Quiero a Lucerys, Aemond

1.3K 140 10
                                    

La puerta se abre cuando llega a está, hace una reverencia suave antes de tomar camino hacia su padre.

El rey Viserys juega tranquilamente con su maqueta de Antigua Valyria, tiene lo que parece ser un edificio entre sus manos mientras descubre dónde colocarlo.

—Mi señor — saluda Aemond.

—Hijo mío — voltea con dulzura Viserys, con una sonrisa cálida — Has solicitado una reunión conmigo, supongo que tiene que ver ¿con tu gira por un Omega, tal vez? — comenta lo último pícaro.

—Padre, la gira era innecesaria, yo ya tenía el deseo en un Omega — comenta con convicción, seguro de sus palabras.

Aturde a Viserys un segundo, por qué nunca ha visto a su tímido hijo tan seguro.

— De modo que ya has elegido — lo mira buscando aprobación, Aemond asiente seguro — ¿Se puede saber quién es entonces la o el Omega afortunado? — pregunta con una sonrisa grande, espléndido de ver a su hijo tan seguro.

— Lucerys Strong — musita de inmediato.

—No — sin embargo casi al instante Viserys se niega.

Aemond se siente aturdido de golpe, no esperaba eso.

— Dijiste después de la coronación que todo lo que toque el sol me pertenece, que cualquier cosa que yo desee se me será dada — hablo con voz firme, algo enojado — Quiero a Lucerys.

—No — negó rotundamente Viserys — busca otro Omega, Lucerys no será cedido — volvió a negar está vez incluso con su cabeza.

—¿Por qué? — pregunta frustrado — No hay otro Omega que me guste, lo quiero a él desde que tengo memoria, es mi Omega — afirmó.

—Puedes confundir tus sentimientos, no has sido cercano a otro Omega que Lucerys, tal vez si extiendo tu gira más tiempo tú -

—¡Quiero a Lucerys! — dice Aemond luego de negar con la cabeza — Es mi Omega ¿Que quieres para dármelo? Cederé el trono si así lo deseas, que Rhaenyra sea reina, dame a mi Omega — propone.

Sin embargo, la reacción es peor aún; — Ni aunque tengas el mejor dragón del mundo, la mayor fortuna en oro y todos los tronos de todos los reinos, te cedería yo o Rhaenyra a Lucerys — niega en cólera — Es un Omega que simplemente no te pertenece — intenta hacerlo razonar.

— ¿Pero por qué? — exige enojado, aunque se controla lo mejor que puede aún se pueden ver sus mejillas rojas de la furia — Lo ibas a casar con Jacaerys sin importante los sentimientos de tus otros hijos, casalo conmigo y le irá mejor que a mis hermanos — intenta hacerlo ver su punto de vista.

—¿Casarlo contigo? — dijo entre risas irónicas — Lucerys tendrá mejor vida con su hermano, no me  intentes  persuadir no lo lograrás — advierte con un dedo.

— ¿Por qué eres tan ruda? ¿Que he hecho yo para que me sea negado tan rotundamente Lucerys? ¿Esque a acaso mi falta de dragón se interpone? Iré hoy mismo a Dragonstone si ese es el problema.

—Ojala fuera tan sencillo hijo, solamente es que no puedes tenerlo-

—¿¡Por qué!?

—¡Por qué no te pertenece! — Viserys grita con la furia a tope — ¡Ese Omega no te pertenece, su vida no será marchitada por ser tu consorte, haré todo lo posible en mis manos para alejar a Lucerys del trono! — Viserys se deja ir entrada la furia — ¡La historia no se va a repetir mientras haya aliento en mis pulmones!

—¿Es esto por la reina Aemma?

Antes que Aemond se diera cuenta, su rostro se volteo a un costado, picando.

Viserys lo había cacheteado.

—¡Que te pasa!

Una nueva voz se agrego a la discusión, con cuidado Daemon lo levanto del suelo, examinando su rostro, notó al instante lo rojo que estaba.

— ¡Es un cachorro por amor a los dioses! — Daemon fulmina a Viserys con la mirada, se agacha para examinar mejor el rostro de infantil de Aemond notando las mordidas en su cuello y hombro, con cuidado pega el menor a su cuerpo — ¿Por qué le niegas tan cruelmente a su Omega?

— ¡No se llevará a Lucerys! — sin embargo Viserys no cede su postura.

— ¡Cuando pediste la mano de Aemma a Lord podrik este te golpeó! — le recuerda — ¡Sin importarte negativa, seguiste intentando una y otra vez! ¿Por qué te olvidas de tu pasado? ¡Repites la historia!

— ¡Precisamente por eso! ¡No quiero que Lucerys sufra!

— ¡Solo conseguirás que lo robe! ¿Cuando Aemond robe a Lucerys, que harás? ¿Matarás a tu propio hijo? ¡Es tu sangre Viserys!

Parece que las palabras calan en el viejo hombre, que avergonzado mira al suelo, Daemon observa el rostro decidido de Aemond y se da cuenta que el alfa tenía esa posibilidad en mente.

—Casarlos — habla más bajo Daemon — Casarlos, pero que se encamen hasta que Aemond cumpla los 13 días, Lucerys tendrá 18 la edad de Rhaenyra — decide tocar un tema sensible — es bajo el riesgo, yo mismo cuidare el embarazo de Lucerys — promete, se asegura de soltar sus feromonas para calmar a ambos alfas, Viserys se relaja casi al instante — Que la tradición de nuestra Casa siga, la abuela de Aegon el conquistador de casó con su tío, si tal unión nos llevó a la gloria ¿Que te garantiza que no lo volverá a hacer? Este es un buen alfa, tu hijo, no cometería tus errores.

Esa tarde, se anunció oficialmente el compromiso del alfa Aemond Targaryen y  el Omega Lucerys Strong.

Contra la voluntad de los padres del Omega y de la madre del alfa, Viserys lo decreto y anunció a todos los siete reinos.

Rhaenyra estaba enfadada, solo Daemon pudo calmarla luego de una sesión privada de la que la corte se encargó de informar a todos los nobles.

Lucerys y Aemond bailaron durante toda la noche en las calles de Kings Landing, dónde se llevaron la fiesta al pueblo.

Las risas de Lucerys se escucharon por todo el pueblo, dicen que el brillo en los ojos del alfa era tan grande que iluminaba el lugar, no bailo con otras y cuando los ciudadanos más valientes pedían la mano del dulce Omega, el alfa seguía fascinando con su mirada fija en el más alto.

Un amor tan bonito como el que parecía desprender aquel par no podía estar prohibido, rápidamente la gente le agradeció a Viserys por dejarlos estar juntos, pues el corazón del pueblo se lo habían ganado ese par antes, ahora que están juntos no ha habido pareja que haya sido tan querida por el pueblo.

Tal vez, solo la difunta reina Aemma y el rey Viserys.

Muchos osados decían que era Lucerys la reencarnación de Aemma, la belleza era casi innegable, tanto como el amor en los ojos de los jóvenes prometidos.

Quedó grabado en la historia el amor que tío y sobrino tenían, llamaron a Lucerys bendita y Aemond el dulce pequeño rey.




Se busca un buen alfa - lucemondDonde viven las historias. Descúbrelo ahora