Capítulo XV -. Salir

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—... —en ese momento, Deidara se quedó en completo silencio, esperaba todo menos eso.

—Cálmate, no es nada. ¿Cuál es tu urgencia de irte si no tienes a dónde en primer lugar? —le dijo Obito ya enfadado.

—No quiero estar contigo... —respondió con la voz a punto de rompérsele. Si bien, sabía que le había hecho daño, jamás esperó a que fuera directamente –y a lo físico– ante la desesperación de verlo tan terco.

—No necesitas irte —lo abrazó —. Siento mucho lo que te acabo de hacer, pero es que me molesta que insistas tanto en algo tan falso sobre mí.

—Suéltame... —reanudó su llanto.

—No tengo por qué, quiero cuidarte del mundo exterior, ¿o cómo fue que la pasaste en la calle?

—¿Me repites quién fue el que me dejó ahí en primer lugar?

—Yo no hice eso, créeme.

—¿Por qué debería creerle a un mentiroso? ¡Déjame en paz!

—No necesitas eso. Confía en mí una última vez, por favor.

—... No puedo...

—Sube a la habitación y piensa un rato las cosas, seguro ayuda. Tranquilízate, y si con la mente fría me dices que te quieres ir, te dejaré ir.

—¿De verdad? —preguntó con toques de ilusión.

—Sí, de verdad. Te subiré el desayuno en un rato.

—Espera, ¿y tu sirviente?

—Lo despedí, es que empezaba a ser algo desobediente.

—Está bien. —se dirigió hacia el cuarto del que salió hace poco y cerró con seguro la puerta. Al hacerlo, se derribó a llorar en la cama.

No podía sentirse más asfixiado, una de sus pesadillas más temidas se había hecho realidad y no había nada que pudiera hacer en ese momento. Quizá si se portaba bien como Obito quería y mantenía su posición de querer escapar podría hacerlo.

Pero Obito le mintió hasta el final. ¿Cómo podía creer en su palabra? ¿Debía intentarlo siquiera? Y si no, entonces, ¿qué podría hacer?

No podía derrotarlo, eso era obvio. Al pensar en ello, su cuerpo cesó el llanto e imaginó algo que lo sorprendió. ¿Qué pasaba si se unía a Obito?

Rápidamente descartó un montón de cosas, no sería capaz de rebajarse a su nivel. Sin embargo, ¿qué pasaba si fingía no estar molesto con estar con él? Es decir, Obito dijo que lo liberaría si pensaba lo mismo incluso tiempo después, pero no podía confiar en ello.

¿Y si se mantenía así y, si Obito mentía y no cumplía lo que decía, podía fingir quererlo o al menos no forcejear tanto? No pensaba hacerlo para siempre, algún día iba a correr a los brazos de sus mellizos y librarse de él para siempre.

Incluso así, le preocupaba dónde estaba su mejor amigo, la persona que le había dado lugar en su casa al verlo tan desesperado... —Iruka. —murmuró.

El pobre muchacho no sabía lo que le pasaba, y lo tenía angustiado. Sólo deseaba que le fuera de lo mejor.

—¿Hm...? —esa misma mañana despertó Iruka, pero su cuerpo se sentía incómodo y su cabeza le daba vueltas.

—Oh, qué bueno que despiertas. —le dijo con voz alegre lo que parecía ser una sombra a la distancia.

Cuando terminó de abrir los ojos, se encontró en una habitación desconocida en la que la luz era escasa y sus brazos y piernas estaban atados a una silla. —¿Dónde estoy? —preguntó con sorpresa.

~ Destino ~ [ITADEI]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora