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Rebeca

Llevar mis cosas a la casa de Daniel es más doloroso de lo que pensé que sería. Abandonar la comodidad de mi convivencia con Xander para enfrentar esta nueva etapa de mi vida se siente extrañamente difícil, cuando debería ser un proceso más sencillo.

—Bec —Xander, desde la entrada de la habitación, me observa. No está muy hablador, ni siquiera intercambiamos más que algunas frases en lo que va de la semana y me entristece que nos despidamos así.

—¿Sí? —Dejando la camiseta doblada dentro de mi maleta, lo observo. Espero que diga algo, pero se queda callado, observando cómo mi cuarto se vacía más y más a medida que meto todo en cajas y maletas para llevarme.

Se endereza y pone la mano en mi puerta, como si buscara algún tipo de apoyo.

—Estaba pensando que deberíamos subir todo al coche, probablemente debamos hacerlo en dos viajes o más —murmura.

Con algo de incomodidad, admito:

—Daniel vendrá a llevar todo, no pensé que... —me detengo—. Le diré que no lo haga, me encantaría que me ayudes.

No sonríe. No hace nada. Desde que hablamos sobre mi mudanza, Xan está... silencioso. Verlo así me resulta muy extraño.

—Claro.

—Xan —lo llamo, antes de que salga de mi cuarto—, no dejaremos de ser amigos por esto, ¿verdad?

—Claro que no, Rebeca —me da una sonrisa forzada, una que pensé que jamás recibiría, y se va.

Cuando vuelvo a estar sola, pretendo que nada pasó. Creer que toda esta incomodidad entre nosotros es producto del estrés de la mudanza me hace sentir mejor mientras termino de meter mis camisetas en la maleta.

Le envío un mensaje a Dan, diciéndole que Xander me llevará y, sorpresivamente, no se queja por el cambio de decisión. Supongo que saber que él y yo no viviremos más en la misma casa hace que no esté tan celoso.

Llevando las cosas hasta la entrada del apartamento, espero a Xander. Subimos al ascensor sin decir nada y ponemos las cosas en el maletero y los asientos traseros.

—Nunca has ido a la casa de Daniel —señalo cuando enciende el vehículo.

—No.

—Tal vez quieras...

—Necesito hacer esto rápido, Bec. Tengo trabajo pendiente —me interrumpe.

Es sábado. Xander no trabaja los fines de semana, pero dejo que me mienta. Debería confrontar esto, saber por qué estamos así, pero no lo hago.

Soy una cobarde.

—Claro, lo siento.

Conduce hasta la casa en la que viviré de ahora en más y, cuando se detiene, busco la llave que Dan me dio hace tres días, poco después de acceder finalmente a vivir juntos. Mientras Xander mira la fachada con una expresión que no puedo descifrar, así que pongo una sonrisa en mis labios antes de decir:

—¿Qué opinas?

Mueve sus hombros.

—Está bien, supongo.

Suspiro.

Pongo la llave en la cerradura y abro la puerta. Xander observa el pequeño jardín delantero con la misma expresión estoica.

—Dan no es un gran fanático de las plantas, pero tal vez pueda convencerlo de tener algunas aquí —comento.

En el interior de la casa, dejo el primer bolso. Daniel debe de estar en el baño, porque no está en el sofá.

Se busca amor |Davenport #1| +21Donde viven las historias. Descúbrelo ahora