Se busca amor |Davenport #1| +21

12

Rebeca

Xander me mira con temor y separo los labios, pero la excusa no sale de mi boca.

—¿Quieres irte? —su pregunta tiene un tono de confusión y mis ojos caen a la bolsa de papel madera en su mano.

Trago saliva.

—¿Qué es eso?

—Tu regalo —responde—. ¿Quieres irte? —vuelve a preguntar.

—No sé.

Da un paso más cerca, mirando tras de mí.

—¿Y Daniel?

—No está —murmuro—, salió con sus amigos.

—¿Te dejó sola? ¿En tu cumpleaños?

—Xan...

—Lo sé, no quieres hablar de esto —suspira—. Ten —me ofrece la bolsa, que no dudo en mirar.

No me sorprende encontrar una pieza de madera. Es una de las piezas que elegí para la obra en la que está trabajando y se ha pasado los últimos años regalándome piezas de construcción que me gustan y yo amo esto. Puede parecer tonto, o puede verse como que él no me da regalos costosos, pero es algo tan... nuestro que siempre pone una sonrisa en mis labios. Incluso en este momento.

—Lo amo, gracias.

—¿Quieres ir a beber algo?

Me miro las piernas, cubiertas por un pantalón pijama bastante viejo.

—Necesito unos minutos —pido.

—Te espero en el coche —dice.

Demoro poco. No pretendo arreglarme mucho, pero me pongo ropa cómoda, aunque bonita. Mi humor mejora bastante al pensar en no pasar la noche de mi cumpleaños sola y pronto estoy fuera de la casa.

Pienso brevemente en Daniel, pero arrojo a la basura todos los pensamientos de culpa. Él no está aquí.

—¿Vamos? —una vez que me acomodo en el auto de Xan, suelto el aire.

Incluso su coche se siente como mi hogar. El aromatizado familiar ambienta el habitáculo mientras conduce por la ciudad dormida de medianoche.

—Hay un bar que vende tragos extraños, te va a gustar.

—Si tú dices... —Le sonrío levemente.

Me mira rápido, aunque la calle es su principal foco de atención.

—Podemos... hablar —ofrece.

—Lo sé.

—¿Por qué no estaba Daniel contigo?

Pongo mis ojos en el exterior. Desnudar mi alma con Xander siempre ha sido fácil... excepto cuando se trata del terreno amoroso. Siempre fui capaz de hablar sobre mis miedos académicos, la muerte de mamá y el terror a las arañas, pero sobre el amor...

—No han sido días fáciles —admito.

—¿Eso qué significa?

—Digamos que... no sé. La convivencia no es color de rosa —resoplo—. Daniel tiene su carácter y yo el mío.

—Bec...

Subo los pies al asiento. El cansancio de haber dormido intranquila e insegura al lado de mi novio desde que desperté con su cuerpo sobre el mío me golpea y cierro los ojos por unos cuantos segundos.

—¿Puedo preguntarte algo?

—Lo que sea.

Dudo.

Sé que Xander es la persona que mejor me conoce. Mi confesor. Mi mejor amigo. Quien ha visto todas mis caras, pero hay un pedacito de mi alma que sigue oculto a él. A todos. A mi misma, incluso.