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Bajaba del carruaje sintiendo la brisa caer sobre él, el frío llegando a su cuerpo, abrochó el botón de su traje y se adentró a la mansión con un rubio atrás suyo.

Las puertas se abrieron y el hombre sintió el calor de la casa, o más bien mansión, caminó a su despacho y se sentó mirando un montón de papeles, no sin antes desabrochar su saco. Se recargó en su silla mirando la nada ante la noticia que recién le habían dado en el ministerio.

Tantos años habían pasado y aquel pobre hombre no podía superar aquella perdida, aunque intentaba entenderle pero no lo lograba, el tenía una esposa completamente sana y que le amaba. ¿Cómo podía estancarse tanto? ¿Regresar al pasado? Le parecía completamente ridículo.

Esa presencia arrogante y divertida le hacía falta, no lo negaba, tantos años de convivencia le dejaban marca y siempre le recordaba, sin embargo viajar al pasado para volver por aquello que tanto odiaban, no pensaba que fuera lo más adecuado.

¿Por qué ahora? Eran unos adultos ahora, ya no eran esos adolescentes que sufrían, se encontraban libres de todo, quizá no muy felices, al menos así era en su caso, pero sus hijos tenían unas excelentes vidas, sin temor y ahora lo que hacía era provocar que sucediera de nuevo, vivir en un infierno y todo por una persona.

Se sentía enormemente agradecido, le amaba, le recordaba, y sin embargo sabía que la vida no le había tratado de la mejor y que lo que menos querría sería que su sacrificio fuera en vano.

Él no quería vivir un infierno, no de nuevo, no quería que las generaciones nuevas tuvieran que vivir lo que ellos vivieron en su momento. Deseaba que aquella gente enferma que estaba muy adentro de la oscuridad se mantuviera escondida y sin motivación, pero eso no era así ahora que aquel hombre intentaba volver.

Dos golpes le hicieron reaccionar y mirar a la puerta encontrando a su hijo que le miraba preocupado.

- ¿Estás bien, papá? - preguntó demostrando la preocupación, el hombre asintió, esperando a que el chico hablará, pero este no lo hizo.

- ¿Has comprado todo lo que necesitas para este año? - cuestionó mirando la hora, era la hora de la cena, pero sentía que se estaba ahogando, a lo que le llevo a aflojar un poco su corbata.

- Sí, aunque los libros de defensa contra las artes oscuras son bastante adelantados, parece que el nuevo profesor planea enseñar muy bien o tal vez muy mal.- contó tratando de tener una conversación que no fuera incómoda como solía serlo casi siempre.

- Claro. - asintió mirando un punto fijo, relamio sus labios y miró a su hijo que le miraba con mucha atención. - ¿Te apetece comer algo afuera?

- Algo nuevo. - se encogió de hombros y viendo a su padre levantarse.

El chico tomo su suéter y abrió la espera con su padre atrás suyo a unos cuantos pasos. Frunció el entrecejo al ver un automóvil negro de último modelo, un hombre joven con un semblante serio bajó del auto y abrió la puerta trasera sacando una caja del tamaño de una persona.

- Oye papá...- llamó confundido sin mirar del todo hacia atrás.

- ¿Qué pasa? - preguntó llegando a su lado, poniendo la misma cara que el chico. - Aguarda aquí...- murmuró caminando al hombre que terminaba por sacar la caja.

El hombre miró fríamente al propietario de la mansión y espero a que este llegará a él.

- ¿Puedo ayudarle en algo? - lanzó directamente y mirando de reojo la caja.

- ¿Es usted Draco Malfoy? - cuestionó con la misma frialdad que su mirada.

- Sí, ¿Qué se le ofrece? - miró el auto para preguntarse de inmediato porque recibiría algo de unos muggles.

𝓐𝓮𝓽𝓮𝓻𝓷𝓾𝓶 [𝚆𝚑𝚊𝚝 𝚑𝚊𝚙𝚙𝚎𝚗𝚎𝚍?]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora