Rebeca
Hay un chocolate en la mesa de noche.
Es lo primero que veo.
Una barra de chocolate que no estaba allí cuando me acosté, así como la manta que ahora me cubre hasta los hombros. En la televisión ya no se reproducen imágenes de la película que puse como distracción y la puerta, que había dejado abierta, está cerrada.
Me estiro y todos mis músculos se resienten por el movimiento. Salgo de la cama, paso por el baño y me mojo el rostro, preguntándome qué hora es, mientras intento ignorar el corte en mi frente y los moretones visibles.
A pesar de que he recuperado mi teléfono, lo dejé en la que solía ser mi habitación y no tengo ánimos de ir a buscarlo. Debería hacerlo, lo sé. Tengo que hablar con mi padre y con Nessa, decir en voz alta lo que me ha pasado para poder superarlo, pero... el silencio es todo lo que emana mi cuerpo.
La voz de Daniel con todo lo que me ha dicho hace unas pocas horas se repite en mi cabeza y no puedo quitar sus comentarios de mi mente. Los escucho una y otra vez, mientras me llama zorra y frígida, acusándome de dormir con mi mejor amigo. Vi sus ojos fijos en la camiseta de Xander y supe que sus acusaciones estaban fundadas en eso.
Me dolía el cuerpo y mi ropa era demasiado ajustada, así que tomé prestado algo de lo suyo. Supongo que, sin querer admitirlo, también busqué estar rodeada de él y su aroma antes de enfrentarme a la que fue mi casa por un breve periodo.
El abdomen me duele cuando respiro profundamente y estoy emocionalmente drenada como para pensar en algo. Me limito a rebuscar un analgésico en el baño de Xan y liberar su habitación de mi presencia.
Lo encuentro en la sala de estar, mirando la televisión. No parece muy centrado en eso, pero está distraído, aunque sus ojos van a mí cuando me asomo por el pasillo.
—¿Dormí por mucho tiempo?
—Algunas horas —responde. Se mueve hacia uno de los lados del sofá—. ¿Cómo te sientes?
—Descansé —le digo vagamente—. Gracias por el chocolate, por cierto.
Me sonríe levemente.
—¿Quieres comer algo más?
Trago saliva.
—No lo comí, en realidad —confieso—, lo haré luego.
—No has comido nada en todo el día y solo has bebido un poco de café —me recuerda, como si no fuera consciente de ese hecho.
—No tengo hambre —me acomodo a su lado en el sofá, enderezando mi columna para que los golpes en mi abdomen no duelan tanto. Quizás debería regresar a la cama o, finalmente, acomodar mis cosas de regreso a mi habitación, pero no quiero moverme.
—Tienes que comer.
—Todavía estoy un poco nerviosa por lo que pasó y se me fue el apetito —respondo.
Xander ladea el rostro para mirarme.
—¿Quieres poner una película? —me ofrece el mando, pero niego. Están dando el partido de fútbol de uno de sus equipos favoritos.
—No tengo ganas de ver nada, en realidad —resoplo—. Creo que me iré a mi habitación, tengo que ordenar mis cosas —susurro.
No me contradice.
Cuando estoy en mi habitación, noto que Xander no ha tocado nada de lo que dejé y que el lugar sigue teniendo mi esencia. Todavía están mis fotos y el estómago se me retuerce cuando veo aquellas que había puesto con mi novio. Las arranco, dejándolas caer al suelo tras romperlas en pedazos y respiro agitadamente para no comenzar a llorar.
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Se busca amor |Davenport #1| +21
RomanceRebeca y Xander son amigos desde pequeños. Mientras que él se dedica a la arquitectura para la empresa de su primo, ella es una organizadora de bodas. Xander ama a Rebeca, suspira por ella y desea que su mejor amiga y compañera de piso le responda...