Capítulo 54

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Daryl Lombardi

Saludo a mi hermana menor al llegar a su casa. Ella me da un breve abrazo al recibirme. Hace tiempo que no nos vemos en persona, los dos estamos ocupados con nuestras cosas. Aunque mantenemos el contacto al enviarnos mensajes, le conté algunas novedades de mi vida, pero no todas. Ella me hace un gesto con la cabeza para guiarme hasta el salón de su casa, donde ya están todos ocupando sus asientos.

Mi cuñada pelinegra de ojos azules toma asiento al lado de mi hermana. Ella me sonríe a modo de saludo, inclinando su cabeza hacia la derecha para que me siente en el hueco libre del sofá.

—Duncan ya me puso al tanto de todo —dice Daia, tomando el portátil en su regazo—. Busqué un plano del bosque, ampliando algunas zonas que pueden ser importantes —comenta, encendiendo la televisión.

En ella se ve proyectado lo que tiene Daia en el ordenador. Es el mapa del bosque. A simple vista podemos ver lo amplio que es, sobre todo ahora, siendo de noche. Aunque eso no es lo importante. Clavo mi mirada en ese mapa que Daia amplia desde su portátil.

—La antigua casa de Trey era esta —señala con el ratón—. Ahora está reconstruida y que yo sepa, no tiene dueño. Nunca vi a nadie por esa zona durante todos estos años —explica—. Pero si vemos bien, detrás de esa casa hay un camino.

Amplía la zona, señalándolo.

—Aunque después ese camino desaparece, dejándonos todo el bosque por delante. Nunca pisé por esa zona, me pillaba bastante lejos de esta casa. Pero estuve por los alrededores y puedo afirmar que no hay ningún lugar especial. Solo árboles y más árboles. Hay un cobertizo de madera, pero está demasiado lejos de la antigua casa de los Joyce.

Todos estamos en silencio, mirando la pantalla de la televisión mientras Daia habla. Observo a los demás. Duncan está sentado en uno de los sillones, con el ceño ligeramente fruncido. A su lado, en pie, está Damon. Apenas presta atención a la situación, aunque finge interés por esto. Lo acompaña Myleen, probablemente porque ella querría venir. Luego está Evelyn y Gia, en una esquina, con los brazos cruzados y su espalda en la pared. Hay un par de personas más de la organización: Jack y Henry. Por último, mi cuñada, Hannah Black, quien mira a Daia con una sonrisita de enamorada. Le doy un codazo para que se centre.

—He estado buscando por todo el bosque, sin descifrar ese lugar secreto que se encuentre cerca de esa casa —se encoge de hombros—. Da una vista general desde arriba, por lo que no se aprecia demasiado bien en el mapa. No hay ningún lago por esa zona, pero quizás haya alguna cueva o sitio secreto que tan solo pueda apreciarse a simple vista —sugiere.

—Hablando así te pareces a Darek —comento.

—No sé si eso es un halago —murmura, confusa.

—Suenas a una buena líder. Es un halago —aclaro.

—Suena a mi mujer —sonríe Hannah, pasando su brazo por los hombros de mi hermana—. ¿Entonces qué hacemos?

—Habrá que ir a pie —dice Duncan, levantándose de su sillón—. Debemos ir a la antigua casa de los Joyce y continuar por el bosque desde ahí. Nos separaremos, iremos en parejas y cualquier novedad o cosa extraña, nos comunicamos a través de las radios. Atentos a cualquier ruido extraño que oigáis, porque presiento que ese tal Archie está escondido por ahí.

—No estará solo —comenta Daia—. No creo que sea tan estúpido.

—Es imposible que haya contratado a gente de la ciudad, me aseguré de que nadie trabajara con él —informa Duncan.

—¿Y? ¿No pudo tener más amigos? ¿Conocidos? ¿O incluso desconocidos a los que ha manipulado para utilizar a su propio beneficio? —cuestiona Damon—. Esto está planeado desde hace mucho, no desde hace dos días. Está todo pensado, por eso mató a su aliado, porque ya no le hacía falta.

La debilidad de Daryl ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora