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- Amaris. - el hombre bajo la pluma, mostrando su sorpresa a través de su rostro.

- Ni cuando vimos un dragón por primera vez pusiste esa cara. - sonrió burlona y de sentó mirando a su alrededor. - Hermione se ha encargado de cambiar un tanto las cosas.

Amaris al no oírlo hablar giro a mirarlo, Draco alzaba una ceja y fingía limpiarse los oídos.

- ¿He oído bien o le has dicho por su nombre a Granger? - la rubia rodó los ojos y siguió observando mientras que el de ojos grises sonreía.

- No eres un problema, Draco. - el hombre dejo de sonreír para mirarle confundido. - Cuando éramos jóvenes jamás pude decirte lo mucho que te amaba...

- Lo hiciste. - asintió en respuesta. - Tal vez al principio no lo entendía porque era solo un niño, pero me lo dijiste al siempre estar para mí, todo lo que hiciste por mí me demostraba el amor que sentías, aún no logro entender porque lo hiciste, pero estoy muy agradecido, me costó darme cuenta de que siempre estuviste presente, era muy joven para darme cuenta que lo que menos importaba era que pasarás las horas conmigo riendo como jóvenes normales.

- Me alegra que lo entendieras, y me sorprende que no entiendas porque lo hice. Si regresara en el tiempo lo volvería a hacer una y otra vez. Tú me enseñaste el significado de familia entendí lo que era tener un hermano, querías atención y por eso fuiste un odioso durante Hogwarts pero desgraciadamente entendiste por las malas que la atención no era lo más importante en la vida.

- Gracias. - le sonrió por la pequeña ofensa que sabia que no era ofensa. - Pero no entiendo a qué viene todo eso.

- Se que eres un padre ausente presente por lo de Astoria y deja de evitar el tema. - se apresuró a decir al ver qué el rubio meneaba la cabeza con seriedad. - Por más que te duela hablar sobre ello, debes hacerlo porque entonces te volverás en un amargado igual que Severus y no queremos eso.

Draco ya no le miraba, sabía que Amaris lograba lo que se proponía y entendía por dónde iba todo, no quería, no quería dejar en el olvido a su esposa.

- No la dejaras en el olvido, Draco. - le observó con seriedad y al ver qué Malfoy le miraba ella negó lentamente. - No entré a tu mente, sabes cerrarla bien pero te conozco mejor que nadie. Avanzaras con tu vida, ya han pasado dos años y ni siquiera lo has aceptado, Scorpius merece más que eso. - le señaló. - Las pérdidas siempre sucederán, queman y torturan el alma, más cuando son aquellas personas que demuestran interés y amor más que el resto, que realmente les importas. No sé que es lo que ella quisiera, pero tú quieres lo mejor para tu hijo y no ayuda en nada un padre que solo da reproches, que no demuestra interés, ¿Te has preguntado si quiera como sobrelleva todo eso Scorpius? Su vida es tan miserable como alguna vez fue la de Neville. Debes ayudarlo, entenderlo y ser comprensivo.

Amaris se paró dando vueltas por la oficina de Draco, encontrando una fotografía de ambos.

- Tal vez a él no le tocó un mundo de guerra pero no por eso significa que no sufra, no trates de comparar sufrimiento y hacer menos lo que él siente. No quiero decir que le cuentes cada parte de tu vida junto con tus miserias pero retrocede un poco y recuerda que en algún momento tuviste su edad. Y tú suelta tus sufrimientos del pasado, eres un adulto, deja de reprimir los sentimientos y seguir pensando que eres un problema, cualquiera y tú hijo piensan todo menos eso. No cometas los mismos errores que tus padres. - decía y ahora se encontraba atrás suyo.

Draco se quedó mirando fijamente alguna parte del suelo, aquella mujer era en definitiva su amiga, era igual a la joven que conocía, aunque esta parecía ser más amigable.

- ¿Te imaginabas tener esta edad y seguirme aconsejando y consolando? Ser toda una señora y dar sabias palabras. - sonrió divertido.

- ¿Cuál señora, igualado? - le pegó en la nuca y el hombre rió. - Si vas a llamarme señora agrégale mi apellido.

𝓐𝓮𝓽𝓮𝓻𝓷𝓾𝓶 [𝚆𝚑𝚊𝚝 𝚑𝚊𝚙𝚙𝚎𝚗𝚎𝚍?]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora