Capítulo 62

2.9K 354 286
                                    

Daryl Lombardi

Me ofrecí a llevar a Trey y Arlette al aeropuerto. Marcus se acopló en el último segundo, queriendo pasar con ellos hasta el último minuto, al igual que yo. Trey se sentó a mi lado, manteniendo sus manos en el regazo y su mirada clavada en la ventanilla. Lo noto bastante decaído, pero es algo que debe hacer.

En los asientos de atrás están Marcus y Arlette, en completo silencio, disfrutando del trayecto escuchando la música que reproduce la radio. A través de uno de los espejos veo como sus manos están entrelazadas. Se me escapa una leve sonrisa al verlos así. Pensé que harían una buena pareja desde la primera discusión que escuché.

—¿Ya tienes todo preparado? —le pregunto a Trey.

—Todo —asiente.

—¿Incluso los clínex? Porque me harán falta —dice Marcus, dolido.

—No seas exagerado, volveremos en unos meses —intenta sonreír Trey, mirando a su mejor amigo—. Además, tienes la compañía de Daryl. ¿De qué te quejas?

—Paso de un amigo rico a otro —ríe finalmente—. Qué suerte tengo.

—Menudo idiota —murmura Trey.

—¿Has insultado a tu hijo? ¡Dile algo! —protesta, dándome un golpecito.

—Cariño, háblale bien al retrasado de nuestro hijo adoptivo.

—Vale, me odiáis. Me ha quedado clarísimo —Marcus se cruza de brazos, mostrándose ofendido.

—Después te compro un helado —suspiro.

—¡Bien!

—Es peor que un niño —ríe Trey.

Y aquí es donde termina el trayecto. Detengo el coche a escasos metros de la entrada del aeropuerto, dirigiendo mi mirada hacia toda la multitud que hay. Todos salimos del vehículo. Trey y Arlette toman su equipaje, sacándolo del maletero. Aunque mi mirada tan solo se detiene en él. Mientras Marcus le dice unas últimas palabras a Arlette, yo me acerco a Trey, posando mis manos sobre sus hombros.

—Te echaré mucho de menos —confiesa él—. No me olvides ni me reemplaces por mi abuela, por favor. No seas como Enora —bromea, riendo.

—Lo siento, pero no me van las abuelitas —río, acariciando su mejilla—. Yo también te extrañaré, Trey. Demasiado —suspiro—. Recuerda que te quiero. Y que te estaré esperando. Aunque me muera por falta de sexo.

—Ya has jodido la despedida romántica —sonríe—. Cuídate mucho.

—Tú también. Y cuídala a ella —digo, mirando a Arlette.

—Lo haré.

Tomo uno de los anillos que tengo en mis dedos, depositándoselo en la palma de su mano. Él alza una ceja, mirándolo. Tiene el sello de una serpiente, semejante al tatuaje que tengo en mi antebrazo.

—¿Me estás pidiendo matrimonio?

—Ya quisieras, Joyce. Solo es un pequeño regalo, para que tengas algo mío y no me extrañes tanto.

Lo pone en su dedo anular, como si se tratara de una alianza. Capto un leve rubor en sus mejillas, poniéndolas sonrojadas en cuestión de segundos. También veo que sus labios forman esa sonrisa encantadora.

—A ver si así no se me acerca nadie y piensa que estoy casado —dice, guiñándome un ojo.

Me río, asintiendo.

Deslizo mis brazos alrededor de su cuerpo, brindándole de un último abrazo antes de que se vaya. Él me lo devuelve con más fuerza, apoyando su mentón en mi hombro. Posa sus manos en mi rostro, plantándome un beso de despedida en mis labios. Al ver que se aleja, contemplo que se le escapó una lágrima, aunque finge que no es así y se la seca con la palma de su mano. Se acerca a Marcus, para despedirse también de su mejor amigo.

La debilidad de Daryl ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora