¿Dónde está mi alfa?, Lucerys.

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—¿Cómo no saben dónde está? — pregunta entre dientes.

Está enojado, mucho.

Hoy no se despertó con los besos en su mejilla de Aemond, tampoco tuvo su desayuno en cama y no pudo atormentar a Aemond con provocaciones indecentes.

En resumidas cuentas, Aemond no está y si Aemond no está él está aburrido y aburrido es igual a miserable y Lucerys no es miserable.

Está enrabiado por qué lo dejo aquí y se fue dios sabe a dónde y con quiénes.

Si Aemond está con otro Omega le va a arrancar el-

— Huyó en la noche — Daemon contesta cuando entra en la habitación, de inmediato Lucerys se calma.

Una vibora siempre reconoce a otra, si Daemon está aquí entonces todo está bien, Aemond no se fue de bastardo infiel.

— ¿A dónde, querido tío? — pregunta con angustia.

No finge, al fin de cuentas Aemond es su mundo entero, todo lo que hace gira en torno a él.

— Por lo que sospecho, fue por un dragón a Dragonstone, para protegerte — le dice con palabras cantadas, antes de tomar la charola de la mesa y darle algo de leche, Lucerys la tomo.

Sin embargo no es una buena noticia — Pero él no está listo, se va a lastimar o peor aún el podria-

—Confio en mi sobrino, no es el mismo — le pasa un poco de fruta — va a conseguir un buen dragón, el solo te quiere seguro.

Lucerys toma la fruta entre sus manos y las observa con el ceño fruncido.

Él no necesita protección de Aemond, Aemond debería cuidarse de Lucerys, en todo caso Lucerys se encargará de cuidar a Aemond y que este no sufra pesares, ¿Para que un dragón? Suficiente tiene con Lucerys y Arrax.

— Aveces conviene más un dragón furioso a uno pasivo — le susurra al oído antes de levantarse y darle la charola de comida.

La frase lo deja pensando, su tío Daemon tiene más tiempo en el ruedo, tomar un consejo de él es sabio.

— Solo si sabes manejarlo y mantenerlo en línea — contesta en un susurro Lucerys.

Cuando Daemon le da un beso cariñoso en la frente para irse, deja a Lucerys pensando seriamente en el temple de Aemond.

Un rey pasivo le gusta a la gente, pero no muy pasivo como su abuelo por qué lo consideran débil.

Un rey pasivo pero que no teme en quemar a sus enemigos es un rey querido.

Tal vez debería pensar en como mantener una buena relación entre un carácter dócil y otro cruel.

Debe aprender a manejar otro nuevo carácter de Aemond, como saber usarlo a conveniencia y sacar provecho de ello.

Piensa en ello todo el día incluso cuando su madre parece más feliz con la noticia de la partida de su alfa a Dragonstone.

A Lucerys no le sigue gustando esa idea, Aemond no necesita proteger a nadie, Lucerys protege a Aemond de las víboras en todo caso.

Lo frustra no tener a Aemond con él todo el día y no tenerlo lo hace miserable y para que Lucerys no se unda en esa miseria va a hacer miserables a todos.

Al final de la noche, cuando iba a dormir enojado por qué Aemond se ha tardado mucho, siente todo temblar,  luego un rugido demasiado fuerte como para ser cualquier dragón.

Se esfuerza en levantarse para ver en la ventana si es el dragón que él piensa, sus sospechas se confirman cuando observa un gran lomo verde en los bajos de Winterfell.

Sonríe en grande al ver la bestia, pero cuando ve el contraste entre el pequeño Aemond y la gran Vhagar su corazón se descontrola.

"Va a caerse y se quebrara el cuello"

Piensa y tan rápido como el pensamiento llega corre, corre con todas sus fuerzas, no sabe de dónde las saca pero el hecho de solo pensar en esa posibilidad lo mata.

Corre hasta bajar las escaleras y con angustia intenta llegar a Aemond, baja el castillo y cuando se encuentra con la enorme puerta que los separa en desespero quita el seguro y con mucha fuerza abre la puerta.

Cuando el rugido de Vhagar lo recibe de golpe más que asustarlo Lucerys solo piensa en que ya es tarde y Aemond cayó.

Se mueve sin importarle las enormes fosas de la bestia y la rodea, busca con su mirada a Aemond y cuando se encuentra con el alfa su corazón se calma.

Pero solo dura un segundo hasta que ve su cuenca desnuda y su ojo colgante.

Nisiquiera grita, lo único que hace es intentar escalar ante Aemond y atender su ojo.

Su corazón permanece en su boca y oidos, está increíblemente asustado y lo único que quiere es proteger a su alfa.

Aemond intenta calmar su angustia por qué Vhagar no está nada contenta, pero Lucerys como el terco que es logra burlar a la vieja bestia hasta que sube a la silla de montar.

—¿Que hiciste? — musita sin aliento, solo siente las lágrimas rodar en sus mejillas — ¿Que hiciste? — con sus manos increíblemente temblorosas toma el rostro de Aemond — ¿Aemond, que hiciste? — pregunta con ansiedad al tope.

El susto en los ojos de Lucerys es abrumador, su piel está gris de golpe y pareciera que está presenciando una obra de terror caótico.

Lucerys paso toda la noche intentando recuperar el ojo de Aemond junto a los maestres.

No se pudo lograr, Aemond ese día perdió su ojo.

Pero ganó un dragón de guerra y no era Vhagar.

Se busca un buen alfa - lucemondDonde viven las historias. Descúbrelo ahora