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—Lamento que te vayas, Lannister.

—O se va el frío o me voy yo, y no parece que se quiera ir.

—¿Te detendrás en Invernalia camino al sur?

—Todos saben que no hay camas de plumas hasta Desembarco del Rey.

—Si ves a mi hermano Bran, dile que lo quiero.

—Por supuesto.

—No volverá a caminar.

—Si vas a ser lisiado, es mejor ser un lisiado rico.

—Y, si ves a mi hermana, dile que Benjen se va.

—¿Le darás malas noticias?

—Lynara ama a Benjen, quizá venga a despedirlo.

—El Muro no es lugar para una dama...— desde la reina Arya Stark, y la reina Alyssane antes que ella, que ninguna mujer iba—. Cuídate, Snow.

—Buen viaje, mi señor— se estrecharon la mano y aprovechó para darle una carta, con la esperanza de que llegara hasta su tía.

***

—¿Te trae recuerdos?

—¿Se nota?

—Tú no oyes la madera chocar, sino los aceros.

—Si mi padre le hubiera dado la libertad que te di a ti, Lyanna hubiera empuñado un arma.

—¿Te arrepientes?

—Para nada.

—Será la mejor espada chin de su tiempo, pondrá en alto el apellido Stark y no necesitaremos que Sansa se case con Joffrey.

—Creí que lo apoyarías.

—No, ambos queremos mucho a Robert, pero sabes tan bien como yo que es mala idea.

—No lo digas en voz alta.

—Nunca he mesurado mi lengua, Ned, no empezaré ahora.

—No es momento de grajearse enemigos, niña.

—Buscaré a Lady Sansa— reverenció a su hermano mayor, asintió con la cabeza y siguió su camino, acompañada de su dama.

—Un día tu esposo se sentará allí y tú te sentarás a su lado— la septa hablaba a la pelirroja, Lynara veía aquello a lo lejos—. Y un día, dentro de poco, le presentarás tu hijo a la corte. Todos los señores de Poniente se reunirán aquí para ver el pequeño príncipe.

—¿Y si es una niña?

—Si los dioses quieren, tendrás muchos niños y niñas.

—Por un momento creí que diría que ojalá no los tuviera.

—Lynara, no te metas, eso es irrespetuoso— volteó al balcón—. Me dejas en vergüenza.

—¿Y si tiene puras hijas?

—No me preocuparía por eso.

—Pero es probable.

—Supongo que el trono pasaría al hermano pequeño del príncipe Joffrey.

—Y todos me odiarían— atinó Sansa.

—No digas tonterías.

—Joffrey me odia.

—¿Por qué dices eso? — Lady Stark ya había bajado las escaleras.

—Es por lo de los lobos. Te he dicho cientos de veces: un lobo huargo no es...

—No digas nada, eso fue una enorme afrenta a la Casa Stark— espetó Lynara entre su sobrina y la septa—. ¿Significa que puedo matar a un león o un siervo, saldré bien librada?

—Tía, por favor— Sansa yacía temerosa de su prometido, todos lo sabían, pero ante todo buscaba quedar bien con él y, sobre todo, con la reina.

—¿Quién construyó el Trono de Hierro?

—Aegon el Conqusitador.

—¿Y quién construyó la Fortaleza Roja?

—Maegor el Cruel.

—¿Y cuánto se tardó...?

—Mi abuelo y mi tío fueron asesinados aquí, ¿no?

—Los mataron por orden del Rey Aerys— dijo Lynara en tono sombrío.

—¿Por qué los mataron?

—Por pedir a mi hermana devuelta...

—Eso le corresponde a Ned Stark.

—No quiero volver a hablar con mi padre.

—Sansa— reprendió Lynara.

—Encontrarás en tu corazón, la forma de perdonar a tu padre— la septa quería que la tía soltara a su sobrina.

—No, no lo haré.

—Un día te vas a arrepentir, porque no encontrarás mayor protector que Lord Eddard Stark. Un día te faltará tu padre, te van a maltratar, ultrajar y nadie más que él tiene el poder y el coraje de protegerte de todo mal. ¿No lo has pensado?

—Estás loca.

—No soy Daenys la Soñadora, sólo veo lo que te depara junto a Joffrey y su madre— soltó el brazo lánguido y giró a la septa—. Y tú, has mejor tu trabajo.

Lynara StarkDonde viven las historias. Descúbrelo ahora