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- ¿Qué te mantiene tan distraída? - la chica pasó su mirada al hombre que le sonreía amablemente.

- ¿Solo una cosa? - el castaño alzó una ceja sin comprender. - Quiero decir que no solo una cosa me mantiene distraída.

- Bueno pues sigues distraída al decir qué me refiero a todo. - al chica se encogió de hombros y se sentó en el sillón abrazando sus piernas observando de nuevo el tapiz de la habitación.

El hombre le miró fijamente y se sentó junto de ella, se quitó los zapatos y se puso en la misma posición que ella.

Un gran silencio se hizo presente, pero no les causaba incomodidad, Amaris se sentía segura y tranquila pero su boca no sacaba las palabras para decir que le distraía, le era muy difícil, lo pensaba y lo sentía pero a la hora de querer decirlo no salía.

- Tienes mi completo apoyo, Ama. - dijo pasando un mechón por detrás de su oreja. - No necesitas decir nada, podemos quedarnos observando el tapiz solamente nosotros, sin ruido, sin preguntas, sin respuestas.

La chica asintió suspirando con pesadez, sintiendo la calidad mano del hombre en su mejilla, aunque le parecía irreal por no sentirse incómoda, alerta u algo por el estilo, se sentía mejor por aquellas palabras.

- Todo eso que guardas algún día tendrá que salir, no hoy, ni en una semana, ni en un mes, posiblemente ni siquiera en este año pero de alguna manera tiene que salir porque de ni ser así te estarás llevando a la muerte. Estaré contigo cuando te sientas lista para soltarlo, no necesariamente me lo debes decir a mi, quizá no quieras, pero solo quiero que tengas presente que alguien te quiere escuchar y no piensa que eres un problema.

Y sin esperarlo, la chica recargó su cabeza en el hombro del castaño a la vez que soltaba un suspiro y cerraba los ojos tratando de aclarar sus pensamientos.

- Gracias, Remus. - susurró y aunque el ojos cafés no sabia cómo reaccionar al Amaris tomar la iniciativa de un contacto así, asintió con una leve sonrisa y depósito un beso en su frente.

-¿Estás bien? - la rubia reaccionó y su semblante se endureció al ver de quién se trataba.

- Lárgate, Granger. - la otra mujer no comprendía pero pensaba que tal vez Amaris estaba teniendo un mal día.

- Si sucede algo malo puedes contarme, sabes bien que aunque...

- Lo peor de todo es que no creo contar contigo, y es chistoso porque parece que nuevamente me diste la espalda. - sonrió falsamente.

- ¿Qué? ¿Por qué? - la mujer se acercó lentamente a la profesora.

Amaris miró fijamente a los ojos cafés de la ministra, por un momento sintió algo parecido a escalofríos, frunció el entrecejo pero no dijo nada, le sorprendió al sentir la mano calida de Hermione cerca de su muñeca.

- En el pasado no quise darte la espalda, era muy joven para entender...

- La mayoría de las veces entendías todo con la excepción de hacer el esfuerzo por comprender que de una u otra manera lo que hacía era por ti, no es reclamo eh, yo sabía en lo que me metía. De cualquier manera no quiero regresar al pasado. Y eso fue justamente lo que hiciste.

- No comprendo. - respondió confundida, y con miedo a que Amaris se pusiera agresiva de nuevo, rozó su mano con la de la maestra.

— ¿Que no comprendes? ¿Qué diste justo en el punto para que mi hijo viajara al pasado a averiguar todo lo que en su momento fui? No la tienes la menor idea de todo el esfuerzo durante años por mantenerlo alejado de todo mi terrible pasado.

𝓐𝓮𝓽𝓮𝓻𝓷𝓾𝓶 [𝚆𝚑𝚊𝚝 𝚑𝚊𝚙𝚙𝚎𝚗𝚎𝚍?]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora