•Capitulo 3•

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Elena

No puedo creerlo, ese señor es mi papá, pero ¿por qué no me dijo nada? Sólo se quedó callado. Tengo que contárselo a mi mamá. Me dirijo hacia la salida, le digo a don Ernesto que voy a salir un momento y que regreso pronto. Salgo del restaurante y voy corriendo a mi casa. Después de cruzar unas cuantas cuadras, llego a mi casa, abro la puerta y llamo a mi mamá.

—¡Mamá! —grito entrando a la casa, pero ella no me responde. ¡Mamá! —vuelvo a repetir. voy directo a la sala y veo a mi mamá y a un señor al lado de ella, ¡es el mismo señor del restaurante!

—Mamá, ¿quién es él? — le pregunto.

—Hija, él es... — No dice nada.

—¿Es mi papá, verdad? — dije. —¿Usted es el mismo señor que fue al restaurante?.

—Sí—dice el señor con una pequeña sonrisa.—Yo soy tu papá, Elena. Quiero explicarles todo, nunca supe de ti ni de tu madre. Quiero pedirles perdón a ambas por todo. Yo nunca supe qué estuviste en mi boda, Melinda.—Agarro de la mano a mamá.— Mi sirvienta me lo dijo después de una semana y luego te busqué y no encontré nunca.— dice muy arrepentido. sé le nota. —Perdón, quiero arreglar las cosas.

—No necesitamos de ti.—dice mi mamá con enojo, soltándose de su agarre.— Ni de tu perdón. Nunca lo necesité. ¡Vete de mí casa!, mi hija y yo no necesitamos de tí,¡ largó!—dijo mi mamá y se veía enojada.

—Melinda.—dice mi padre con un poco de tristeza.

—¡¡Largo!!.—dice mi mamá— ¡Vete ya Felipe!

Entonces así se llama mi papá, Felipe, me quedo estática mientras mi mamá y padre están discutiendo. Yo no quiero seguir con esto y les digo:

—Basta sí, mamá. Por favor, no peleen más. Sí, todo el mundo merece ser perdonado, al igual que mi papá. Se le nota que ha estado sufriendo por muchos años. Por favor, mamá, perdónalo. Sé que lo que hizo estuvo mal, pero hay que saber perdonar —digo firmemente.

—Está bien hija.—dice— Te perdono Felipe. ya puedes irte de mi casa.

—Está bien, gracias Melinda, gracias.—dice mi papá. Luego se acerca a ella para darle un beso en la mejilla. Pero mi mamá lo esquiva y se va al comedor.

Y me quedo sola con mi padre.

—Esteee... —no sé qué decir.

—Elena hija, ¿me perdonas verdad?.—dice mi papá.— Sólo quiero hacer las cosas bien, déjame ayudarlas en lo que necesiten y también... —lo interrumpo.

—Por mí, yo te perdono, pero nosotras estamos bien así como estamos. Está bien que venga aquí después de años y eso está bien, que venga a pedirnos perdón y arreglar las cosas. No necesitamos tu dinero ni nada más—dije firmé

—Está bien —dijo mi padre y se fue—. Hasta luego, hija.

—Hasta luego, papá —me despedí de él.

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Después de que se fue mi papá, estaba pensando en muchas cosas que mi mamá no quiere contestar.

—Mamá, por favor —insisto.

—No, Elena, no quiero hablar de ese hombre —dice.

—Ese hombre es mi papá, mamá —dije— si él está arrepentido, ¿por qué no le crees?

—Está bien, hija —dijo mi mamá—. Tu papá es un hombre bueno y me enamoré de él cuando era joven, y nunca me volví a enamorar de nadie más. Y está bien, si él quiere compartir contigo o darte regalos, si eso quieres, no tengo ningún inconveniente con eso.

•Un amor incondicional•(En Proceso)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora