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Amaris se encontraba recargada en su silla mirando hacia el techo perdida en sus pensamientos. Es que comenzaba a sentirse mal ante las mentiras a su hijo, estaba haciendo lo que le hicieron y ella odio.

Odiaba que le ocultaran la verdad, Dominic no era igual a ella, era una combinación de ambos, el era gentil y lindo, para Amaris era lo que más amaba y llevaba diecisiete años mintiendole.

Pero debía hacerlo, debía mantenerse como la madre que era, perfecta a los ojos de cualquiera e incluso para su hijo. No era mentira, cuando estaba con Dominic era realmente ella, pero las mentiras eran parte de la que su hijo no conocía.

Sayre solo quería protegerlo de ver lo que el chico solía odiar. Pues cuando descubría algo sobre Voldemort y sus seguidores hablaba de lo repugnantes que eran, de como le destruyeron vidas a tantas personas y ella lo sabía. Estaba muy consciente de la miserable vida que les asignó a muchos, la miserable persona que fue en su momento.

Cerro los ojos soltando lentamente aire, tratando de que su cuerpo se relajara, la puerta se abrió bruscamente alarmando a la rubia quien abrió los ojos y se sentó adecuadamente.

Claro que su rostro de seriedad cambio a preocupación al ver qué quien entraba bruscamente se trataba de de su esposo, el hombre soltaba humo por la nariz y las orejas, su rostro se encontraba tan roja como un jitomate.

- Cree que sus malditas amenazas son la manera de que acataré sus malditas órdenes... - Amaris entrecerro los ojos al oír el sonido de la puerta azotandose.

- Andy. - le hablo la mujer al oírlo tan exaltado no solo oírlo si no verlo.

- Siempre haciéndome menos con sus estúpidas creencias y su increíble necesidad de comparar....

- Andy...- quizá seguir hablando pero el hombre le interrumpió, ni siquiera le hacía caso estaba con el semblante tenso, parecía que la mandíbula estaba apunto de romperse.

- Queriendo ser el dueño de todo, siempre tiene la razón él y nadie más.

- Andrew. - llamó con seriedad y lo tomó de los hombros para este mirarla, Amaris podría jurar que el hombre temblaba de rabia. - Cálmate. ¿Que pasó?

- ¿Que pasó? - dijo incrédulo aún molesto, la preocupación de Amaris se volvió en frialdad.

- No pienso ayudarte a solucionar las cosas si no te calmas, respira siéntate y te traeré algo de tomar. - aquello no era sugerencia, era una orden.

Esa era la indicación para ambos siempre, si necesitaban la ayuda del otro se la darían pero primero debían no gritarse, el enojo no se pasaría pero no podían insultarse ni levantarse la voz.

La mujer volvió y le extendió un vaso a su esposo quien se lo paso de un solo trago.

- ¿Bien? - comenzó sentándose para mirarlo a detalle. - ¿Que te ha escrito está vez tu padre? - le preguntó alzando una ceja.

- Quiere que vayamos a visitarlo en vacaciones, no quiere excusas tuyas y quiere ver a Dom, se ha enterado del trabajo que he conseguido en Londres, parece que si sigo trabajando dejaré en quiebra a mi querido tío y a el idiota de mi hermano.

- ¿Cuál? - pregunto adentrándose más al tema.

- Ryan. - respondió regresando otra vez su odio.

Amaris asintió, Andrew jamás congeniaba con su familia, era la oveja negra, el único que no aplicaba en las intensas creencias de la pureza. Pero tenía un genuino odio hacia su padre y su hermano, la gran rivalidad que había con Ryan era tan grande que ni siquiera parecían hermanos, era mayor que Andrew, más adinerado, más conocido, y el orgullo de los Sayre.

𝓐𝓮𝓽𝓮𝓻𝓷𝓾𝓶 [𝚆𝚑𝚊𝚝 𝚑𝚊𝚙𝚙𝚎𝚗𝚎𝚍?]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora