Capítulo XXI -. Insomnio

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—E-eh... yo... estaba viendo la hora. —mintió con rapidéz. Deidara había sido atrapado en su intento de pedir ayuda.

—Sólo tienes que saber que es muy tarde y ya, ¿por qué querrías hacerlo?

—Curiosidad solamente. —se volteó y le entregó su teléfono de vuelta.

—¿Seguro de que no querías revisarmelo? —rió.

—Para nada, es sólo lo que te dije y ya, hm.

—Aunque así fuera, sólo me encantas tú —se acercó a él, acorralándolo delicadamente contra la pared —. Cada día eres más hermoso, ¿sabías? Cada día más personas lo notan. —le susurró al oído.

—¿A qué te refieres...? —dijo algo incomodado por la corta distancia que existía entre los dos.

—Lograste hacer que un hombre enamorado sólo de las mujeres se fijara en tu belleza. Me alegro saber que sólo eres para mí, pero me puso celoso que lo hiciera.

—Oh, qué mal —trató de apartarse de él, pero fue devuelto a su lugar —. ¿Qué pasa? ¿Ya no quieres irte a dormir? Porque yo creo que puedo aguantar la sed.

—¿Por qué no mejor vienes y bebes otra cosa...? —sonrió con picardía y lo besó.

—N-no, estoy bien, gracias. —se apartó con cuidado.

—¿Seguro? Porque a mí me encantaría... pasar un poco de tiempo extra contigo. —acarició su cuello con la llamada de sus dedos, provocándole escalofríos al rubio.

—Estoy bien con sólo dormir abrazado contigo. —se recostó de nuevo en la cama, cubriéndose con la cobija hasta los hombros.

—¿Desde hace cuánto que no tienes nada... "íntimo"?

—No importa, sólo tengo sueño.

—¿En serio? —se encimó sobre él, posicionando su rostro a unos pocos centímetros del del rubio.

—Sí. Buenas noches. —se dio la vuelta y se acurrucó en su lugar.

Obito no se rendiría tan fácilmente. Lo abrazó por detrás, encajando a la perfección sus caderas. En busca de provocarle al menos un poco de exitación, lamió con cuidado su cuello.

—¿Qué haces? Sólo duérmete, hm.

—Yo no quiero sólo dormir... —susurró en su oído, para después mordisquear la punta.

—Déjame. —le dio un codazo en el estómago, pero siguió sin parar la insistencia del azabache.

—No tienes idea de cuánto me encantas...

—¿Estás pensando en hacer lo que creo que...?

Sin pensarlo dos veces, Obito siguió esmerándose en tenerlo. Aquella noche, logró poseer lo que alguna vez vio como un simple deseo, como un simple "ojalá". Deidara había sido presente –y víctima– de la vez en la que su ex mejor amigo llegó a hacer lo que sólo llegó a existir en sus peores pesadillas.

No pudo objetar mucho, sólo lloraba y sentía dolor. En fuerza, él lograba ganarle por mucho. "Detente", "No me gusta..." no funcionaron, pero era lo único que su voz, tan rota por su llanto lograba decir. Esa noche fue completamente inolvidable.

El mayor no pudo soportar los celos. No había tenido que lidiar con gente como él desde la muerte de Sasori: gente que era consciente y veía a Deidara como alguien de belleza envidiable.
Algún día, le iba a hacer a Itachi aprender quien era el dueño de aquel muchacho.

El tiempo fue eterno para él. Mientras que Obito dormía plácidamente, Deidara no podía detener su llanto. Su cuerpo dolía por la brusquedad que habían usado en su contra, pero se mantenía en silencio. Aquella noche se había mantenido despierto, siendo víctima del insomnio que lo acorralaba en esa cama.

~ Destino ~ [ITADEI]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora