Capítulo 5

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Daryl Lombardi

Tomo asiento en uno de los sofás, relajándome después de hacer unas cuentas de la organización. Todo está yendo bien, la mercancía se vende perfectamente, no tenemos ningún problema con las autoridades y el dinero sobra. Al menos, eso va bien en nuestras vidas. Sigo pensando en el problema que supone matar a Trey y Arlette. Pero si no lo hago yo, alguien más lo hará. Esa persona que está detrás de ellos contratará a otra gente y los matarán.

Todavía quedan unos cuantos días para finalizar el encargo, prefiero fluir y dejar de pensar en ello. Veré cómo van las cosas con Arlette y, si veo que puedo considerarla una gran amiga, no lo haré. Pero tendría que buscar algún método para ayudarlos.

Hablando de ella, veo como mi móvil ilumina su nombre en la pantalla. Es la segunda vez que me llama el día de hoy. Intuyo que tendrá problemas con la novia de su hermano, por eso busca una distracción. Descuelgo su llamada, atendiéndola sin problema. Terminé todo lo que tenía que hacer el día de hoy, al fin estoy libre de todo trabajo.

—Hola, caracola.

—¿Qué pasa, cara pasa?

—Me aburro.

—Pues cómprate un burro.

—Ya te tengo a ti de burro.

—¡Burro tu hermano! —protesto.

—No, él es más una cabra, por los cuernos —ríe.

—Mi hermano también —me río con ella, pensando en el pasado de Duncan.

—Guao, algo que tenemos en común —comenta ella—. ¿Puedes venir a mi casa?

—¿Qué te crees, que soy tu payaso de circo al que puedes llamar a cualquier hora del día cuando te sientas aburrida?

—No, no, no, no —hace una pausa—. Bueno sí. Nah, es broma, sabes que te tengo mucho cariño por alguna absurda razón. Me transmites buenas vibras y, mis amigos de toda la vida no me hacen ni puto caso, probablemente quedarían entre ellos sin avisarme —suspira—. Si no estás ocupado podrías venir a mi casa, echarle un vistazo a mi hermano y desaburrirme a mí —sugiere.

Escucho un ruido de fondo, como si tuviera la televisión encendida.

—Cuenta conmigo —accedo con facilidad—. Iré en unos minutos —cuelgo.

#

Estaciono el coche frente a la casa de Arlette. Me detengo en su puerta, llamando al timbre, esperando a que alguien decida abrirme. Finalmente, una persona me recibe, pero no se trata de Arlette, sino de Trey. Luce confuso, preguntándose qué hago aquí.

Está más guapo que esta mañana, con su cabello rubio platino bien peinado hacia delante, ocultando su frente. Sus ojos destacan con el color de su ropa, va vestido con un jersey de cuello subido de color negro. Le queda bastante bien al estar ajustado a su torso, marcándosele los músculos que oculta bajo su ropa.

—Ejem —me llama la atención, logrando que vuelva a clavar mi mirada en la suya—. Arlette está en su cuarto —me informa, haciéndose a un lado para dejarme pasar.

Perfetto —sonrío.

Lo sigo hacia la habitación de su hermana, investigando cómo es su casa por dentro. Me encuentro con la tal Enora en el salón, esperando a su novio sentada en uno de los sofás. Sonríe a modo de saludo, haciendo un gesto con la mano. Le devuelvo la sonrisa por amabilidad, intentando descubrir qué vio Arlette en ella para que percibiera esas malas vibras que me comenta. No noto nada fuera de lo común.

La debilidad de Daryl ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora