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Amaris miraba el techo, acostada en el sofá de su despacho, todo era un silencio, la mujer solo podía escuchar las manecillas del reloj, el bombeo de su corazón y su inotable respirar. Sus ojos azules estaban más abiertos que nunca pero tan perdidos como no los había tenido en mucho tiempo. Su cuerpo tenso deseando porque dejara de sentir ese peso tan molesto, era así hasta que la puerta se abrió y pudo oír las pisadas que reconocía bien.

- ¿Es la hora de la miseria? - se burló el chico viendo que apesar de haber entrado (sin querer) bruscamente, su madre no se había sobresaltado ni nada por el estilo.

- Es la hora en la que estaba a dos minutos de quedarme dormida. - suspiró sentándose y viendo los ojos de extraño combinación. - ¿Que pasó?

- ¿Es que acaso no puedo venir a ver cómo está mi madre solo porque sí?

- Dados tus comportamientos en los últimos meses yo diría que no. Solo vienes a verme cuando no te queda de otra. - miró con obviedad y el castaño sonrió.

- Lo sé y te debo una gran disculpa la cuál no se cómo darla, pero te lo demostraré con acciones en lo que queda de mi último año en Hogwarts. Y quiero que sepas que ya no investigaré más sobre lo que sucedió en tus años de colegio ni te cuestionare sobre ello.

Amaris observó fijamente al joven que le daba una mirada de arrepentimiento y una sonrisa apenada, analizaba las palabras que había escuchado salir de los labios del Sayre, el cual comenzaba a ponerse nervioso ante el silencio y la mirada intensa de la mujer.

- ¿Por qué? - cuestionó a la vez que agarraba un vaso con agua que se encontraba en una mesa de centro.

- ¿Por qué? - repitió con obviedad mientras Amaris se encogia de hombros. - Porque eres mi mamá y no es apropiado que te trate de tal manera, además, no puedo detestarte toda la vida solo por no quererme contar una parte de tu vida que no quieres recordar, yo no sé que fue lo que viviste pero debes tener una razón justa por la cual no quieres hablarlo y es muy egoísta de mi parte pedirte revivir esos momentos.

La mujer no tenía reacción alguna, su rostro era inexpresivo y quizá si el joven conociera más a aquella mujer se hubiera dado cuenta de que sus ojos lo decían todo; sin embargo eso no era así, Dominic no sabía que su madre de vez en cuando era muy expresiva a través de los ojos.

Ella le miraba fijamente en un incómodo silencio, o tal vez lo incómodo no era el silencio, sino la mirada intensa que le analizaba hasta el mínimo rincon de su cuerpo y alma, aunque el chico no lo quisiera ya que le era difícil el no dejarse intimidar por la mirada de su madre, desvío la mirada nervioso mientras jugaba con sus manos.

Amaris observaba los movimientos que hacia su hijo, percatandose de que el chico se dejaba ver cómo un completo sumiso, pero lo que realmente observaba era su lenguaje corporal y el castaño le decía mucho a traves de ello. La rubia asintió y dejó su vaso de nuevo en la mesa de centro.

- De acuerdo. - habló por fin. - Es muy agradable que llegarás a esa conclusión por ti mismo y más el que tomarás en consideración que es algo que trato no recordar.

El joven asintió con una sonrisa de oreja a oreja, un enorme brillo mostraban aquellos ojos de extraña combinación; la mujer no tardó en sentir como el joven la abrazaba entusiasmadamente.

Amaris miró el reloj que se encontraba detrás de el chico Slytherin y lo separó ligeramente.

— ¿Qué te parece si mañana le comunico a Minerva que el fin de semana no irás a Hogsmeade? – su hijo le miró confundido y antes de poder hablar Amaris le ganó. — Para que vayamos a un lugar fuera de nuestro confort.

𝓐𝓮𝓽𝓮𝓻𝓷𝓾𝓶 [𝚆𝚑𝚊𝚝 𝚑𝚊𝚙𝚙𝚎𝚗𝚎𝚍?]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora