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Xander

La sangre me hierve. Quisiera decir que puedo mantener la calma ante lo que ahora sé y sospeché por mucho tiempo, pero la sangre me hierve. No puedo dormirme mientras veo los golpes en el cuerpo de Rebeca, su sueño intranquilo y la forma incómoda en la que se mueve cada pocos minutos, sin encontrar una posición que le quede bien.

Daniel le hizo esto.

Debería matarlo.

Acaricio muy suavemente su mejilla. Tiene un golpe que le dejó el pómulo inflamado y se pondrá violeta, seguramente. Se me revuelve el estómago al verla así. He sido testigo de cómo su luz se fue atenuando hasta casi desaparecer desde que Daniel se metió en su vida, pero quise creer que eran esas formas extrañas en las que uno cambia por amor. Creí, tontamente, que Rebeca estaba bien. A salvo.

No.

Podría haber muerto.

Tomo una respiración profunda y salgo de la cama cuando sé que está dormida. No quiero que se despierte por mi furia poco contenida y me escabullo fuera de la cama de Michelle, todavía sin comprender cómo es que llegamos a esta situación.

Encuentro a la chica en su cocina y nos miramos en silencio. Me ofrece una sonrisa leve, casi como un pésame y señala la otra silla.

—¿Quieres hablar?

—Quiero ir a matarlo —admito—, pero también quiero quedarme con ella.

—Es comprensible —murmura—. ¿Se ha dormido?

Asiento.

—Vuelve a explicarme cómo es que la encontraste.

—No la encontré, fue... —se detiene—. Fui al hospital para ver a una amiga que trabaja allí, la vi en recepción. Daniel estaba con ella, pero parecía incómoda. Me acerqué a saludar y vi sus golpes —su mirada cae a la mesa—. Son similares a los que mi madre solía tener y, cuando el idiota dijo que ella era torpe y cayó por las escaleras, lo supe —murmura—. No lo pensé, salimos de allí y subimos a mi auto.

La miro en silencio. Michelle y yo nos llevamos muy bien, nos conocemos mucho, pero jamás me había contado las agresiones hacia su madre.

—Lo lamento.

—Ambas estamos bien ahora y pudimos salir —me responde—. Tuvimos la suerte de que una enfermera en el hospital se dio cuenta de las cosas y nos ayudó —suspira.

Mis labios se aprietan y contengo todo lo que quiero decir.

No hablamos por varios minutos. El silencio entre nosotros no es incómodo, pero se puede cortar fácilmente. Ella está sumida en su mente y yo en mis deseos de acabar con el tipo que dañó a la chica que amo.

—Gracias por sacarla de allí, Chell —susurro.

Me da una sonrisa muy leve.

—Deberías regresar con ella, Xander. No estoy muy segura de que sea prudente que se quede sola —me recuerda.

Le doy la razón en eso.

—Sé que nos pidió que no dijéramos nada, pero su padre tiene que saberlo.

Michelle tiene una expresión cautelosa cuando sugiere:

—Deberías darle tiempo, Xan. Aceptar esto es difícil y puede que le lleve un poco de tiempo querer hablarlo o siquiera entender lo que vivió. No la presiones demasiado.

—¿Cuánto tiempo?

—No lo sé —mueve sus hombros—. Creo que Beca tiene que asimilar lo que le ha pasado y luego podrá hablarlo con alguien más —explica—. Me parece que todavía está un poco negada a entender, pero es parte de todo este proceso —sigue—. Le vendría bien estar unos días en casa, con personas que la quieran y la cuiden.

Se busca amor |Davenport #1| +21Donde viven las historias. Descúbrelo ahora