Se busca un buen alfa - lucemond

El deber como reyes, Lucerys

Las canciones y los gritos de júbilo duraron toda la noche,  Rhaenyra en su tristeza profunda por perder a su padre y el pilar de su vida se alivió con los cantos, bailo tres bailes seguidos con su esposo y tomo vino, ella era todo risas y calidez, por esta noche en este pequeño momento, ella se permitió ser feliz y olvidar todas sus penas.

Lucerys observa la felicidad de su madre con gran satisfacción, ordenó que comida y bebida se repartieran a los súbditos, no quedó atrás la seguridad de estos, consciente de lo que el alcohol puede hacer en estas ocasiones; tres mil guerreros de la corona salvaguardaron todo los alrededores de king's landing, mil quinientos exclusivos en el fondo de pulgas.

No se pierde el hecho que la Casa Velaryon permanece orgullosa a la par de los Targaryen y los mestizos Celtighar, Baelon Velaryon tiene diez y dos, el heredero de Marcaderiva, primogénito de Daemon y Laenor, observa la fachada triste del chiquillo , Lucerys no ha convivido más de lo formal con el niño, sin embargo su tío Daemon vive en el rostro mulato del chico, el gran amor de entre sus hijos, el favorito seguido de su sexto hijo Vaemond y su cuarta hija Danaera, el solitario joven aunque rodeado de sus primos y sus bastos hermanos, se ve fingido, cansado y triste, una carga pesada ha caído en sus hombros, un Targaryen solo en el mundo, una cosa tan terrible.

Su esposo piensa con cohibición, un calor en su vientre y sus latidos frenéticos, era tan atrevido, tan feliz y tan... lindo saber que Aemond ahora era su esposo.

Su mejillas se llenan de calor y toma un trago de vino para agazaparlo, respira hondo y reanuda sus pensamientos, su esposo se toma un respiro su esposo, está contento.

Si Rhaenyra estaba feliz, Aemond saltaría en un pie hasta Dorne si pudiera hacerlo, ha cantado canciones con viveza, saludado a cada noble con alegría, comido y bebido, le ha tomado la mano, y ambos están bastante avergonzados en su prematuro enamoramiento, no existe par de jóvenes en los siete reinos, tan eufóricos como ellos, con la cálida sangre corriendo por sus venas, bombeando sus mejillas y el pecho errático de cada uno, sabiéndose que están unidos para siempre, como muchos antes que ellos y muchos que vendrán de ellos, han sido llamados por la sangre, para arder juntos.

Hoy se siente feliz, a gusto y logrado, con pena separa su mano del agarre perfecto con su esposo, recibe una mirada alarmada de inmediato, pero lo tranquiliza con una suave sonrisa y se levanta camino a las mesas conjuntas de las tres familias Valiryas, directo a la líder de la Casa Velaryon, su tía Rhaenys.

La alfa se levanta con gracia cuando está cerca, da una ligera inclinación que acaricia un poco su orgullo — Querida tía, tengo que discutir algo con usted, para consagrar este día — anuncia, Rhaenys se aparta de la mesa para salir un poco del foco, aunque realmente, los nobles solo gozan y ríen en alcohol y glotonería.

—Quiero que nuestra Casa se vea unida, hemos sufrido muchos golpes en poco tiempo — lo que es verdad, solo han pasado tres lunas desde que se presentó, una luna de su aborto, dos de la coronación como heredero de Aemond, media luna de la partida de Daemon y tres días de la muerte de su abuelo.

— Su gracia, el compromiso que usted tiene con la Casa es bastante firme y visto le aseguro — la alfa no lo amenaza pero tampoco lo engaña, de la misma calaña que su tío Daemon, con muchos espías en el castillo eso es seguro.

— Me alegra que usted se de cuenta que mi convicción — sonríe sincero.

—... ¿Fue indoloro?

—Fue digno, sin dolor y sin vergüenza, un pequeño sueño profundo le aseguró, me encargué que sus penas se fueran y su paz fuera eterna — contesta en voz baja, su tía parece satisfecha  con la respuesta, tomo un segundo para reponerse y Lucerys se lo concedió.