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Cuando JiMin despertó nuevamente, ya era quizás pasada la hora del mediodía, su estómago rugió en protesta. Tenía hambre.

La tienda de campaña donde dormía con YoonGi estaba vacía, sin embargo, en la mesita que daba a su lado, tenía un vaso con agua y una nota colocada a un lado.

Estirándose lentamente y tronando alguno de sus huesos de la espalda, cogió el vaso con agua y lo bebió lentamente. Su garganta se sintió conforme y aliviada.

Él tomó la nota.

Después de unos minutos, el peliplatinado salió de la tienda, algunos soldado que pasaban por allí lo saludaron y siguieron en su labor.

Los guardias que estaban colocados uno al lado del otro en la entrada de la tienda, estaban en silencio a sus espaldas observándolo.

JiMin no pudo evitar bostezar y acariciar su estómago por sobre sus ropajes. Siguiendo el camino que YoonGi le indicó en la nota, después de caminar unos cuantos minutos bajo un fuerte sol abrasador, llegó al comedor improvisado donde los soldados estában comiendo en bullicio.

YoonGi estaba hablando con su hermano menor y con los dos generales a su lado, cuando alzó la cabeza y miro en la entrada a JiMin.

Levantó la mano y el demonio que observaba buscando dentro, lo miro y camino en su dirección. Dejando salir otro bostezo que cubrió con sus sus manos. Que vergüenza.

Algunos soldados dejaban de comer y lo observaban de reojo, susurrando entre ellos. Los oídos de JiMin eran realmente sensibles así que podía escuchar claramente lo que estos hombres estaban hablando según a sus espaldas.

— ¡De verdad! Yo lo vi, fue increíble...

— Sí, sí. Mató a los rebeldes sin titubear...

— Cuándo uno me hirió, el paso rápidamente y corto su garganta... Fue ¡genial!

— Entiendo porque su alteza lo trajo...

— ¡Shhh! Nuestra Alteza puede escucharlo...

JiMin sonrió de lado y llegó por fin a donde estaba YoonGi y los demás, había un puesto libre al lado del Emperador.

— ¿Hambriento.? —Min acarició su mano cuando el mayor se hubo sentado.

JiMin tarareó suavemente. Y luego observó a los otros en la mesa que observaban sus interacciones en silencio. Sus mejillas se calentaron rápidamente y evito mirarlos a la cara, sintiéndose un poco avergonzado.

JungKook carraspeo y se tragó su vergüenza. —Buenas tardes, cu-cuñada.

Los colores en la cara del demonio zorro cambiaron y levantó rápidamente la mirada, viendo la expresión divertida pero a la misma vez avergonzada de ese joven.

Demonio y Emperador ; ©YoonminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora