Rebeca
Ver a Xan fue como una recarga de serotonina necesaria para sobrevivir al ahogo en el que se está convirtiendo mi vida. Poco a poco, la desesperación me consume y la angustia se apodera de cada bocado de aire que puedo tomar.
Los cuentos de hadas que solía leer cuando era una niña se burlan de mí al creer que eran reales y que podría realizarlos en mi adultez. Mi historia de amor con Daniel está muy lejos de ser un cuento de hadas. No sé a qué se parece, pero no se acerca ni un poco a mi creencia infantil del amor.
—¿En dónde estabas? —su pregunta brusca ya no me toma por sorpresa cuando abre la puerta el escucharme llegar. Tampoco el modo en que agarra mi brazo, dejando la marca de sus dedos. Mi piel está marcada con esos pequeños signos de posesividad y no estoy segura de que me gusten.
No, estoy segura. Los odio.
—Dan, estaba trabajando —le explico.
Me mira de pies a cabeza, buscando algo que me contradiga y, al parecer, lo encuentra, porque me aprieta más el brazo, haciendo que suelte un gemido de dolor cuando me arrastra hasta el sofá.
—¡Estabas con él! —me acusa, mirando la mancha del polvo de construcción en mi pantalón.
Mi cuerpo cae al sofá y Daniel se acomoda a mi lado, mientras yo tiemblo. Hay una parte de mí que me grita que debo huir, que esto no es amor y que debo alejarme, pero otra parte suplica que me quede, mostrándome que esto sí es amor, que su temor a perderme es la prueba de que me ama y que debo comprenderlo. Y esa parte casi siempre gana.
—Pasé a saludar a Xander, nada más —admito—. Fueron unos pocos minutos.
—¿Te revolcaste en el suelo, acaso? —me golpea la pierna con los dedos.
—El espacio está lleno de polvo —le recuerdo—, es un edificio en obras.
—No quiero que lo veas —dice—. He sido muy paciente, Rebeca, ¡mucho!
—Dan —intento razonar mientras me pongo de pie—, por favor.
—Ya no lo soporto, Beca —me mira—, no aguanto los celos que me provoca saber que él te toca.
No me río, pero le sonrío.
—Él no me toca —le respondo—, y tú tampoco —le recrimino, sin poder evitarlo—. Dan... ¿tú no ves el problema?
—¿De qué me hablas? —me sigue con la mirada cuando me incorporo, tomando distancia de él.
Lo que siento es tan contradictorio, que no me entiendo.
—Hablo de que, desde que vivimos juntos, apenas pareces notarme —le digo—, ni siquiera me tocas.
Suelta una carcajada.
—No seas ridícula, Rebeca.
—Dan —intento hacer que entre en razón—, ¿no te das cuenta de que algo va mal?
Sus fosas nasales se dilatan cuando respira, mirándome con enfado.
—Te estoy dando demasiadas libertades, Rebeca —me apunta con un dedo—, no tires de una cuerda que puede romperse fácilmente.
Por primera vez, lo miro con miedo. El tono amenazante en su voz me hace retroceder un paso, sin entender por qué actúa así conmigo.
—Dan...
Suspira. Se pone las manos en la cadera, frunce el ceño como si estuviera repasando sus palabras y tuerce levemente la boca.
—Ponte algo bonito esta noche, vamos a cenar con mi familia.
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Se busca amor |Davenport #1| +21
RomanceRebeca y Xander son amigos desde pequeños. Mientras que él se dedica a la arquitectura para la empresa de su primo, ella es una organizadora de bodas. Xander ama a Rebeca, suspira por ella y desea que su mejor amiga y compañera de piso le responda...