Mi alfa, Aemond

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Lucerys volvió a infiltrarse en la habitación del heredero, está vez fue mucho más dificil, antes Aemond solo tenía de guardia a los del pasillo, que rotaban cada 15 minutos por su habitación, ahora que era el heredero habia una cuadrilla entera de guardias permanentemente, en el cambio de guardias se hacía hasta que los otros guardias ya estuvieran ahí.

Hizo algo bastante malo en verdad, le pidió a Helaena meter a dreamfyre dentro del castillo.

Solo ese escándalo pudo dejar algo despejada la puerta del príncipe, para convencer al resto, hizo que sunfyre entrara por esos pasillos para ahuyentarlos.

Sus tíos lo ayudaron cuando a la mañana siguiente de la presentación de Aemond este fue a hablar con ambos omegas, diciendo que creía que el joven era su destinado.

Lloro a mares, hizo la mejor actuación de su vida, justifico que él había provocado el celo en el niño sin querer ¿Y por los dioses, quien no le creería a la dulce Lucerys? Ninguno de sus tíos puso en duda sus palabras.

Más que nada por lo que implica, el matrimonio con Jacaerys se anulaba de inmediato.

El mayor de los Strong estaba libre para el duo de hermanos.

Hablaría con su madre de ello más tarde, convencerla de un matrimonio grande con sus hermanos pequeños y su hijo mayor.

Cuando sunfyre salió "solo" detrás de los guardias, Lucerys pudo entrar a la habitación de Aemond.

Tenía a sus tíos comprados de que eran destinados, a Aemond en la palma de su mano y el matrimonio con Jacaerys a punto de romperse.

Todo iría bien de no ser por la reina.

Pero Alicent sería problema para más adelante, los rumores de Aemond llamando repetidamente a un familiar se regaron como la pólvora, fue uno de los motivos por los que sus tíos también confiaron en él, le daba más peso a su historia.

Se acercó con cuidado hasta el cuerpo en la habitación, cerró con pestillo la puerta de la habitación.

Aemond estaba dormido, su mente cruel rápidamente maquino una estrategia de la que salir bien librado ahora por su falta de interés en el príncipe que seguramente Aemond resintió.

Con rapidez se acercó, soltó sus feromonas y cuando Aemond se revolvió murmurando su nombre, sonrío victorioso.

Rasgo sus vestidos desordenadamente, su ropa interior también, se sacó una manga y despeinó su pulcro peinado.

Con ese aspecto desaliñado, se aseguro de montarse frente al príncipe, cuando se sentó en sus caderas se aseguro de sacar el miembro del alfa, notando al instante los cambios en el cuerpo del joven.

No era un cuerpo corpulento y grande típico de alfas, parecía más el cuerpo de un adolescente y teniendo en cuenta la edad del joven alfa, era un gran desarrollo.

Parecía de su edad.

Algo aturdido, volvió a su tarea, rasgo especialmente su ropa interior en dónde está su coño y con bastante dolor fingido grito.

Aemond se despierta alterado de inmediato, lanzando el cuerpo de Lucerys lejos, el castaño al instante rueda a propósito para caer al suelo.

—¡Alfa por favor no me hagas más daño! — grito aterrado Lucerys, con lágrimas corriendo en sus mejillas y su cuerpo tendido en el suelo, en un aspecto bastante horrible, con todas sus ropas rasgadas como si algún animal lo hubiera hecho, los rasguños en todas partes más su cabello despeinado, de inmediato todas las alarmas se encendieron en la cabeza del alfa, que asustado intento acercase, Lucerys al instante se corrió a la pared — ¡No más por favor! — rogó en llantos, levantando sus rodillas para que su coño quedará al descubierto por las rasgaduras, Aemond mudo su semblante al momento... ¿Él había lastimado a Lucerys?

—¿Lucerys? — pregunta con el corazón en la garganta temiendo lo peor.

—¿Aemond? — pregunta Lucerys con miedo en sus ojos, observando como quien mira a un mounstro — dime qué eres tú, por favor dime qué ya no me harás daño — ruega desconsoladamente y es lo único que Aemond necesita para desmoronarse.

El menor llora como un cachorro, asustado de si mismo, aterrado de ser capaz de hacerle algo así al castaño ¿Cómo pudo hacerle daño a su sobrino? ¿Cómo fue capaz su dragón de tal acto cruel? ¿Cómo pudo perder tan terriblemente su control sobre su dragón?

El dragón en su pecho gruñe enfadado consigo mismo, incapaz de creerse dueño de tal acto cruel, pero a la vez está asustado.

Los maestres dicen que su dragón es joven, como una cría aún actuará como cachorro hasta los 13 días del nombre.

Para Aemond es confuso, llora con fuerza y desconsuelo de pensar en como su dragón pudo hacer algo así, como pudo hacerle algo tan terrible a su sobrino cuando había podido mantener el control en si mismo antes.

Solloza más fuerte cuando con cuidado Lucerys aún en el suelo se acerca a gatas — ¿Aemond eres tú? — pregunta con una esperanza tan linda que hace sentir peor a Aemond.

Lucerys quería estar con él, Lucerys no lo había rechazado.

Había lastimado a Lucerys, a su sobrino, a su Omega.

— Oh, Aemond, si eres tú — Lucerys se levanta de inmediato a abrazar el cuerpo errático de su tío, llorando también — pensé que nunca aparecerías, tenía tanto miedo — llora con fuerza mientras se aferra al cuerpo contrario con sollozos escandalosos.

Aemond parece aún más pequeño, su cachorro tío y no su tío el heredero y alfa del reino.

—¡Lo siento!, ¡Lo siento mucho! — murmura entre llantos Aemond consternado — ¡Lo siento tanto Lucerys! ¡Yo no quise! ¡No sé cómo puede- yo!

—esta bien, aquí estás ahora — consuela pasando sus largos dedos por las hebras plateadas — ya nada puede lastimarme, ahora tú me cuidas — su voz melosa envolvió a su tío de inmediato.

Su plan fue un éxito, le explicó a Aemond la situación diciendo que trato de hablar con este pero se encontró con su alfa y fue como llegaron hasta aquí.

Aemond seguía llorando y disculpándose sin parar por lo sucedido, Lucerys logro convencerlo que estaba bien.

Con la culpa en el pecho del alfa menor, Lucerys hablo luego de un rato cómodo ; — ¿Pedirás mi mano? — cuestiona suavemente, casi como si Lucerys lo dijera con miedo.

Que grande era su actuación.

Aemond se quedó mudo de palabras.

Pedirle la mano a Lucerys siempre había sido su sueño, casarse y llegar hasta ancianos, su meta más grande en la vida.

Pero ahora tenía miedo, miedo de si mismo y el daño que le podía hacer a Lucerys, no quería una vida entera de encuentros así, el miedo en los ojos de Lucerys se tatuó permanentemente en su corazón.

Su Omega había hecho de todo para poder verlo y cuando fue de encontró con un salvaje.

Eres mi alfa — susurra con voz tan melosa como la miel en el oído del menor — Mi tío — agregó — Mi futuro rey también — con suavidad le da un beso en la oreja.

— No quiero lastimarte — admite, tan tierno y noble como solo Aemond era.

No me lastimaras, por qué eres tú.

La semilla fue plantada en Aemond, luego de esa tarde de pláticas y uno que otro beso de Lucerys al alfa, Aemond pensó seriamente en ello.

Siempre ha querido a Lucerys, toda su vida, desde que tiene memoria el Omega ha estado en su mente.

Tiene miedo de no ser suficiente, de volverle a hacer daño.

Pero las caricias en su cabello y rostro que el castaño le dieron aliviaron su profundo dolor.

Decide que si pedirá la mano de Lucerys, pero cuando su alfa haya madurado, a esta edad siendo ambos aún crias era demasiado arriesgado para su Omega.

Esa noche duerme pensando en la calidez de los labios de su sobrino contra su cien.

Se busca un buen alfa - lucemondDonde viven las historias. Descúbrelo ahora