Capítulo 46

2.4K 345 127
                                    

Arlette Joyce

«Te quiero mucho, Arly.»

Llevo diez minutos leyendo ese mensaje, sentada en el suelo y con mi espalda pegada a la puerta de mi habitación mientras todo está a oscuras. La única luz proviene de mi móvil.

Mi corazón golpea con fuerza mi pecho, luciendo acelerado por alguna razón. ¿Miedo? ¿Rabia? ¿Tristeza? ¿Alegría? Ni siquiera sé qué es lo que estoy sintiendo. Es una mezcla de emociones fuertes que se agolpan en mí y ni siquiera soy capaz de identificarlas. Mis manos están temblando al sujetar el teléfono, sin creerme que ese mensaje llegó, después de tantos días y noches queriendo recibirlo.

Pero ya no.

Ya no es el momento.

Ahora sé que él está vivo, que lo estuvo todo este tiempo y se fue durante muchos años, dejándome aquí sola. Supo que iba a sufrir con su muerte y ni siquiera le importó. Supo que sin él no estaría bien y le dio igual. ¿Y ahora? Ahora vuelve como si nada, queriendo matarnos a mí y a Trey para hacerse con el dinero de la herencia.

¿Y por qué este mensaje?

¿Por qué ahora que conozco sus intenciones?

Al pestañear noto como unas lágrimas se deslizan por mis mejillas a un ritmo lento y doloroso, hasta llegar a mi barbilla y caer hasta mi ropa, quedándose ahí impregnadas. Llorar me recuerda a lo débil que soy por dejar que cada cosa, por mínima que sea, me afecte a tal manera de hacerme estallar en llanto.

La medicación no sirve de nada.

Es por eso que arrojé el bote de pastillas contra la pared de mi cuarto, dejando el medicamento esparcido por el suelo de mi habitación.

Odio sentirme cada día así. Me siento débil, vacía, como si no estuviera viva. No soy capaz ni de identificar lo que siento. Mi mente me juega muchas malas pasadas, pensando que estaría mejor muerta que así, en este lugar. Me siento una carga dejando que Trey me cuide tanto. No lo merezco como hermano mayor.

Y toda esta situación de Archie me supera. No he dejado de pensar en ello desde que mi padre dijo que estaba vivo. Finjo que no me importa tanto como quisiera, pero sí, me importa y me hace demasiado daño. No quiero volver a verlo. No quiero saber más de él. Quiero que se vaya de mi vida como hace tantos años y me deje sanar y ser feliz.

«Te necesito, Arly.»

Otro mensaje más.

«Déjame en paz, por favor.»

Le escribo eso con la esperanza de que deje de escribirme. No puedo afrontar esto ahora, no quiero.

«Mi Arly...»

Al leer ese apodo de nuevo siento como si me estuvieran apuñalando en el corazón con una daga larga, afilada y ardiente. Mi visión se vuelve completamente borrosa por todas las lágrimas que se acumulan sobre mis ojos. Duele. Mucho. Alejo mi móvil, depositándolo en el suelo y trato de ocultar mi rostro entre mis manos, aunque nadie me esté viendo. Todas las lágrimas se quedan adheridas a mis manos temblorosas.

Arly. Solo él me llamaba así. Después de su muerte nadie se había atrevido a decirme por ese apodo.

Escucho el móvil de nuevo, otro mensaje, probablemente suyo.

Seco las lágrimas de mis ojos con los dorsales de mi mano, estirándome para tomar de nuevo el móvil. Rápidamente leo lo que él escribe, sintiendo que de nuevo se acelera mi corazón. Pero esta vez reconozco el sentimiento, es miedo. Le tengo miedo a mi propio hermano, a mi mellizo, a la persona que tanto quise cuando era niña, a mi otra mitad.

La debilidad de Daryl ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora