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Xander

Los primeros días con la nueva habitante de nuestro departamento son un poco caóticos. Como el veterinario dijo que no podía salir a la calle, hace sus necesidades adentro y hemos estado tras ella, limpiando todo. Cuando, finalmente, se cumple una semana, su pata está completamente curada y no ha mostrado signos de ninguna afección, la llevamos al veterinario.

Rebeca y yo estuvimos bastante alejados, no por nada malo, pero sí porque ambos trabajamos mucho y ella ha estado peleando con una empresa de comidas que quieren cancelar algo del casamiento de la mujer que vimos en el centro comercial y Bec ha estado peleando con todos por teléfono.

—Está loca —susurro, mirando a Dorothea, que también ve como Rebeca habla furiosamente con alguien al otro lado del teléfono.

—Cumplan con el contrato o enviaré abogados, lo digo en serio —la escucho—. Si tienen que subcontratar a una empresa que brinde exactamente por lo que firmamos y pagamos, háganlo.

Tiene las mejillas rojas y está caminando de aquí para allá mientras discute, metiendo todo en un bolso pequeño para ir al veterinario. Solo tenemos que llevar a Dorys, pero ella parece creer que necesitamos mudarnos a la veterinaria.

—Vamos a tener que sentarnos y esperar.

Dorothea se adaptó perfectamente bien. Duerme con Rebeca, aunque nos sigue a ambos por la casa y tiene una debilidad por la comida. Le encanta sentarse y poner ojos suplicantes cuando alguno de los dos cocina y siempre recibe algo. Es una maldita malcriada y está sacando todo de la personalidad de Rebeca. Incluso me gruñó cuando saqué a Taylor Swift y puse otros artista.

—Ya estoy lista, lo siento por hacerte esperar —se acerca y acaricia las orejas de Dorothea, besando su cabeza y casi espero a que me dé un beso a mí también. Solo me sonríe y la toma en brazos—. Ya podemos irnos.

—¿A mí no me vas a besar? —la sigo hacia el ascensor, sonriendo.

Rebeca se detiene tras presionar el botón y me observa. Sonrío, viendo como su rostro se pone rojo. Me acerco un poco más y ladeo el rostro, esperando.

—Estás poniendo la misma expresión que Thea cuando quiere comida —me recrimina.

Sonrío.

—Ella siempre consigue comida, así que yo debería conseguir mi beso —señalo, objetivo.

Rebeca sonríe y se acerca un poco. Dorothea, entre nosotros, mira todo como si no lo creyera.

—Si te beso, Xander Davenport —clava su dedo en mi pecho—, tu apellido tendrá que estar junto al mío en el certificado de vacunas de Dorothea.

Me río.

—¿Ese es el precio por un beso? Todavía no me pagaste por la ayuda con el vestido el otro día —le recuerdo.

El ascensor se abre en nuestro piso y deberíamos subir, pero ninguno de los dos lo hace.

—¿No vas a perdonar mi deuda?

—Te lo voy a cobrar con interés. Cada día que demores, será otro beso que debas darme —le aseguro—. Ya me debes ocho besos.

Sonríe, pero pretende estar indignada.

—Solo pasaron cinco días.

—Te olvidas de los intereses, preciosa —pongo mi mano en su espalda y entramos en el ascensor—. Dorothea está de acuerdo conmigo.

—Dorothea sabe muy bien que los arquitectos son unos charlatanes —me responde—, ¿cierto, nena?

Dorothea me mira, pero no da señales de entender qué pasa.

Se busca amor |Davenport #1| +21Donde viven las historias. Descúbrelo ahora