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Rebeca

Me tiemblan las manos cuando le pago al conductor y bajo con rapidez del taxi. Me suena el teléfono con mensajes, pero no los miro mientras corro hacia la recepción del hospital.

—Me llamo Rebeca, estoy aquí para ver a Davenport Xander —le digo rápidamente a la recepcionista—. Soy su contacto de emergencia —me apresuro a añadir, mientras pienso que, si la gravedad lo amerita, tendré que llamar a sus padres.

—Está en la habitación 196 —me dice tras buscar el ingreso en la computadora—. Es por ese pasillo —señala hacia la derecha.

—Gracias.

Me apresuro por el lugar, buscando entre los números y noto que hay dos personas en el pasillo que reconozco.

—¿Rebeca?

—Walt —me acerco al hombre que trabaja con Xander, apenas aguantando las lágrimas—. ¿Qué ha pasado?

—Se cayó, estará bien —me tranquiliza—. Fue un golpe feo, pero le han hecho estudios.

—¿De dónde se cayó? ¿Sus padres lo saben? ¿Y Román?

—No —admite—. No los llamé, nos apresuramos a llamar una ambulancia, no... no pensé en llamar a su familia —me responde.

—Está bien —tratando de recomponerme, me apoyo contra la pared—, ¿Saben algo? ¿Ya lo ha visto un médico?

Asiente.

—Están con él —responde—. He querido entrar, pero no me deja —refunfuña—. Es terco como él solo.

Me esfuerzo en sonreírle.

—No te preocupes —tomo una respiración profunda—. Ve, Walt, yo me quedaré.

—¿Estás segura? —me observa—. No sé si dejarte con él sea buena idea, lleva varios días con un humor de perros.

—No te preocupes —le digo—. Puedo lidiar con el humor de Xander.

Duda un poco, pero asiente.

—¿Puedes dejarme tu número para preguntarte cómo va todo?

—Claro —le digo el número y lo veo irse por el pasillo antes de tomar coraje e ir hacia la habitación de Xander. Me detengo por un segundo, preparándome para un panorama grave, pero al abrir la puerta lo veo despierto, con un vendaje rodeando su frente, sienes y nuca. Al costado de la cama, hay un hombre con bata blanca y una planilla en sus manos —. Hola —me apresuro a cerrar la puerta tras de mí, caminando hacia el otro lado de la cama donde está Xan —. ¿Cómo estás? ¿Cómo está él, doctor?

Me ofrece una sonrisa leve.

—Su novio está bien, señorita —no me ocupo de corregirlo, más preocupada por saber el estado de mi amigo.

—Bien, qué bien —lo miro. Xander se mantiene callado y estiro mi mano para tocar la suya. Sus dedos están fríos—. ¿Cómo te sientes?

—Bien —su respuesta es baja, apenas audible.

—Le hemos realizado una resonancia y una tomografía, no muestran daños internos, pero fue un golpe feo —habla el médico—. Deberá controlar su sueño y reposar por unos días —me explica—. Debe despertarlo cada una hora, asegurarse de que beba agua y tome los anticoagulantes y desinflamatorios.

—Está bien —le respondo, sin quitar los ojos de Xan.

—Los dejaré solos por unos minutos, volveré en un rato para verificar cómo sigue todo —anuncia antes de irse.

Cuando sale de la habitación, el silencio reina en el lugar mientras me acomodo para verlo mejor.

—¿Qué ha pasado? —le pregunto, llevando mis dedos a su mentón para poder verlo a los ojos.

Se busca amor |Davenport #1| +21Donde viven las historias. Descúbrelo ahora