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32Xander

Estoy mezclando huevos en un recipiente, a punto de echarlos en la sartén cuando Rebeca aparece en la cocina.

Es sábado, la boda de la chica del centro comercial es hoy y se supone que la llevaré al lugar donde se hará todo. Apenas son las siete de la mañana, pero Rebeca suele pasar todo el día allí cuando es uno de estos eventos, porque está tras cada detalle.

—Buenos días —le digo, echando la mezcla a la sartén.

Parece molesta.

—Hola —ladeo el rostro ante su saludo brusco y la escucho suspirar—. Lo siento, todo está siendo demasiado desprolijo con esta boda y me pone nerviosa.

—¿Qué pasó? —dejo un plato frente a ella y dos tazas de café entre nosotros.

—El negocio que hizo el pastel no puede llevarlo, porque quien hace el traslado parece que rompió el vehículo, así que tengo que enviar a alguien a buscarlo, lo que significa que tendré una persona menos para hacer las cosas y, puede parecer tonto, pero mi esquema estaba bien armado.

—Tranquila, Bec —vierto la mezcla ya cocida en uno de los platos y le paso una porción—. Se solucionará.

Asiente.

—Ya veré cómo hago.

Bebo un trago de la taza de café, que ella me roba.

—Podemos pasar a buscarla antes de ir al lugar —le ofrezco.

—¿Podemos? —me mira—. Es tu día libre, deberías descansar.

—No tengo planes —respondo—. Úsame todo lo que quieras.

Sonríe.

—A veces no sé qué haría sin tí, Xander.

—Probablemente serías muy infeliz —me burlo.

Pone los ojos en blanco, mira su teléfono y resopla.

—Me tengo que cambiar.

—Rebeca —la detengo a solo dos segundos de que se puso de pie.

—¿Qué?

—El desayuno.

—No tengo tiempo para comer.

Levanto las cejas. De nuevo no.

—Te sobra tiempo, no tienes que estar allí hasta las nueve y puedes maquillarte en el coche, no conduzco con tanta brusquedad.

Aprieta la mandíbula, pero regresa a la mesa, masticando el desayuno rápidamente antes de desaparecer en su habitación. Dorothea, desde el sofá, me observa mientras termino mi plato y le doy algunas sobras, lejos de la mirada de Beca.

Cuando regresa, tiene un vestido negro que le llega por debajo de las rodillas, unos zapatos con solo un poco de tacón y el cabello recogido en una coleta.

—Necesito que salgamos en veinte minutos —me dice, acomodando la parte delantera del vestido. Arroja su bolso a la isla, rebusca cosas y comienza a aplicarse labial.

¿Lo ven? Tenía tiempo suficiente para hacer todo.

—Claro —como ya estoy cambiado, solo me resta dejar los trastes limpios en su lugar y asegurarme de que Dorys tenga agua fresca, comida y acceso al balcón, que aseguramos para que pueda permanecer abierto y disponible para ella. Aunque no parece la clase de perra que vaya a trepar o hacer una tontería, queríamos estar tranquilos, así que me pasé toda la tarde del domingo pasado asegurando una red del techo al suelo, que cubra todos los posibles peligros.

Se busca amor |Davenport #1| +21Donde viven las historias. Descúbrelo ahora