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La mujer permanecía con sus manos dentro de los bolsillos de su túnica, mirando fijamente la mansión que tenía de frente, su rostro mostraba una seriedad y frialdad pero ella en ese preciso momento estaba llena de recuerdos.

Posiblemente sus expresiones demostraban lo que sentía pero a la vez eran erróneas puesto que sus emociones eran encontradas; sentía algo de odio, coraje y tristeza, pero a la vez nostalgia, alegría y ternura.

Habían pasado tantas cosas en su infancia que le eran tan conmovedoras y le provocaban una sonrisa de lo hermoso que le parecía, pero durante su adolescencia tenía otros recuerdos que le causaban náuseas y coraje hacia las personas que se encontraban ahí, los momentos y hacia su persona de ese entonces.

Es que ver esa mansión le hacía vivir de nuevo cada acto que había cometido durante esos años.

Suspiró cerrando los ojos, tratando de pensar lo lindo que le recordaba el lugar y no todo lo malo, abrió los ojos y caminó hacia la puerta para que sus nudillos la golpearan tres veces.

Soltó su cabello a la vez que miraba los jardines de su alrededor en espera de que le abrieran la puerta.

- ¿Sí? ¿En que puedo ayudarle? - escuchó una voz femenina. La rubia de ojos azules regresó su vista a la puerta principal y sonrió de manera apenas notable pero su felicidad era notable a través de sus ojos.

- Cissy...- pronunció conteniendo sus ganas de abrazar a la mujer que tenía delante, no lucía igual que la última vez que le había visto pues obvio tenía más edad, sin embargo no se veía de la edad que tenía.

- Mhmm. - frunció el entrecejo analizando el rostro de la rubia. - ¿Nos conocemos?

- Soy Amaris. - le dijo dando una corta sonrisa y la mayor le miró con seriedad. - Amaris Snape. ¿Tan pronto te has olvidado de mí?

- ¿Es una broma? - siguió con su seriedad pero la otra mujer negó tranquilamente.

- Creí que Draco ya les había dicho. He tendido días ocupados pero en cuanto tuve mi agenda libre aproveché para venir a verlos.

- No lo creo. - murmuró mirando cada detalle de la Snape. - Dime algo que solo Amaris sabría.

- ¿Qué quieres que te diga? - expresó confundida pensando en que decir. - Cuando tenía siete años, los Malfoy me hicieron una fiesta sorpresa con la esperanza de que le tomara gusto a mi cumpleaños, al final Draco terminó arruinandolo así que corrí a la casa del árbol a llorar, pero de un momento a otro llegaste tú y comencé a gritarte, pero entonces sentí comodidad porque solo te sentaste a un lado y me lleve la sorpresa porque no dijiste nada, solo llegaste a...

La Malfoy sonrió y la Snape se percató de lo cristalinos que se encontraban para ese entonces los ojos de la mayor, sin esperarselo, la mujer de cabellera rubia y negra le abrazaba fuertemente.

- A guardar silencio esperando a que dejaras de llorar hasta que te quedaste dormida...- terminó por decir con una sonrisa al igual que la de ojos azules.

Amaris asintió con una sonrisa en la que sus ojos se cerraron, mostrando así más alegría de lo que había mostrado en el tiempo que había vuelto.

Entonces sintió por un pequeño segundo que era una niña de doce años abrazando el cuerpo de la mujer que solía cuidarla, aquella con la que solía burlarse de su amigo el rubio, la que le cuido durante toda su vida, quien se preocupó, quien estuvo siempre presente para apoyarla, quien le demostró lo más cercano al amor de una madre.

Quizá era eso, por eso demostraba más debilidad de la que había mostrado con sus amigos, sentir nuevamente la cercanía de un amor maternal, cualquiera diría que tal vez al ser así, no sería tan diferente con su padre...lo cual posiblemente era erróneo o no se sabrá hasta que la rubia se encuentre con su progenitor quien le esperaba con ansias, pero con nervios y miedo.

𝓐𝓮𝓽𝓮𝓻𝓷𝓾𝓶 [𝚆𝚑𝚊𝚝 𝚑𝚊𝚙𝚙𝚎𝚗𝚎𝚍?]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora