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Advertencia: escenas de agresión física y verbal.

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Rebeca

Lo que resta del almuerzo va... bien. Todos alzan una bandera blanca y el foco de atención termina apuntado a la política, los cambios sociales y cosas que se alejan mucho de la posibilidad de que sea madre.

Aunque mantengo una sonrisa en mi rostro, no puedo evitar que todo eso se repita en mi mente. Más de una vez voy al baño, me humedezco un poco el rostro y espero a que se me pase la sensación horrible que tengo desde hace días.

Tengo que hablar con Daniel. Tengo que terminar con esto. Esta vez, es definitivo. Mi mente no deja de decirlo mientras transcurre el almuerzo, cuando pagamos la comida y salimos para despedirnos. Nessa se despide con un abrazo que dura varios minutos.

—Termina bien tu día, Beca. No dejes que nadie lo arruine —susurra.

Mi padre es el que sigue, besando mi mejilla antes de ir hacia su coche. Los padres de Daniel se alejan tras despedirse.

—Tengo algunas cosas que hacer —me dice mi novio—. ¿Alguien podría llevarte a casa?

No es que su desaparición me moleste, pero llama mi atención.

—No te preocupes —le ofrezco una sonrisa, aunque no se la merece. Me besa la mejilla y lo veo desaparecer hacia su coche.

—¿Se irá? —la pregunta de Gretel llega tras de mí.

—Tiene cosas por hacer —le respondo—. Me pediré un taxi.

—De ninguna manera, Antony y yo te llevaremos —ofrece—. Xander llevará a Nessa, así que tú vienes con nosotros.

—No es necesario, puedo...

—Insistimos, Rebeca —murmura el padre de Xan—. Además, nos encantaría conocer el lugar en el que vives ahora.

Trago saliva. Solo quedamos nosotros tres y termino por asentir, aunque no estoy segura de que vaya a gustarles la casa de Daniel. Les doy la dirección cuando subimos al coche y Antony conduce.

—Ha sido... agradable —comenta Gretel, rompiendo el silencio.

Sé que no lo fue. Ha sido un almuerzo tenso e incómodo, pero fingir demencia es más sencillo que aceptar la realidad.

—Lo fue.

—Los padres de tu novio son... interesantes —comenta Antony.

—Hubieran sido más agradables si supieran a qué se dedican los Davenport —comento.

—Bueno, no es como si tuviéramos que enseñar nuestra cuenta bancaria —contesta Gretel—, pero entiendo por qué son así.

Me quedo callada en lo que resta del viaje. Antony detiene el coche cerca de la entrada a la casa y mis mejillas se ponen rojas. El pequeño jardín delantero es un desastre imposible de arreglar, apenas vivo con algunos arbustos.

—Pasen —abro la puerta con manos temblorosas, sabiendo que el interior tampoco es nada de lo que ellos acostumbran a ver—. No tuve tiempo de ordenar, así que...

—Es lindo —comenta Antony, mirando alrededor con cejas alzadas.

—¿Quieren un café? La cocina es por aquí —señalo el lugar, al que ellos me siguen. Gretel no dice nada mientras busco tazas, pero lo hace cuando vierto agua en la cafetera.

—¿Eres feliz, Beca?

La pregunta me crea dudas existenciales. Debería ser algo fácil, de sí o no, pero me genera incertidumbres. Soy feliz cuando estoy con Nessa, con Xander, con papá, cuando organizo bodas y puedo disfrutar de mi trabajo, pero a veces...

Se busca amor |Davenport #1| +21Donde viven las historias. Descúbrelo ahora