Los trucos de una vieja ninfa, Daemon.

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— Si sigues corriendo así me voy a caer— advierte — tengo 7 lunas, ya no puedo caminar — le recuerda — lamentablemente para tí, ya no puedo correr tras de ti como cuando niña — frena con cuidado a tomar aire.

Rhaenyra frena en seco por un segundo, antes de regresar y revisar si Daemon está bien.

—Oh, lo siento linda, ya no puedo seguirte tanto, mi edad y mi hijo no me dejan — se disculpa entre suspiros algo erráticos.

—Esta bien, toma aire, fue inconsciente de mi parte — se disculpa con vergüenza Rhaenyra, sus ojos se desvían sin permiso al vientre redondo de Daemon.

— Solo fuiste una madre ¿No? — intenta decir mientras recupera el aliento —  estoy bien — la frena cuando se acerca a ayudarlo — Siempre hacemos esto, los cuidamos desde nuestro vientre, los acogemos en nuestro cuerpo, los traemos y tenemos que cuidarlos de todo y de todos — suelta un bufido burlón, Rhaenyra lo toma con cuidado para levantarlo — entiendo tu preocupación, Rhaenyra — y como la vieja ninfa que es, suelta sus feromonas maternales, calmando los hombros tensos de Rhaenyra, pero sabe que necesita algo más para realmente convencerla, levanta su rostro para verla a los ojos, sonriendo con dulzura dice ; — Es nuestro pequeño hijo y es difícil — se asegura de decirlo muy cerca de Rhaenyra, que su aliento choque con su rostro.

La Omega se pierde por un segundo en su mirada, parece como si le dijeran que su mayor sueño se cumplió, Daemon sonríe en grande una vez más para evitar que Rhaenyra siga pensando, lo que logra al instante por el brillo en los ojos de la Omega.

—Ayudame a bañarme, en este estado no alcanzo mis piernas solo — pide con cariño peculiar, Rhaenyra asiente de inmediato.

Lo ayuda a llegar hasta sus aposentos temporales con calma, Daemon sigue hablando sobre sus hijos y lo mucho que los extraña, se enfoca mucho en recalcar que son sus hijos, de ambos.

— ¿Me puedes quitar está camisa? — tengo un sirviente que se encarga pero no sé dónde esta— agacha su mirada — ya no rodeo mi vientre...

—Esta bien tío, siempre que necesites ayuda estaré aquí — promete Rhaenyra con el corazón en la garganta, se acerca hasta su tío y con las manos temblando le desabrocha el primer botón, cuando obtiene una sonrisa calmada de Daemon sigue con el siguiente hasta que logra quitar la camisa de su tío y notar que hay al menos 3 capas más de ropa, incluida una especie de armadura de cuerina.

—Es para proteger mi vientre, cuando tú estuviste en estado te di algo similar — le recuerda Daemon.

—¿Tantas capas?— pregunta incrédula.

—Eso es por qué ya estoy algo viejo y con este vientre mucho no me puedo mover — sin querer parece ser que sus palabras calan en Rhaenyra, como si el hecho de recordar su edad avanzada la afectará mucho, en el sentido de que Daemon no vivirá toda la vida junto a ella — te tengo a ti ¿No? Puedes quitarme todo esto— alienta.

Para Rhaenyra es lo mejor que le puede decir, no piensa mucho y con cuidado va quitando cada capa de ropa, ella misma no nota su ansia hasta que Daemon la frena con cuidado en la última camisa, de dónde la toma de las manos.

— ¿Llamas a los sirvientes? Para la tina — pregunta con ese tono tan dulce que hace fundir el cerebro de Rhaenyra.

—Si, solo quítate tus pinzas del cabello — se va una vez termina la frase.

Cuando la tina estaba ya llena de agua humeante y los sirvientes fuera Rhaenyra fue por Daemon, lo ayudo a entrar en la tina para sumergir su cuerpo, vestia solo su camisón blanco.

Intenta no mirar su cuerpo y solo ir por un recipiente para esparcir el agua mejor, pero una mano la frena — ¿Quieres sentirlo?— señala con sus ojos su propio vientre.

Se busca un buen alfa - lucemondDonde viven las historias. Descúbrelo ahora