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La nieve se veía caer por la grande ventana de una altura superior a los dos metros, el olor a chocolate invadía las fosas nasales de Hermione y el ligero calor de la chimenea que le llegaba a tocar al no estar tan apartada de ella.

— ¿Cómo puedes estar acostada leyendo como si nada?

— ¿Cómo puedes demorar más de una hora en arreglarte? – lanzó la pregunta en defensa mirándole por arriba de sus gafas y viendo a Hermione lanzarle una mirada matadora.

— ¿Y ahora qué lees? –le preguntó mientras aplicaba rímel en sus pestañas.

— Sobre Beautiful Boy. – le respondió sin darse el tiempo de mirarle.

— ¡Ahh! ¿Cómo la película que vimos hace no mucho?

— Precisamente esa, de aquí se adaptó la película y sin duda lo tienes que leer. – dijo a la vez que lo cerraba. — ¿Y si mejor les cancelamos y nos quedamos aquí?

— Amaris. – dejó de hacer lo que hacía para mirarle mal.

— Bien, solo era una opción. – murmuró y se sentaba mirando el techo. — Es que vamos a tener que pasar tantas horas sentadas ahí hablando de tema tras tema, se me va a secar la boca y mis nalgas van a desaparecer.

— Estoy segura de que habrá mucha agua que podrás beber y mucho espacio por el cual podrás caminar cada que te canses de estar sentada.

— Siempre dando soluciones, bonita. – dio una falsa sonrisa.

Hermione miró a la mujer que se encontraba sentada en un largo sillón pegado a la ventana, la cabeza recargada en el respaldo del sillón y sus ojos cerrados. La castaña suspiró y caminó para quedar a unos centímetros de Amaris quien al sentir la presencia de la mujer se dispuso a abrir los ojos.

— ¿De verdad quieres que nos quedemos? – preguntó acariciando la mejilla de la pelinegra quien negó y abrazó por la cintura a Hermione.

— Te gustan estas fechas y no me daré el lujo de arruinarte el día. – dijo tranquilamente cerrando los ojos al disfrutar del abrazo de la castaña y sus ojos se cerraron.

— Y a ti no te gustan, así que la que arruinara tu día seré yo. – Hermione hizo un puchero y Amaris se despegó un poco sin dejar de abrazarle para ver sus ojos.

— Para nada, solo no sería tan malo volver a casa temprano. – la castaña pasó un mechón de Amaris por detrás de su oreja y le dio una sonrisa.

— Me parece bien, pero debes decirme cuando quieras volver, no importa si solo llevemos media hora ahí.

— Tampoco tan así pero gracias. – Hermione asintió y se sentó junto de ella para que Amaris de inmediato se recostara en las piernas de la mujer.

— No es nada, cariño. – sonrió a la vez que acariciaba delicadamente su mejilla. — Pero así tardaremos más. –las señaló a ambas.

— Da igual, cualquiera que me conozca sabe perfectamente que la puntualidad no es lo mío y vamos juntas así que sabrán que la tardanza se deberá a mí.

— Como quieras. – se encogió de hombros dejando su mano en la mejilla de Amaris.

El silencio no era todo lo que sonaba en la habitación pues las manecillas del reloj se logran escuchar pero no era un sonido molesto.

— En esta habitación fue la primera vez que conocí a mi madre conscientemente. – contó Amaris. — No soy idéntica en nada a ella, quizá un poco en el humor pero mi papá influenció mucho en mi personalidad y no soy tan idéntica a ella como lo decían.

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⏰ Última actualización: Aug 10 ⏰

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𝓐𝓮𝓽𝓮𝓻𝓷𝓾𝓶 [𝚆𝚑𝚊𝚝 𝚑𝚊𝚙𝚙𝚎𝚗𝚎𝚍?]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora