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Rebeca

Nos despedimos de Petra casi dos horas después. Estoy feliz de que haya podido encontrar el vestido de sus sueños, pero demoramos más de lo que tenía planeado y ya es casi mediodía.

—No tienes que llevarme —le digo a Xander, mientras vamos al estacionamiento en el subsuelo—. Puedo tomar el autobús, tú tienes que ir a trabajar.

—Técnicamente, soy el jefe.

—Román es el jefe —me burlo.

—Sí, pero soy su primo y me tiene contemplaciones —responde. Pone su mano en mi espalda, casualmente. Hace eso desde siempre, pero ahora se siente muy diferente. Ahora soy consciente de cómo su toque arde y quema incluso con ropa de por medio.

—Olvidaba que los Davenport son extremadamente presuntuosos —me burlo.

Xander abre la puerta del coche para mí.

—No somos presuntuosos —me dice, cerrando la puerta y rodeando el coche. Sólo cuando está sentado a mi lado, finaliza—: Somos Davenport.

—Como dije, hombres soberbios. La única allí con algo de humildad es tu hermana.

Xander se ríe.

—Ten cuidado, Bec.

Mi estómago gruñe por el hambre y creo que ambos lo escuchamos—. Te llevaré a comer.

—Tienes que ir al trabajo —le recuerdo—. No pagaré tu parte de la renta —le advierto.

Golpea sus dedos en el volante.

—Compremos algo para llevar y comamos allí, ya estás libre y no haré mucho en la obra, solo revisar unos planos —me dice.

—Tengo que llamar a algunos proveedores y también hablar con Nessa.

—¿De nuevo? ¿Ya tienen cosas nuevas para contarse? Se vieron ayer —lo dice con gracia.

—Sí, resulta que hay un chico con el que tuve una cita y resultó ser un mandón que pretende planear todo.

—Y hace eso con una organizadora de bodas maniática del control, que tipo tonto —me dice con fingida seriedad—. Deberías decirle que no.

Sonrío mientras enciende el motor.

—El problema es que este chico me gusta —murmuro.

—En caso —mira brevemente en mi dirección—, deberías decirle que sí.

—¿Sí?

—Seguro es un tipo decente, con valores —carraspea.

—A mí me parece un tonto presumido —comento con burla cuando dejamos atrás el centro comercial.

—¿Y ya se besaron? —cuestiona, como si no supiera la respuesta.

—Sí.

—¿Y estuvo bien?

Finjo pensarlo. Estas idas y vueltas con él me dan un breve respiro de mi mente atormentada.

—Estuvo bien, fue un beso decente.

—¿Decente?

—Podría haber estado mejor.

Aprieta las manos en el volante.

—¿Y qué tendría que hacer este chico para mejorar sus besos?

—Estoy bastante segura de que podrá descubrirlo solo —respondo burlona.

Xander me mira cuando frena en un semáforo.

—No juegues conmigo —susurra—, o tendré que volver a besarte para estar seguro.

Se busca amor |Davenport #1| +21Donde viven las historias. Descúbrelo ahora