Capítulo 12

3.3K 378 205
                                    

Trey Joyce

Oficialmente, soy una persona libre de ataduras. Aunque ahora tenga más de diez llamadas perdidas de Enora, cincuenta y tres mensajes, desde insultándome hasta pidiéndome perdón. Apago el teléfono móvil, sin querer saber nada relacionado con ella en este instante. Bastante drama me ha montado en tan solo unos minutos.

No quise alargar más una relación que tan solo me estaba creando problemas. Ya no confío en Enora, sé que esconde algo y por mi bien, es mejor no saberlo. Prefiero dejarla a un lado de mi vida, aunque hayamos compartido buenos momentos juntos, pero probablemente eso también ha sido una mentira más de ella. Ni siquiera me duele terminar la relación de un año, algo se rompió cuando Arlette me contó lo del supuesto amante.

Debí haberle hecho caso ese día, pero me dejé llevar por Enora, creyendo que todo era una mentira de Arlette para separarnos. Aunque conforme pasó el tiempo, supe que mi hermana no tendría por qué mentirme con algo así, mucho menos al ser consciente de lo que sentía hacia Enora. Pero incluso la actitud de Enora me confirma que ese «rumor», era cierto.

Y, pensándolo con frialdad, no tuve tantos buenos momentos a su lado como creía. La mitad eran discusiones sobre cualquier tontería, generábamos demasiada toxicidad, en verdad, por su parte. Yo siempre confié en ella, en cambio Enora siempre me preguntaba con quién salía o qué hacía durante el día, cuando no estábamos juntos. Incluso acudía a mi trabajo para comprobar que estuviera ahí, asegurándose de que le decía la verdad. Se ponía celosa de algunas clientas y me reclamaba por tatuarlas, a pesar de saber que me dedico a ello.

No fue la mejor relación, ni la mejor persona, ni el mejor año. Pero ahora mismo prefiero olvidarme de todo lo que tiene que ver con Enora, centrándome en lo que estoy haciendo.

Repaso unos cuantos diseños que tendré que tatuar mañana en la piel de algunos de mis clientes. Mi cuarto está en completo silencio, pero escucho las risas de esos dos en el salón. Ignoro lo que están haciendo, solo sé que se lo pasan bien porque no paran de hacer ruido. Pongo un poco de música desde mis auriculares, viendo todo lo que tengo que hacer esta semana. Anoto en una agenda digital todos los pedidos con los precios y los horarios, dejando todo perfectamente organizado.

Continúo escuchando ruido exterior proveniente de ese salón. Eso me desconcentra a pesar de tener los auriculares puestos.

Finalmente, me levanto de mi silla, abandonando mi cuarto para ver qué coño están haciendo. Las luces están todas apagadas, lo único que los ilumina es la televisión. Ambos están en el sofá, bebiendo algo. Se ríen de cualquier cosa que sale en esa película que ven, la cual es de terror, no de comedia. Alzo ambas cejas, pensando que ya están borrachos y por eso están tan risueños.

—¡Treyyyy! —dice Arlette, girando su cabeza hacia atrás—. ¿Quieres un poco? —alza su vaso.

—No, y es mejor que tú no tomes más, estás con la medicación —le recuerdo.

—Por una noche no pasa nada —protesta ella—. ¡No seas aburrido y ven!

—Tengo cosas que hacer —niego otra vez, desviando mi mirada hacia Daryl. Él me está mirando con una sonrisa.

—Aburrido —murmura él con burla—. Y dinos, ¿qué tienes que hacer además de encerrarte en tu cuarto para evitar verme? —pregunta, curioso—. Porque eso es lo que pasa, ¿verdad? No te acercas porque me tienes miedo.

—¿Le tienes miedo al panini? Si es un osito amoroso —cuestiona mi hermana, frunciendo el ceño.

—Claro que no le tengo miedo. Pero lo que no voy a hacer es estar aquí, compartiendo el mismo lugar con él —le aclaro—. Necesito tranquilidad después de todo lo que ha pasado hoy.

La debilidad de Daryl ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora