Capítulo 15

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Daryl Lombardi

Una manta cubre mi cuerpo, tengo frío y continúo con dolor de garganta. Escucho como alguien llama a la puerta de casa, pero no tengo fuerzas para caminar y abrir. Por suerte, mi tío Hans está aquí, cuidando de mí y comprobando que esté bien. No tiene nada que hacer y así pasa un poco de tiempo con su sobrino favorito.

Algunos pasos se acercan hacia donde estoy. Sí, estoy completamente estirado en el sofá, con la mirada clavada en el techo y con una manta tapando mi cuerpo. Giro mi cabeza hacia ese rubio que llega y me observa con el ceño fruncido. Hans desaparece del salón, dejándonos intimidad para hablar.

—¿Sigues mal?

—¿Tú crees que estoy bien? ¿Me has mirado?

Trey toma asiento en un sillón, el más cercano del sofá.

—Si yo estoy bien, no entiendo como tú estás tan... jodido.

—¿Y tú por qué tendrías que estar mal? ¿También te diste una ducha fría o qué?

Él enmudece, percatándose de que ha cometido un error.

—¡¿Te empujé a la ducha conmigo?! —deduzco por su silencio.

—¡Cállate!

—¿Y luego qué pasó?

—No pasó nada, me fui.

Entrecierro mis ojos, observándolo con desconfianza. Pero un pinchazo en la cabeza me indica que no debo pensar mucho en ello, no me encuentro demasiado bien para hacer una de mis bromas o para insistir en lo que pasó. Me acomodo en el sofá, cerrando los ojos por unos segundos.

—Me siento mal —murmuro.

—Pues siéntate bien.

Desvío mi mirada hacia sus ojos verdes, diciéndole que no me da ninguna gracia su bromita.

—Perdón —se disculpa, aclarando su garganta.

Trato de enderezarme, sentándome en el sofá. Deslizo la manta por mis hombros, cubriéndome con ella y alcanzando uno de los pañuelos que hay sobre la mesa. Estoy hecho mierda. Trey se levanta de su sitio, alejándose un poco más de mí con miedo a que lo contagie.

—¡¿Por qué te alejas?!

—Para que no me contagies.

—Guapito, esto lo has provocado tú. Vuelve a sentarte donde estabas antes o te obligo a sentarte a mi lado —lo amenazo, señalándolo con el pañuelo.

—¿Y cómo vas a obligarme si no puedes respirar apenas?

Introduzco mi mano dentro del sofá, acariciando con las yemas de mis dedos el arma que permanece oculta entre estos asientos, por si ocurre alguna emergencia. La saco al exterior, apuntando a Trey con la pistola.

—Que esté enfermo no significa que esté manco —le aclaro—. Además, el estar enfermo me pone de un peor humor. Te recomiendo que no hagas estallar mi escasa paciencia porque te meto un tiro y cumplo con mi mitad del trabajo —lo amenazo.

Se muestra sorprendido tras apuntarle con la pistola y tras escuchar mis palabras. Él eleva ambas manos, en un gesto de obediencia. Vuelvo a ponerle seguro al arma y la guardo donde estaba, haciéndole un sitio a Trey para que tome asiento a mi lado.

—La fiebre debe afectarte al cerebro, ¿eh? —comenta, alejándose un poco por el comentario que soltó sin pensar—. Bueno, estamos aquí para... hablar sobre Archie, ¿no?

—Sobre tu familia en general —especifico.

—¿Cómo sé que debo confiar en ti? —cuestiona desconfiado antes de decirme algo relacionado con él.

La debilidad de Daryl ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora