rio de chocolate, Aemond

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-¿Aprendes poesía?

Aemond se acurrucó en si mismo con más ahínco, nervioso y avergonzado.

Lucy, su dulce sobrino le miraba con dulzura, grandes ojos verdes con pequeños motes morados.

-Es lo que dice el ma-maestre- hablo bajito.

Lucy soltó una risa pequeña y dulce ante la actitud apenada de su pequeño tío.

-¿Podrías escribir para mí?

Aemond mordió su labio con nerviosismo, pensando en la propuesta que su sobrino le hacía.

Escribirle abiertamente poesía a Lucy sería malo, muy malo.

Él sabría que Aemond ve a Lucy tan bonito, que le gusta el rosa de sus mejillas, que sus ojos verdes son tan bonitos como los limones, que le gusta cuando viste vestidos que dejan sus hombros a la vista.

O que sueña con tocar el cabello que parece tan suave como algodón de azúcar.

-¿Por favor?

Le pidió amablemente, abriendo sus ojos en grande.

Aemond no podía contra eso.

-Es-esta bien

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-Aemond cumplirá 8 onomásticos en la siguiente luna - intento llamar la atención del rey - ¿Quiere que organicemos algo, su gracia? - Alicent preguntó.

Viserys quitó su mirada de su anillo, observando a todos los que estaban cenando esa noche.

Sus hijos, todos.

Rhaenyra estaba callada, dando un pedazo de pastel de vez en cuando a Aegon.

Su primogénito varón comía el pastel con la boca abierta, hablando animadamente con Helaena, su otra hija solo escuchaba con atención, Aemond comía callado y Daeron interfiere con murmullos pocos entendibles entre la amena charla que Aegon sostiene con Helaena.

Había sido bueno que tuviera a sus hijos con un diferencia de edad tan poca, Rhaenyra era la mayor solo por un lapso de 9 años con Aegon.

De ahí sus hijos se habían criado como buenos hermanos, se concentro especialmente en eso, que ellos fueran conscientes que eran hermanos y debían amarse.

Cuando Rhaenyra se presentó como Omega, perdió el derecho al trono, una mujer podía gobernar, un Omega no.

Luego Aegon se presentó como Omega.

Le siguió Helaena.

Solo faltaba la presentación de Aemond y del pequeño Daeron de 3 años.

Si alguno de ellos se presentaba como alfa, sería el legítimo heredero.

Viserys pensaba en casar a Helaena con Aemond o a Aegon con Aemond, incluso a Daeron con Aemond.

Sabía que él sería, era tímido y callado, estudioso y atento.

Pero la mirada feroz característica de su madre alfa estaba en su hijo, veía quién sería el rey cuando él pereciera.

Aunque si fallaba, todavía Rhaenyra tenía tres hijos sin presentar, el mayor era probable que fuera un alfa, entonces tendría que casar a Jacaerys con alguno de sus hijos omegas.

Rhaenyra se había casado con Harwin Strong luego de un escándalo sin precedentes sobre Daemon y Rhaenyra.

Ambos omegas.

Lo que había herido a Viserys también por qué estaba cortejando a su hermano menor, de alguna forma logró poner su deber de padre por encima de un rey y caso a Rhaenyra en una boda digna, con un hombre digno, como los es Harwin Strong.

Con el paso del tiempo se casó con Alicent Hightower para evitar problemas con la fé.

Daemon había saldado pases con Viserys y se había casado con el alfa pequeño Leanor Velaryon.

Todo en la Casa del dragón parecía ir bien, excepto el problema de la sucesión.

Era algo que sinceramente dejaba sin sueño al rey Viserys.

-¿Que deseas?- le pregunto a su hijo con cariño.

Aemond se volvió a encoger, jugando con la comida.

-Lo que su gracia quiera - hablo bajito.

-¿Te gustaría una cacería? - Rhaenyra le pregunto con cariño.

Ella sabía que lo único que podía animar y desatar a su hermano tímido era la cacería.

La postura de Aemond cambio, mirando con ilusión a su hermana mayor, con la espalda recta y ojos saltones.

-¿Harías eso por mi hermana?- preguntó con toda la emoción filtrándose en su voz infantil.

-Si su gracia lo permite - miro a su padre, Viserys asintió contento de ver la interacción de ambos hermanos.

Haría una gran cacería.

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-¿Lo puedes leer? - Lucerys se sentó con delicadeza a su par, mirando atentamente la libreta que estaba en su regazo.

-Es malo...

Lucerys tomo el mentón del niño con cuidado, sonriendo confortablemente para calmarlo.

-Seria raro que fuera bueno viniendo de un niño, pero lo hiciste tú así que debe gustarme- ánimo juguetón.

-Esta bien...

con las mejillas al rojo vivo y las manos sudorosas, el corazón latiendo desenfrenado en sus oídos, trago aire, tomo valor y recitó;

-Tu cabello cae como cascadas de chocolate, dulce y suave al tacto. Cada vez que lo veo, mi corazón late con fuerza y con gran afecto.

Tu sonrisa es como la luz del sol, tu voz es como música celestial. No importa cuánto tiempo pase, siempre estarás en mi corazón especial.

Agachó la mirada avergonzado.

No escucho nada por un minuto y Aemond sintió el profundo dolor del rechazo ¿Se había dado cuenta? ¿Que era muy bonito? ¿Demasiado bonito? Tal vez era feo y a Luce no le gustaba o-

-¡Me encantó! ¡Es lo mejor que me han dicho!

El niño mayor abrazo al contrario con fuerza, lleno de euforia, Lucerys le dió besos rápidos en la cabeza a su pequeño tío, realmente feliz por lo que había escrito su tío ¡Era un genio! ¡Tal vez incluso un niño prodigio! Ningun otro niño de 8 lunas podría escribir algo así.

Aemond se permitió dejarse llevar por los elogios y abrazos de su sobrino mayor, cerrando los ojos.

Disfrutando la sensación.

Se busca un buen alfa - lucemondDonde viven las historias. Descúbrelo ahora