandar su corazón? Es inocente, pero no estúpido, no se tragará sus palabras por ti ni por cualquier ramera.

—¡No soy una ramera!

—¡Claro que no! Al menos se disfruta de la compañía de una manceba, tú eres el castigo que viene cuando le pagas a una ramera para irse.

—¡Lynara!

—¿Qué? — volteó a ver a su dama.

—No habíamos quedado en eso— la castaña suspiró.

—Lo lamento, pero yo no puedo lidiar con todo esto como tú, solo quiero que lo sepas— suavizó la voz, se acarició las sienes y salió de ahí.

—Me odia.

—No, ella no sabe cómo expresarse, vivió la mitad de su infancia resguardándose de la guerra y la otra mitad siendo madre de tus hermanos porque Catelyn solo tiene ojos para ti.

—Pero no es mi culpa.

Lynara StarkDonde viven las historias. Descúbrelo ahora