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Xander

El cuerpo de Rebeca bajo mi brazo se siente bien. Parece que se ajusta perfectamente al costado de mi cuerpo e intento no pensar en la conversación que tuvimos en el coche, porque me volvería loco.

La preocupación que tenía al ver sus ojos llorosos se nubló cuando mencionó que acabaría el día usando su vibrador... porque su novio es un imbécil. La verga dura presiona mis pantalones cuando me la imagino en la habitación haciendo eso, sabiendo que estaré a metros de distancia.

—¿Estás bien, Xan? —me pregunta cuando exhalo con fuerza.

—Claro, solo estoy un poco cansado —le miento.

Bec me sonríe y se me detiene el pulso.

Conozco a Rebeca desde niños. Mi mejor amiga. La amo en secreto desde que puse mis ojos en ella, en segundo grado de la escuela primaria. Cuando la niña de ocho años decidió que seríamos mejores amigos, acepté. Cuando la adolescente de quince dijo que seríamos mejores amigos para siempre, no me negué. Cuando la mujer de veinte años me presentó a Daniel Fergus como su novio, me callé las palabras que había guardado por tantos años como un cobarde, jamás encontrando el momento para decirle que quería algo más que su amistad.

Bec parece feliz viviendo en nuestra rutina de mejores amigos donde ella es la amable chica enamoradiza y yo soy un promiscuo que no puede mantener relaciones serias.

Si tan solo supiera que es por ella, no imagino su reacción.

Rebeca jamás me miró como algo más que un hermano mayor y una parte de mí se conformó con eso. Antes de perderla, cedí.

Ahora debo lidiar con la constante rabia de saber que Daniel ni siquiera tiene consideración por ella, pero no puedo hacer más que darle mi consejo, decirle que se aleje de él, pero... Demonios, es difícil. Bec es reservada sobre su vida sexual, pero sé que está frustrada y las ganas de arrojarla sobre cada puta superficie de la casa que compartimos para mostrarle lo bien que podría hacerla sentir me carcomen, aunque jamás lo haré.

Estropear mi amistad con la chica que amo está al final de mi lista de prioridades y podría apostar mi Vento a que, si algún día me declaro, huiría. Ella jamás me verá como algo más y ya lo acepté, aunque mi pene parece seguir entusiasmado cada vez que ella está cerca, lo que es mucho, a decir verdad, porque vivimos juntos y está sobre mí todo el día, cuando no está siendo una planificadora de bodas excepcional.

—Deberíamos comenzar por allí —señalo un pasillo con baldosas más rusticas para el baño y Bec me sigue. Dejo mi mano en su espalda alta, pero ni siquiera lo nota. Está tan acostumbrada a mí, que nada parece extraño.

—Estas son bonitas —toca unas de color crema con vetas un poco más oscuras—. Deben ser claras, el baño tenía poca iluminación —me dice—, y lo harán lucir más grande —añade.

Tomo nota mental de lo que me dice, aunque luego me enseña más opciones.

—¿Qué hay de estas? —señalo unas de color hueso—. Podrían recubrir la pared y el suelo, darían un aspecto limpio.

—Si, es cierto.

Con dos o tres opciones más, seguimos hacia el sector de cerámicas más finas y las miro brevemente, antes de que mi atención se pierda de nuevo en Rebeca. Es imposible no mirarla, no solo por su físico llamativo, sino porque tiene una energía que te atrapa y hace imposible alejarse de ella. Cualquiera que conoce a Beca puede decirlo.

—Xan, mira aquellas —su mano me rodea la muñeca y me lleva hasta unos tablones de madera.

—Deben ser cerámicos —le recuerdo.

Se busca amor |Davenport #1| +21Donde viven las historias. Descúbrelo ahora