Celo, Aemond.

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Todo estaba oscuro.

Cuando Aemond despertó, sentía su garganta seca, y sus oídos sumbar.

Rápidamente se dió cuenta de el sudor en su cuerpo y lo caliente que sentía su piel, trata de hablar pero no llega siquiera a abrir sus labios agrietados, resecos de repente.

Con esfuerzo abre sus ojos, están tan pesados, intenta enfocarse por qué siente algo llamándolo, desesperadamente.

Con mucho esfuerzo lo logra, se levanta y tal vez se mueve más rápido de lo que cree por qué pierde el equilibrio.

Una vez todo le da vuelta, cuando borrosamente puede ver una tela oscura en el suelo, él es muy ordenado, no pudo dejar algo así.

No parecía un ropaje suyo.

Algo dentro suyo se acelera y no siente miedo, pero si necesidad. Una necesidad tan feroz que solo puede buscarlo, por qué lo llama pero no lo encuentra, con velocidad logra sentarse en la cama buscando y buscando.

— alfa.

Su cabeza gira tan rápido que su cuello truena, entonces lo encuentra.

Lucerys.

Su sobrino, está en la habitación, una camisola de lino blanca únicamente encima.

Su angelical rostro cubierto con gotas de sudor, mejillas rojas y ojos brillosos.

Tan oscuros, llamándolo. Ruegan por él.

—¡Alfa!, ¡Alfa!, ¡Alfa! — llama con desespero, abriendo sin pudor sus piernas ante el cachorro enfrente — ¡Alfa, por favor! ¡Alfa!

Aemond traga saliva como puede, por qué aunque está tan quieto como una roca, es consciente de lo que está pasando. Saca una conclusión rápidamente.

Lucerys entro en celo, sorpresivamente, seguramente se adelantó y en ese estado tan vulnerable una vez más su Omega lo había llevado a un lugar seguro, con Aemond.

Solo que no era un lugar seguro, Aemond repaso todos sus sentimientos en su mente, llegando a una conclusión; se está presentando.

Y por el dolor tan fuerte que siente en su entrepierna, los colmillos rompiendo sus encías, el picor en sus manos y la forma en que no ha despegado su vista de las piernas de su sobrino, él es un alfa.

—¡Alfa! — gime fuerte y alto su sobrino, abre más sus piernas y a pesar de la oscuridad en la habitación, Aemond puede ver la entrada del mayor, su parte más privada.

La presentación de los omegas es más dolorosa que la de un alfa.

Si bien ambos sufren cambios de golpe, en el caso de los alfas un acelerado crecimiento en una noche, dónde pueden llegar a crecer hasta 20 cm de altura.

En el caso de los omegas era más cruel, sus órganos se reorganizaban y se deshacían, mientras que unos se queman otros se hacen de los desechos restantes.

Uno de los cambios más notables es en los omegas masculinos, pues su órgano reproductor cambia totalmente al de los omegas.

Una vagina.

Un escalofrío recorre su espalda entera, su sudor sale a chorros de solo ver la escena enfrente de él.

Pero no puede moverse, no puede.

No puede hacerle esto a Lucerys, no puede lastimarlo.

No a su Lucerys.

Lucha contra si mismo, se clava sus uñas en su palmas, no puede hacer algo así.

Lucerys está no oficialmente prometido a su hermano, si lo mancilla ahora puede arruinar para siempre la reputación de su sobrino, jamás podría repararlo.

Se busca un buen alfa - lucemondDonde viven las historias. Descúbrelo ahora