La sangre salva a la sangre, Lucerys

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La ansiedad lo consume, está destrozado.

Borda con bastante agresividad aun cuando se pincha sus manos varias veces con la aguja.

Van a ejecutar a Jacaerys, seguramente a Aegon y Helaena también.

Tiene un golpe en su columna, no podrá caminar si no reacciona bien a la hiervas Aemond quedará lisiado.

Aun si logra levantarse del catre, Aemond no volverá a caminar, a montar un dragón y mucho menos va a cogerselo, lo que ahora si o si los descalifica como herederos, un rey impotente y una reina medio infértil, vaya par.

Aparte de perder a sus tíos y hermano, si es que su madre no cae en la locura luego de esto.

El panorama pinta horrible, su hermano ejecutado, sus tíos también, Aemond lisiado, su madre enloquecida y él inservible para cualquier otro alfa, un golpe tan contúndete a la Casa del dragón y peor aún, a su propio orgullo.

Piensa y piensa pero nada parece realmente llega a él , como si tuviera una pared en blanco frente a sus ojos todo el tiempo, angustiado por que la situación le sobre pasa y no entiende cuando fue el momento en el que perdió en control de todo, tal vez desde que Aemond no se movió a tiempo, pero no puede culpar a ninguno de los alfas y menos a sus tíos omegas que están aterrados hasta los dientes.

Jacaerys está encerrado en el calabozo, sus tíos en sus aposentos y el escándalo debió llegar hasta Essos.

No sabe dónde está su madre o Daemon, tampoco el rey, pero el también está confinado, seguramente a esperas de su declaración para ejecutar a su hermano y tíos, debe hacer algo pero no sabe qué.

Se vuelve a pinchar la mano y cuando observa que esta vez se saca sangre su mente al fin se esclarece y una sonrisa ansiosa aparece en sus labios.

La sangre siempre es la respuesta.

Se levanta con apuro para golpear insistente a la puerta con sus dos manos hechas puño, un guardia le abre y su lengua se mueve al instante;

—Llévame con mi rey, dile que se trata sobre la traición — exige y el guardia ni corto ni perezoso lo lleva directo con su abuelo.

Cuando las puertas de el pequeño consejo están cerradas sus manos pican, observa que más sangre salió de su herida y de alguna forma ver el líquido espeso lo ayuda a calmarse, las puertas se abren y entra con la cabeza en alto, directo a su abuelo que permanece sentado en la cabecera de la mesa.

Se inclina con gracia hasta que sus rodillas duelen y su espalda se dobla recta, levanta las esquinas de su falda y se deja humillar con una reverencia tan clara y profunda, reconociendo a Viserys como su máxima autoridad y a la vez, muestra respeto, arrepentimiento y vergüenza.

Viserys permanece tosco, aunque la impresión se filtra en su boca ante tal acto de humillación, nunca un rey, príncipe o cualquier integrante de la Casa Targaryen y sus descendientes han hecho algo así, a nadie.

—¿Tienes tu testimonio hecho?— cuestiona con algo más de debilidad que quisiera, es muy notable que el viejo rey está consternado por que Lucerys aún sigue firme en su reverencia.

— Mi rey, vengo a contar la verdad y solamente la verdad, sin embargo no testificaré en el nombre de los siete — advierte y aún sin ver sabe que el rostro del rey es arrugado en desconcierto — Exijo un juicio por traición — pide con la voz temblorosa pero está esa firmeza en ella que aún es impresionante, como si estuviera de pie y no humillado ante la corte y su rey.

— ¿Qué exiges entonces? Supongo que has venido a exigir un juicio por tu hermano el Príncipe Jacaerys.

— No, su alteza — levanta su cabeza y sus ojos azules están bañados en odio antes de pronunciar las siguientes palabras — Exijo un juicio de traición contra Lord Tyland Lannister— los jadeos conmocionados de la corte inunda el lugar, pero Lucerys sigue — Por desvío de fondos y sembrar sizaña entre los príncipes, colocar droga en mis té medicínales, tender una trampa-

Se busca un buen alfa - lucemondDonde viven las historias. Descúbrelo ahora