Capítulo VIII -. No llores

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—¿Y bien? ¿Qué tal les fue? —Iruka llegaba de trabajar. Le causaba curiosidad ver cómo se llevaban Deidara y Konan.

Había entrado a la sala al llegar, y se había encontrado a Deidara.

—Ah... Bien, ella es muy agradable. —dijo nervioso.

—¿De veras? Qué bien. Seguro serán buenos amigos. —sonrió.

—Éramos amigos ya, hacia mucho tiempo que no veía a Konan. De hecho... Ella sí conoce a Obito; éramos amigos ella, yo y otros más. Pero no te preocupes, confío en que no le dirá nada.

—... Sí tú lo dices... —dijo inseguro.

—Para mí es aún más difícil confiar en eso, pero no tengo otra opción. Es eso o irme de aquí y escapar ahora de Konan.

—Temo a que te vaya a pasar algo, Deidara, cuídate mucho, por favor.

—Trataré de ser fuerte para todo ésto, tranquilo.

—Bien. —sonrió.

En cuanto Iruka se metió a su cuarto a descansar, Deidara dejó de fingir para él. Estaba asustado, quería correr y no confiaba en Konan para nada.

El miedo de ser encontrado por Obito se había vuelto una de sus peores pesadillas. Quería buscar un trabajo, mantenerse por su cuenta y escapar lejos donde nadie supiera que alguna vez él existió, sólo escapar con sus hijos.

Mientras tanto, los sueños y esperanzas de Itachi de formar una familia y ser feliz estaban cayéndose a pedazos frente a sus ojos.

—¿Qué...? —preguntó temeroso.

—Nunca quise ser madre. Te amo, pero no puedo hacer ésto. Nisiquiera soy lo suficiente madre como para darles leche. Tener hijos es una responsabilidad a la cual no estoy lista, y eso lo sabía desde el principio.

—Más de una vez te dije que si no querías estaba bien, ¿por qué aceptaste entonces? Yo no quiero que seas infeliz...

—Quería contentarte. Cuando éramos niños, ninguna de mis amigas creyó que alguien tan popular y amado como tú pudiera enamorarse de mí y-

—¿Eh? —interrumpió con sorpresa —. ¿Qué quieres decir con ésto?

—No, es sólo que... me gustaste mucho y aún me gustas, me gustas mucho.

—¿Y eso qué te tiene que ver? Mi pregunta es: ¿Por qué aceptaste algo que sabías no querías?

—¿Prestaste siquiera un poco de atención a lo que dije?

—... ¿Aceptaste sólo porque yo quería, aunque eso te molestase y lo odiaras? —la miró a los ojos, a pesar de que los suyos estuviesen llenos de lágrimas.

—Sí... lo siento...

—Izumi —la abrazó con fuerza —. No era necesario, yo jamás te obligaría a hacer algo que no quieres.

—No quiero encargarme de ellos.

—Les conseguiré una niñera, pero, ¿ya no quieres ser la madre de nuestros hijos?

—No, ahora son hijos tuyos y de ese tal Deidara. Él sí es su padre y tú sí quieres cuidarlos.

—... ¿Entonces?

—Necesito pensar las cosas ahora que te lo dije, y tú también. No sé si podamos estar juntos si no tenemos metas mínimamente parecidas, además de que no puedes devolverlos ahora que los tienes, ¿no?

—¿Vas a terminar conmigo...? —preguntó tratando de ocultar su voz a punto de quebrase.

—Tenemos que pensar las cosas solamente, no estoy terminándote.

~ Destino ~ [ITADEI]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora