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Una tarde como cualquiera en fin de semana, Amaris bebía su té y leía “El jardín de las mariposas” llevaba por lo menos hora y media leyendo sin darse cuenta de lo tarde que ya era, pasaban de las dos y aún no tenía un alimento en su estómago.

Miró su reloj y al darse cuenta de la hora, tomó el separador para marcar la página en la que se había quedado. Apuntó con su varita a sus cosas y estas se guardaron de inmediato, se puso sus lentes y su chaqueta para acto seguido salir camino a Hogsmeade.

Tras unos minutos llegó al pequeño pueblo y caminó entre los locales para decidirse a dónde entrar, sin poder contenerse se adentró a la dulcería donde se encontró con variedad de alumnos que le saludaban. Unos minutos después ya se encontraba fuera del lugar comiendo varitas de regaliz que mientras más avanzaba se las terminaba.

Inconscientemente una sonrisa diminuta apareció en sus labios, reconocía aquella cabellera castaña que se encontraba amarrada entre una pinza, aquella postura de la mujer que estaba sentada en una banca apartada de la gente. Indecisa terminó acercándose hasta quedar detrás de ella.

Sin recargarse pero quedado centímetros cerca de su rostro miró lo que leía.

— Se conserva bastante bien apesar de los años. – la mujer castaña pegó un ligero brinco haciendo que la rubia sonriera un poco para después sentarse junto de la de ojos cafés.

— Hola a ti también, Amaris. – le miró con seriedad mientras la profesora abría entretenidamente su cajita de grageas de todos los sabores.

— Hola, Hermione. – saludó mirando todas las grageas sin decidirse por cuál comer. — ¿Qué la trae por aquí, ministra?

— Hoy por la mañana dije “que maravilloso día para ir a Hogsmeade y que Amaris llegue sin avisar para así asustarme.” así que vine. – dijo sarcástica mientras Amaris asentía aún si decidirse por cuál meterse a la boca. — Ay Amaris solo agarra una y ya.

La rubia levantó la vista para encontrar los ojos cafés de Hermione, enarco una ceja y luego por sus labios se asomó una ladina sonrisa.

— Relájate Granger, no quiero correr con la suerte de probar vómito.

— Bueno ya sabes cómo sirve, no es cómo que si las ves por mucho tiempo sabrás que no se tratará de una cosa asquerosa o de algo exquisito. – Amaris rio mirándola divertida.

— ¿Y a ti que te pasa eh? – cuestionó girandose para quedar de frente a ella. — Yo sé que ya llevas unos días sin verme pero no es para que te pongas así.

— Claro, lo que pasa es que me deprime el no verte.

— Si bueno, eso ya lo sé, no es ninguna novedad. – le respondió y Hermione rodó los ojos ante ello, lo que hizo que Amaris suspirara y se lo tomara con seriedad. — Bien, ¿Qué te pasa?

— Nada. – la rubia soltó una pequeña risa y asintió, no insistiría si la castaña no quería contarle así que volvió a sus grageas. — Ahí vas de nuevo, observa. – le apuntó con su índice y acto seguido tomó una de las grageas. — Está tiene aspecto de que será de Pay de limón y no tuve que tardar horas para deducirlo.

— Si tú lo dices. – se encogió de hombros observando como Hermione se metía la grajea a la boca, la masticaba hasta que dejó de masticar y en su rostro pudo ver el asco. Amaris comenzó a reír burlándose de la castaña mientras sacaba un pañuelo de su pantalón y se lo extendía a la castaña que al escupirlo le miró mal y tomó el pañuelo para limpiarse. — Creí que te gustaba el pay de limón.

— Cállate. – le pegó con el pañuelo recibiendo una sonrisa divertida por parte de la profesora. — Esto es asqueroso, creo que era cerilla. Por eso llevaba años sin comprarlas.

𝓐𝓮𝓽𝓮𝓻𝓷𝓾𝓶 [𝚆𝚑𝚊𝚝 𝚑𝚊𝚙𝚙𝚎𝚗𝚎𝚍?]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora