Leonor
Me encuentro tumbada boca abajo en mi cama, sumergida en mis pensamientos. De repente, mi odiosa alarma comienza a sonar, interrumpiendo mi breve momento de tranquilidad. Levanto un poco mi cara y veo que el reloj despertador indica las 4:40 de la madrugada.
Suspiro profundamente, resignada a tener que levantarme. Dejo caer mi cara de nuevo en la almohada y respiro hondo. «Realmente tengo que ir», me digo a mí misma en un tono desanimado.
Con desgana, me levanto de la cama, empujándola ligeramente mientras me incorporo. Mis pies tocan el suelo frío y camino somnolienta hacia el baño. Me detengo frente al espejo y me observo con detenimiento.
«No debí haber salido con Matt anoche», pienso al ver las pequeñas ojeras bajo mis ojos debido a la falta de sueño. Mis cejas están despeinadas al igual que mi cabello. Paso mi mano izquierda por el lado izquierdo de mi rostro, intentando peinar un poco la ceja izquierda en un esfuerzo nulo.
Bostezo cansada y niego con la cabeza mientras mantengo los ojos medio cerrados. Sin más demora, me dirijo a la ducha, esperando que el agua caliente me ayude a despertarme y afrontar el día que me espera.
Este día en particular, pienso lucir un T-shirt deportivo de color gris claro que no solo es cómodo, sino que también resalta mi figura atlética. El tejido suave y el ajuste perfecto realzaban mis curvas de una manera favorecedora.
El escote pronunciado del T-shirt añadía un toque femenino y sensual, lo cual me hacía sentir bien conmigo misma. Me encantaba cómo resaltaba mis atributos, sin embargo lo cierro con el zíper que cuenta el mismo T-shiert.
Combinando el T-shirt, llevo un pantalón deportivo a juego que se adaptaba a la perfección a mi cuerpo. Su diseño elástico y ceñido resaltaba especialmente mi parte trasera, acentuando mi figura atlética con cada movimiento.
Mi cabello va suelto, cayendo en suaves ondas naturales sobre mi espalda baja.
Antes de salir de mi habitación, decido rociarme con un poco de colonia para añadir un toque final a mi apariencia. Me miro una última vez al espejo, buscando asegurarme de que todo esté en orden. Sin embargo, en ese momento me doy cuenta de que no llevo puesta mi cadena, la misma que estuve buscando desesperadamente ayer.
Comienzo a buscar con calma en un principio, revisando los lugares habituales donde suelo dejar mis accesorios. Sin embargo, después de unos cinco minutos, el pánico comienza a invadirme y mi búsqueda se vuelve frenética. Revuelvo cada rincón de mi cajonera, moviendo objetos, papeles y apartando cosas a toda prisa en busca de mi cadena perdida.
Finalmente, después de un momento de caos y estrés, encuentro la cadena en el suelo, cerca de la cajonera. Me doy cuenta de que probablemente se cayó sin que me diera cuenta mientras arreglaba mis maletas ayer. «Seguro se cayó y no te diste cuenta, Leo 1.0», me digo a mí misma entre risas, recordando el apodo que me daba a mí misma cuando era más joven y que sigo usándolo con veinte años. Es curioso cómo ciertos hábitos persisten incluso cuando crecemos.
Me coloco la cadena con cuidado y me tomo un momento para apreciarla antes de salir de la habitación. Aunque a veces puedo ser un poco despistada, no siempre es así, o eso trato.
ESTÁS LEYENDO
Que esto sea un "secreto"
RomanceElla acepta hacerle un favor a un completo desconocido sin saber que ese extraño resultó ser el hijo de la compañía enemiga de su padre. ¿Cómo se enteró? fácil, descubre que su padre hizo un trato con la compañía enemiga. ¿De qué trata este trato? D...