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Xander

Quiero mentirme a mí mismo y decir que estoy centrado en mi trabajo, pero no es así. Mi mente va una y otra y otra vez al beso que nos dimos Rebeca y yo y estoy completamente distraído.

Walter, que se mantiene cerca de mí desde que tuve el accidente, me mira constantemente con preocupación.

—¿Quieres hablar?

—No, sigamos trabajando.

—Xander... —es mayor que yo, por varios años. Usa el mismo tono que usaba mi padre para regañarme de pequeño y lo miro antes de resoplar—. Ya dime qué te tiene así, llevas semanas muy distraído, pero hoy estar peor.

—No importa.

—¿Es por una chica?

—No.

Se ríe.

—Claro que es por una chica, ¿es Rebeca?

—No seas un viejo entrometido.

—Yo ya no estoy para esos juegos, déjame vivir a través de ti —se queja—. Ayer estaban de la mano, ¿qué pasó?

—No lo sé —admito, levantando mi camiseta para limpiarme el sudor de la frente—. Quisiera decirte qué pasó, pero no tengo ni idea.

Lo que me gustaría en este momento, es tener la capacidad de meterme en su cabeza y saber qué jodió el momento para que no vuelva a pasar.

—Bueno, de seguro lo pueden solucionar —me palmea el hombro—. Ustedes están destinados a estar juntos.

—Díselo a ella, por favor —suspiro—. Yo lo sé desde hace años.

—Hombre, qué cosa —vuelve a golpear mi hombro—. Mira, quizás yo sea un viejo anticuado, pero, en mi época, por muy claras que tuviéramos las cosas, teníamos que sacar nuestro lado más ingenioso y conquistar a las mujeres —me asegura—. Así es como conocí a mi querida Vera.

Le ofrezco una sonrisa amable. Walter perdió a su esposa hace algún tiempo y sé que fue el amor de su vida.

—¿Y qué sugieres?

—Hay cosas clásicas que nunca pasan de moda —sigue—, y tienes que pensar muy bien qué quieres, niño. ¿Quieres acostarte con ella? ¿Quieres una relación?

—La amo, Walter —susurro—. Ni siquiera...

—Comprendo. Una relación, entonces —asiento—. Consigue flores, organiza citas, conquistala de a poco —enumera—. Demuéstrale que eres un tipo mucho más decente que ese tonto con el que salía.

—¿Qué clase de cita? —recargo mi peso contra la pared, prestándole toda mi atención.

Se ríe.

—Toma nota, muchacho.

Escucho cada una de sus palabras con atención, grabándolas en mi mente para referencias futuras. Cuando me ha dado cátedra digna de una película protagonizada por Richard Gere, volvemos al trabajo.

Me quedo hasta las cinco en la obra. Después de cambiarme la ropa con algo menos estropeado, me subo al coche. Todavía tengo que ir a casa, darme una ducha y volver a salir para comprar algunas cosas. Estoy demasiado sucio como para ir a la tienda directamente, así que me apresuro para llegar.

Rebeca está con Nessa y Román, así que estoy tranquilo. Fueron a una obra a grabar algo de contenido y me alegra saber que se está distrayendo.

Solo en casa, me baño, refriego cada parte de mi cuerpo hasta estar limpio y me pongo ropa cómoda. Pantalones deportivos, una sudadera y algo de dinero es todo lo que llevo. Camino las pocas calles que me separan del lugar en donde me detengo a comprar lo necesario para preparar la cena y, de regreso en casa, llamo a mi madre.

Se busca amor |Davenport #1| +21Donde viven las historias. Descúbrelo ahora