Capítulo XVIII -. Cumpleaños

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A pesar de todo lo pasado, debía mantenerse firme. Debía ser un gran día y el mejor del mejor. Itachi se dirigió a la habitación de Ryuu y Haru y los despertó con cuidado.

—Ryuu, Haru, despierten. —se acercó a la separación de ambas cunas y tomó una sonaja, para después sacudirla con cuidado.

—Waah... —se estiraba Ryuu poco después de despertar.

—Haru, ¿no quieres levantarte? Hoy es un día especial. —dijo con voz alegre.

—¡Cumpaños! —se levantó de golpe el mencionado.

—¡Yey! —exclamó el pequeño pelirrojo.

—Los quiero mucho, muchas felicidades. ¿Quieren lo que papi preparó para ambos?

—¡Chi! —lo miraron con una emoción incomparable.

Por un momento, el mayor sintió que cada lágrima derramada, cada sangrado en su alma había valido la pena, ver sus rostros lo hizo olvidar por completo lo deprimido que estaba. —B-bueno, vengan acá. —los cargó en brazos. Ryuu tironeaba suavemente su cabello, mientras que Haru pataleaba con alegría.

Itachi los sentó en su pequeña mesa y les sirvió el desayuno. Eran algo de pollo y verduras, acompañado de frutos rojos picados en rodajas y un vaso de jugo de naranja. Ambos comieron, derramando todo por todas partes. Al menos el 70% de la comida entraba por sus bocas, el resto estaba en ellos mismos y la mesa (o una pequeña parte de Itachi al estar tan cerca).

Después de aquello, se bañaron juntos. Haru notaba algo extraño: la ausencia de su madre.

—¿Mami? —preguntó de imprevisto mientras Itachi jugaba con burbujas junto a Ryuu.

—A-ah... ¿Mami? Ella... tuvo que irse un poco, pero va a volver en un rato.

El bebé sólo sonrió y le siguió el juego. Para el padre fue agotador, no quería que las preguntas empezaran a aparecer tan pronto. No se sentía listo. Aguantó la respiración y siguió con lo suyo. No se encontraba bien, pero tampoco podía dejar todo lo que había tenido planeado.

Su primer regalo fueron un par de cambios de ropa que les ofreció al salir de la ducha. Se vistió con un cambio que llevó antes de que los mellizos eligieran.

—Éste. —tomó uno Ryuu.

—Yo quero ese. —le dijo Haru desilusionado.

—Mío.

—Quero ese.

«Los dos son iguales...» —pensó ligeramente frustrado —. Ambos son muy lindos, les quedará hermoso el que se pongan. —le dio el otro Itachi.

—Hmph —dijo simplemente. Lo tomó y se lo puso torpemente. Ryuu fue ayudado un poco por su padre, lo cual puso algo celoso al pequeño rubio —. Yo no puelo. —se bajó los pantalones esperando su ayuda.

Itachi rió un poco y al terminar, de vestir al otro, le ayudó. Sabía que podía, también que simplemente no quería quedarse solo, que necesitaba su atención. Fueron a la habitación y se encargó de acercarse a ellos, provocando su curiosidad.

—Oigan, tengo algo importante qué decirles. —les susurró.

—¿Qué? —preguntó Ryuu.

—Ya son muy grandes, así que pueden hacerlo. Tengo una pequeña misión para ustedes, es en la casa del abuelo Fugaku.

—Misión. —dijo feliz.

—No tienen qué decirle a nadie, pero tienen qué vigilarlo de que no riegue las plantas de la abuela.

~ Destino ~ [ITADEI]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora