Capítulo 61

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Trey Joyce

Los funerales siempre son tan fríos y deprimentes como de costumbre. Estoy en una esquina, observando a todos los aquí presentes. Familiares y amigos de Philip y Charles Joyce. Los dos ataúdes descansan en una sala del tanatorio. Ninguno de los dos es a puerta abierta. Mi abuela lo prefirió así.

Dirijo mi mirada hacia mis tíos, los supuestos padres de Ace. No parecen preocupados ni desconcertados por la desaparición repentina de su hijo. Él nunca fue una persona presente en la familia, por eso no se extrañan. Lo harán con el tiempo tal vez. Aunque no me preocupa porque su cuerpo ya fue enterrado en un lugar lejos y escondido, donde nadie puede encontrarlo.

Desvío mi atención hasta mi madre, viendo como clava su mirada en el ataúd de Charles mientras llora en silencio. Está arrepentida de su pérdida y de que haya pasado sus últimos años de vida encerrado en un psiquiátrico, cuando él no hizo nada. Quizás se culpe de su muerte y de todo lo que ha ocasionado ese incendio.

Arlette está en completo silencio, junto a Marcus. Él la mantiene bien, en calma. Los ojos verdes de mi hermana no miran a ningún punto fijo, parece que no está aquí presente y que no es consciente de lo que está pasando. Apenas habló en estos días, después de descubrir toda la verdad. Solo soltó algunas palabras y la mayoría eran relacionadas con Archie.

Comienzo a caminar alrededor de la estancia, contemplando los dos ataúdes de madera que contienen los cuerpos de dos personas que significaron mucho para mí. Mi abuelo siempre estuvo ahí después de ese incendio que rompió a nuestra familia. Quizás no de la mejor manera, pero era una figura paterna que tenía en ese entonces. Aunque al final me demostró que no era un buen hombre, ni un buen marido, ni un buen abuelo. Sin embargo, ya lo perdoné por todo lo que hizo.

Y mi padre cargó con la culpa de un crimen que no cometió. Estuvo encerrado durante años en esa clínica, tomando medicamentos que le hacían perder la razón. Y, cuando todo podría haber acabado bien, Ace lo mató porque mi padre descubrió la verdad que él ocultaba. Fue una víctima. Alguien que no debió morir. Fue un buen marido al proteger de esa manera a su esposa. Un buen padre. Y un buen hombre. Todo al contrario que Philip.

Una mano se posa en mi hombro, al girarme me encuentro con los ojos grises de Daryl. Me alivia encontrarlo aquí. Emana esa paz y tranquilidad que ahora necesito. Sus ojos son lo que más destaca al tener una vestimenta completamente de color negro, haciéndole juego con su cabello. Sonrío de manera inconsciente al estar a su lado.

—No sabía que vendrías.

—Sabía que estarías aquí. Y quise acompañarte un rato —sonríe—. Además, mañana ya te vas y... quiero pasar tiempo contigo. Ya me despedí de Arlette también —dice, mirándola desde la lejanía—. Extrañaré mucho a esa enana gruñona —admite, soltando un suspiro.

Sonrío, asintiendo.

—Me alegra tenerte aquí —digo, sincero—. No tengo ganas de hablar con nadie de mi familia y mucho menos con los amigos de mi abuelo o mi padre. Pero tampoco quería estar solo en una esquina. Arlette está bien al lado de Marcus, pasando su último día con él. No quería acercarme a mi madre porque está demasiado centrada en llorarle la muerte a mi padre, además mi abuela la acompaña. Y mis primas pequeñas son insoportables. Por no mencionar a mis tíos que me miran mal, como si tuviera la culpa de que Philip me diera toda la herencia a mí.

—¿Qué vas a hacer con esa herencia?

—Donar todo el dinero a refugios de animales y a centros que se dediquen a todo el tema de salud mental. Las propiedades las venderé y haré lo mismo, donarlo a las personas que lo necesiten. No quiero tener nada de Philip. Ni quiero ver ese dinero.

La debilidad de Daryl ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora