Capítulo 24

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Daryl Lombardi

Estaciono el vehículo a varios metros del hotel, dejándolo escondido en una zona segura para que nadie lo vea por los alrededores. Deposito el teléfono en el interior del coche después de recibir la llamada de Trey. No quiero ninguna distracción ahora. Guardo la pistola en la guantera, no me hará falta en este momento. Equipo el arma blanca, ocultándola en uno de los bolsillos de mi pantalón.

Navaja: asunto personal.

Pistola: negocios.

Es una regla muy simple y básica cuando trabajas en una organización. Los asuntos de negocios siempre se tratan con armas de fuego. Normalmente son trabajos rápidos y los ejecutas en cuestión de segundos. Los asuntos personales requieren un mayor trabajo y siempre se tratan con armas blancas. Por ser silenciosas y por aplicar un poco de tortura sobre la víctima.

En el hotel nadie puede enterarse de lo que está ocurriendo en una de esas habitaciones, todo debe salir bien para que no me relacionen con el asesinato. Al ser un asunto personal, tengo ese riesgo. Y tengo mi expediente criminal bastante limpio como para que me pillen por culpa de un imbécil que debí matar hace tiempo. Por ello aparqué el coche lejos de ese hotel. Por eso estoy caminando entre los callejones, para ocultarme de la gente y dar con la entrada trasera de ese edificio. En esa zona no hay ninguna cámara que pueda reconocerme.

Llevaba años queriendo dar con esta persona, nunca dio señales de vida dentro de la ciudad, hasta ahora que volvió y se quedó en este hotel. Probablemente haya huido hace tiempo, cuando el apellido de mi familia se hizo más notorio en Barrow. Sabía las consecuencias que podría traer eso y prefirió esconderse antes que enfrentarse a mí. Y hoy cometió el error de quedarse aquí, cerca del centro de la ciudad, sin saber que esta noche sería la última para él.

Detengo mis pasos al llegar a la parte trasera del edificio. La puerta está entreabierta y, a escasos metros, veo a un hombre fumando al lado de unos contenedores de basura. Sé que trabaja en el hotel por el uniforme que tiene puesto. Está distraído, revisando algo en el móvil.

No escucha mis pasos.

Tampoco mi respiración.

Lo intercepto por la espalda, pegando mi mano en su boca para evitar que emita un solo sonido que me delate. Le asesto un golpe seco en su nuca con mi mano, dejándole inconsciente al instante. Quito la chaqueta con el nombre del empleado y el gorro que tiene puesto en su cabeza, vistiéndolo para intentar pasar lo más desapercibido posible.

En su cinturón encuentro las llaves de algunas de las habitaciones, las recojo antes de adentrarme al edificio. Debo darme prisa antes de que encuentren el cuerpo inconsciente de ese chico en la calle. Cierro la puerta detrás de mí, viendo las paredes de color naranja suave en el hotel.

Reviso las llaves mientras camino, viendo los números, esperando encontrar la habitación en la que se encuentra esa persona. Evito levantar mi mirada del suelo, sin querer que ninguno de los otros empleados me reconozca o incluso las propias cámaras de vigilancia que hay en lo alto de las paredes. Encuentro la llave exacta, manteniéndola escondida en el bolsillo de la chaqueta hasta llegar al cuarto.

Me adentro al ascensor, compartiéndolo con un par de personas que se dirigen a otro piso. No intercambio una sola palabra con ellas, me quedo en silencio, esperando a que las puertas del ascensor se abran ante mí. Por suerte, su cuarto se encuentra en el segundo piso. Enseguida salgo a ese pasillo, buscando con mi mirada la habitación correspondiente.

Al encontrarla, ni siquiera llamo a la puerta, meto la llave en la cerradura, girándola y abriendo con facilidad la entrada. Me adentro en el cuarto con rapidez, cerrando la habitación con llave antes de volver a salir.

La debilidad de Daryl ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora