Lucerys no es una septa, no cree en La bondad de La madre y la virtud de la doncella, Lucerys es temperamental, controlador y sinceramente frió, manipulador y posesivo.
Existen límites en Lucerys, límites que suele respetar y no cruzar, uno de ellos es no interferir de más en las decisiones de Aemond.
Que Aemond quiera matar a su tío es bueno, se quita al hombre de encima, pero no es lo correcto su padre se opondrá de inmediato y lo menos que quiere es una pelea con la tierra de los ríos, perder Harenhall no es bueno.
— Su excelencia, según lo que le pude sacar a Ser Erryk su santidad el rey quiere ejecutarlo, muerte por fuego de dragón, la sentencia de traición — le informa.
La muerte por fuego de dragón fue usada por última vez con Maegor, regresó casi setenta años después y quienes sufrieron su sentencia son la extinta sangre de los nobles en el norte cuando mataron a su hijo no nato.
Existe algo de, poder en observar la forma en la que su marido mata a los traidores y enemigos suyos con fuego, prende el fuego en el vientre que baja hasta sus piernas y se atasca ahí hasta formar un pozo húmedo y caliente, pozo que Aemond ha disfrutado desde que se casaron.
Lucerys se anda con cuidado, no puede dar un paso en falso en ningún momento, amarrar a Aemond con un embarazo no existente fue tal vez una de sus decisiones más arriesgadas, no por que Aemond hiciese algo de descubrir el engaño, si no por cómo saldría de esto con la fachada de esposa digna y victimizada que siempre le sale bien, no puede matar a otra rama de nobles sin provocar una revolución y una guerra, los nobles en Dorne ya se han enterado de lo ocurrido en el norte y sus susurros pueden llegar rápidamente a los oídos de la princesa malintencionados, la nobleza no se tomó bien la forma en la que el pueblo se volcó, Dorne es caliente y pasional, leal a sus líderes, los nobles serán muchas cosas pero nunca se le darían vuelta a su regente de la forma en la que el pueblo sí lo hizo, tanto con la princesa como con sus propios señores feudales.
Pero mientras tenga al pueblo tiene a Dorne, si la princesa no acepta su trato, el pueblo si lo hará.
—Quitadme este vestido, traerme uno nuevo de los encargos a Lady Censia — ordenó a sus sirvientas, la mayor acato de la orden y las otras dos esperaron por sus propias tareas — tráeme el perfume de vainilla y tu tráeme un poco que vino, cuando lo hayas hecho llama al rey y dile que su reina tiene noticias— su mirada se fija en el taburete, llegó la hora de hacer lo necesario.
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Aemond es leal hasta los dientes, servicial, devoto, obediente.
Por ello acudió al llamado de su reina de inmediato, pero jamás esperó encontrarse en esta posición.
Lucerys tiene esta clase de poder en el, puede hacer que las razones junto a las emociones salgan por sus oídos, escapan pensamientos y letras, dejan su mente vacía y primitiva, lista para lo que se necesita en una situación así. Pero ¿que más podría hacer? Encontrarse a su esposo así, con un vestido ligero y transparente, el vino que cae por su pecho hasta ese lugar bendito que está tapado por la masa de carne doblada de sus piernas tersas ¿que se supone que tenia que hacer? ¿Como podría dar la media vuelta e ir con Rhaenyra? Su hermana podría esperar, tiene que ponerse de rodillas y rezar al único dios que conoce.
Lucerys no necesito decir una palabra, con esa sonrisa traviesa y sus ojos divertidos fue suficiente para que sus pies corrieran con apuro y su boca se secara, como envuelto en neblina, el vino en su olor lo aturde, pero la visión del blanco manchado en rojizo sobre su piel lo mata, lo aniquila, lo deshace.
Las septas le mintieron cuando dijeron que los siete cielos se ven al morir, Aemond ve los siete cielos, siete infiernos también, cuando las torneadas piernas se desenredan y muestran lo que Aemond solo puede describir como las puertas de los siete cielos y los siete infiernos.
— Ven aquí, cariño — arrullo con su voz melosa, lo atrae de la misma forma que un animal domesticado siguiendo la orden de su amo — ven a mi — sonríe lasciva, hay su preciosa Lucerys, tan bella, tan suya.
Para cuando cae de rodillas su mente regresa, observa desde abajo a Lucerys sonreír coqueto, le toma un segundo buscar en que está mal aquí. El olor.
Lucerys que vuele tan divinamente que lo atrae como miel a las abejas, tiene un toque más dulzón, más maduro, casi similar a cuando-
Cuando-
— Estas embarazada — sale sin freno de sus labios, estupefacto.
Aemond jamás dudo de la fertilidad de Lucerys, sin embargo su esposo no había mostrado indicios de estar en cinta más que su palabra y Aemond confía firmemente en ella.
Por lo que la realización de que en realidad en realidad ella estaba embarazada fue algo instintivo, el dulce aroma a leche dulce en su piel fue suficiente para borrar todo pesar de su ser.
— Claro que si, alfa. ¿Cómo podría no estarlo? Ya te había dicho yo la noticia — se burló, Lucerys siempre se burla, con esa sonrisa que hace su nariz arrugada y sus mejillas brillantes. Su Lucerys, que nuevamente carga a su hijo.
Los maestres habían dicho que el daño fue irreversible que Lucerys no podría caer en cinta de vuelta, bramaron sobre la debilidad de su fertilidad y Aemond había intentando con sus fuerzas mantener la castidad, algo que fue imposible. Pero aquí estaba Lucerys, suave y dispuesto, hermoso y divino, celestial de una forma que nadie más podría serlo, siempre desafiando a todos, siempre sorprendiéndolo.
Lucerys se sintió genuinamente atesorado cuando recibió un beso con tal ternura de su tío, tan delicado y dulce como sólo su alfa puede ser.
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—Se me informó que usted planeaba una rebelión por la nueva ley — La voz de Aemond ahora más ronca y rasposa, resonó por todo el salón — respecto a su propia buen hermana, Rhaenyra y su hermano de sangre, Harwin.
La corte ama estos juicios se escapa en los pensamientos de Lucerys, posa su mirada sobre cada rostro, cabelleras rubias doradas y castañas comunes en general, pronto se llenarán de variedad, cuando mande a llamar las damas de cada gran casa noble desde que empezó el primero corren como ganado arreado al gran salón. Piensan en quien será el siguiente en ser ejecutado. Quien será el siguiente traidor y destruirán su memoria por eso.
— Sin embargo mi reina y yo desestimamos dichos testimonios — Aemond informa, Lucerys mantiene su cabeza al frente, parado a la par del trono donde prontamente tendrá su lugar, Aemond también está de pie, se negó desde la coronación a sentarse en el trono sin que Lucerys pudiera sentarse a la par en su propio trono — por lo que el caso contra vuestra persona sobre traición esta desestimado.
Estarán decepcionados esta vez oculta su sonrisa ante el jadeo colectivo.
— Los traidores que osen ir contra el señor Strong , irán no solo contra la corona, si no con la casa Strong y mi propio ser, La casa Targaryen y Strong permanecemos unidos en santo matrimonio. Maldito sea quien vaya en contra nuestra.
Eso es, defiende a tu buen hermano, haz un acto de buena fe Aemond toma su mano y se retiran juntos en paso firme muéstrales que puedes tener misericordia, que contigo no todo es simplemente fuego de dragón y traiciones, también lealtad y misericordia, que también existe buena voluntad en ti la corte corre en abandono del salón, un murmullo distintivo se escucha, muéstrales que rey puedes ser, que clase de reyes somos.
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Feliz navida y feliz año nuevo.
Siguiente capítulo tratará sobre la maternidad de Lucerys y como es manejándola.
Aemond tiene una imagen muy mala para los nobles, COMO REY, como esposo la mayoría quiere tenerlo jsjsjsj, pero se necesita más si se quiere ser recordado de la forma en la que Lucerys quiere y no como una segunda venida de Maegor.
Corrijo errores mañana.
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Se busca un buen alfa - lucemond
FanfictionLucerys es un Omega inteligente y de dudosa moralidad, cuando se presenta como Omega comienza a buscar su alfa ideal. Aemond es un pobre alfa joven, que por circunstancias de la vida queda en la mira de su sobrino mayor. Lucerys es un demonio ambici...